Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
SEMEJANTES A LOS DIOSES. CERÁMICA Y CESTERÍA EMBERA-CHAMÍ
 

LA ALFARERÍA > Las figuras

Las figuras de los cántaros y demás vasijas de barro de los embera-chamí son escasas y poco variadas en motivos y técnicas, si exceptuamos los i>chokó. Es más, cada día hay menos vasijas con figuras y parece ser que estas tienden a desaparecer, también con la excepción de los chokó.
Las principales técnicas para hacer figuras son: aplicada y modelada, incisa, perforada y pellizcada. Ya se mencionó el caso de las ceramistas de Pueblo Rico y el “baño” rojo que aplican a sus recipientes antes de quemarlos, ya que su greda da un color gris verdoso o amarillo muy claro que no atrae a indios ni a blancos. Al quemar, el color rojo del “baño” se mantiene, aunque por lo general se aclara un poco. Podría considerarse este como un caso de una marca pintada y se volverá sobre él al final de este capítulo.
Como ocurre con las técnicas de fabricación de los recipientes, también las técnicas de figuración se utilizan con frecuencia combinadas, sobre todo en el caso de los chokó.

Figuras de los chokó
Ya se ha mencionado cómo la figura de estos recipientes para fuertiar la chicha, cuando la tienen, en la mayoría de los casos es antropomorfa o zoomorfa, sobre cuya significación se hará énfasis más adelante. Se obtiene principalmente por aplicación combinada con modelado, pero intervienen también la incisión y el pellizcado.
Aunque el orden de creación de la figura antropomorfa puede variar, se presenta aquí como se vio hacer muchas veces.
Se amasan dos rollitos que van a servir de base para los brazos; se pegan y sellan al cuerpo de la vasija como cualquier rollo, arrancando, casi siempre, de la parte de atrás en el límite entre el cuerpo y el cuello o directamente en este último (dibujo No. 68); van hacia adelante a medida que descienden y terminan descansando sobre la barriga del cántaro, aunque en algunos pocos casos se doblan hacia arriba por el codo y terminan bajo el mentón (dibujos Nos. 52 a 60).
Luego se modelan, trabajando con las puntas de los dedos muy húmedas, marcando el codo (a veces muy exagerado), la mano y los dedos (casi siempre solo cuatro, aunque los hay de 5 o de 3) (dibujos Nos. 61 a 63).
Un rollito corto y delgado se aplica en la misma forma y con él se modela la nariz, notoriamente protuberante, en ocasiones muy larga, en otras partida. Una bolita de arcilla pegada más abajo suministra la base para la barbilla, también sobresaliente y a veces indicando que la cabeza mira hacia arriba.
Dos rollitos muy delgados son las cejas, modeladas y pulidas con dedos húmedos; y dos bolitas son la base para los ojos, redondos en ocasiones, en otras alargados. Otra bolita sirve de base para la boca, pese a que en algunos casos la boca se marca directamente sobre el cuello del cántaro, sin que se haya aplicado una base para ella.
Las orejas tienen dos sistemas de fabricación. Uno consiste en pegar un rollo a cada lado a la manera de un asa, es decir, uniéndolo en arco y por sus dos extremos al cuello y dejando un hueco en el centro (dibujos Nos. 64 a 66). Otro, aplicando un rollo corto y moderadamente grueso en ambos lados; se pega completamente y se sella la unión y a partir de él se hace la oreja modelando.
Un rollo o una tira planos aplicados sobre el cuello, entre los brazos, dan base para hacer un collar, que muchas vasijas no presentan.
Algunos chokó tienen “corona”; ésta se hace con un rollo colocado sobre la mitad del borde, volado hacia adelante a manera de una visera por modelado; o con un rollo que abarca la totalidad del perímetro de la boca (dibujos Nos. 52 y 58).
Terminada la fase de aplicación de material arcilloso y de modelado básico de los distintos rasgos, estos se completan con una fase de incisión, practicada con un palito de guadua u otra madera o se afila con un machete según el efecto que se quiere conseguir: con punta afilada, romo delgado, romo más grueso, en forma de cuña, etc.
Los ojos se obtienen por medio de dos incisiones longitudinales hechas presionando el palito lateralmente. Una similar, aunque un poco más larga, marca la boca; otras veces la boca es incisada directamente sobre el cuello del cántaro sin tener una base aplicada antes. Si la oreja ha sido modelada, se perforan los agujeros con la punta del palito, empujando y haciéndolo girar con una mano mientras la arcilla se sostiene por detrás con la otra. Es posible que se cuelguen aretes de plata en ambas orejas (foto No. 33).
Muchos de los rostros tienen marcada la pintura facial por medio de una combinación de incisiones lineales, punteadas y triangulares (dibujos Nos. 57, 63 a 67).
Con incisiones se marcan bien los dedos y aun, a veces, las uñas. Cuando las manos no descansan apoyadas sobre el vientre sino que están levantadas por la muñeca, como las hace una indígena de Mistrató, los dedos se hacen con el palito, marcando con profundas incisiones, que son reales cortes, su separación (foto No. 61: Chokochaké antropomorfo de Santa Marta, Mistrató, Chamí. Orejas aplicadas y perforadas. Collar pellizcado).
Sobre la base aplicada del collar, este se representa también por una combinación de incisiones rayadas y punteadas, pudiendo también hacerse por pellizcado, o con muescas.
En una vasija, los brazos ostentaban, en toda su longitud, incisiones circulares en línea.
De esta manera, la figura antropo o zoomorfa de los chokó combina el aplicado con la incisión, la perforación y el pellizcado y modelado, siendo, pues, notablemente rica y variada, al menos en relación con los demás productos cerámicos.

Figuras de los u
También los u pueden presentar figuras, aunque la mayor parte de ellos no las tiene. Estas son incisas o pellizcadas y se ubican exclusivamente en el borde.
Si el borde es bastante evertido puede ser marcado con muescas triangulares, con un palito en forma de cuña, por todo el perímetro externo del mismo (dibujo No. 69). Otras veces, bien sea este mismo perímetro, bien la parte superior del borde, se modifican pellizcando o, mejor aún, imprimiendo la punta del dedo pulgar colocada verticalmente; el resultado es una serie de hundimientos en cuya mitad queda una incisión vertical y curva que es la marca de la uña. En ocasiones, simplemente se hace presión hacia abajo con la yema de un dedo por toda la circunferencia del borde, provocando pequeños hundimientos.
En poquísimos casos, las muescas del borde se hacen retirando material y son, entonces, bastante profundas.

Figuras de los demás ceramios
Un kuru encontrado en Batatal, Garrapatas, presenta una serie de bulbos (identificados por algunos indígenas como pezones) o protuberancias dispuestos en una circunferencia alrededor del cuerpo en su parte superior, indudablemente aplicados, pero, además, tenía el borde pellizcado y el cuello con líneas incisas dobles en franjas opuestas que formaban rombos y, también inciso, el dibujo inciso de un gallo; esta última figura no meramente geométrica es excepcional (foto No. 62: Kuru de Batatal. Borde dentado con muescas. Líneas geométricas incisas).
Una ollita gris-negra de la misma región, tenía también las protuberancias o bulbos mencionados para el kuru y más o menos a la misma altura; su forma era muy similar a la del kuru, pero más pequeña. Con base en una descripción y sin ver la vasija, un indígena explicó que las protuberancias eran pezones y llamó la atención sobre las representaciones de los senos (conseguidas por aplicación) en algunos chokó.
Podría afirmarse que la hechura de figuras es más usual entre las cerámicas destinadas a los compradores blancos, en las materas y las ollitas, pero también presente en las demás. Casi siempre se trata de incisiones en los bordes que originan bordes dentados, o líneas geométricas incisas, dobles en muchos casos, triples, o sencillas en pocos, que corren en zigzag u horizontales alrededor del cuello o el cuerpo. Las de zigzag pueden ser trazadas con líneas continuas, pero no es infrecuente que se hagan con un trazo en cada dirección, los cuales no siempre coinciden en sus extremos, cruzándose (foto No. 63: Matera marcada con zig-zags incisos, observada en casa de blancos en Mistrató, Chamí. Parece haber sido elaborada en la vereda Santa Marta).
Ya se mencionó la figura antropomorfa de los velones o candeleros que combinan aplicación, modelado e incisión, como los chokó.
La pintura no hace parte de las técnicas figurativas de los embera-chamí. Se mencionó el baño de arcilla con el cual se obtiene el rojo de las alfareras de Pueblo Rico. En el Río Azul, Garrapatas, se encontró, en una ocasión, un chokó viejo recién pintado de azul y rojo, con pintura de origen comercial, “para que se viera bonito”. Otro chokó, esta vez del río Pedral, tenía rayas blancas verticales a lo largo del cuerpo, sin que haya sido posible aclarar su carácter y procedencia. Los recipientes arqueológicos conocidos carecen de pintura, pero es verdad que su superficie está bastante erosionada por la humedad.
Es perceptible el mencionado empobrecimiento de las figuras, más vasijas viejas que nuevas las tienen; ninguna de las que se observó fabricar en el Garrapatas las tuvo excepto un chokó antropomorfo que se hizo así por encargo. Son muy abundantes los chokó lisos, sin ninguna clase de “figurita” o “carita”. Que este no es un simple cambio formal, sino que implica grandes modificaciones en la valoración social de la cerámica, y sobre todo, en las concepciones referidas a ella, se verá más adelante. De todos modos, y como consecuencia de estas transformaciones, pero también como causa de ellas, la cerámica de los embera-chamí del San Juan y el Garrapatas se va haciendo, más y más, solo algo de utilidad, y hasta un producto elaborado para su venta, una mercancía.


 
 
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