Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
GUAMBIANOS: HIJOS DEL AROIRIS Y DEL AGUA
 

UNA HISTORIA DE LUCHA > ENROLLAR Y DESENROLLAR EL TERRITORIO > Ocupación de Pueblito y lucha contra tigres, osos y cóndores

En esos días, no estábamos luchando por poco, buscábamos recuperar nuestro territorio, aquel que habían construido nuestros anteriores, el mismo que usurparon los terratenientes. Fueron muchas generaciones creciendo para conformar nuestro Nupirau.

Ocupación de Pueblito y lucha contra tigres, osos y cóndores

Anteriormente los guambianos vivíamos en lo caliente, por los lados de Santander de Quilichao, de Carpintero. Y los anteriores se fueron viniendo para acá, a estas tierras. Venía uno de los anteriores que era llamado Binto y que después lo nombraron Angulo Tumiñá. Los Daguas también venían con Binto; un tal Celino Dagua.

Binto fue viniendo hasta llegar a Atiku, que ahora llaman Murales; vivió en Atiku. De allí se vino con un hijo, Higinio, y poco a poco llegó hasta Piendamó; y Binto ya vivía 100 años; esa es la primera generación. Con él llegaron los Murales, que en esa época se nombraban Atiku. Los de Pishitau, es nombre de Tunía, que no es nombre español. Había caciques en Pishitau, Tunía y Usrentau —nombres de los árboles de yarumo, usretsilo o carirrucio, que sirve para hacer escobilla.

Los hijos de Binto subieron para Usrentau con otros indígenas guambianos: Eusebio y Bernardino Jempuel,2 Manuel Jesús y Faustino Kalampas, junto con los Ulluneses; algunos de éstos siguieron para Jepalá. Por Usrentau vinieron encontrándose con algunos Chirimuscay y Jempueles. También venían otros, unos de Mondomo, Serafín Dagua y Florentino Chavaco, que tenían tierras que no eran compradas sino propias.

Siguieron subiendo hasta que llegaron a Kallimkullú. Unas veces volvían a lo caliente y después regresaban a trabajar otra vez por aquí. Contaban que venían socolando, descubriendo las montañas, derribándolas. Binto ya vivía 150 años.

De Jebalá, los Ulluneses siguieron a Ampalú; con ellos caminaron los Pecheneses. Cuando llegaron, encontraron grandes árboles en una montaña cerrada, por eso pusieron el nombre de Ampalú. Son los mismos guambianos, aunque ahora hay gente que dice que son ambalueños. Cuando los anteriores llegaban a una parte, ponían los nombres según las cosas que iban encontrando, por eso parece que son distintos, pero son los mismos guambianos.

En Silvia querían hacer un pueblo, construyendo en un sitio en donde sonara bien una campana que llevaban. Primero lo hicieron al lado izquierdo del río, en el punto que llaman de Manchey, pero la campana sonaba como opaco, mal. Entonces pasaron para el otro lado y sonó bien; allí hicieron el pueblo de Wuampía.

Venían otros compañeros de la misma gente, de los mismos guambianos. Los Pajas eran nativos de Mondomo; junto con los Tumiñases se quedaban en Silvia y en las montañas que había por las cabeceras del Tablazo. Otros iban por Salado. Ventura Paja llegó a Tablazo y pasó a donde es hoy el Núcleo Escolar.

Los Motes, unos que eran blancos y venían presionando, pasaron a Wuachitolo, en donde estaba el templo antiguo con la campana de nosotros, y empujaron a los Pajas a Cacique y a Tranal. Algunos Pajas venían pasando por el lado de Cacique y algunos otros al Chimán. Subiendo por Puente Real venían, juntos con Custodio Tumiñá, los Ulluneses, los Kalampases, que se fueron a Cacique. Derecho, aguas arriba por río Piendamú, llegaron hasta Pueblito.

Los hijos de Binto trajeron de Atiku dos mulas y dos caballos, uno de montar y tres con carga de caña y pusieron un trapiche de mano en Kaullimaytaro para sacar guarapo para los trabajadores. Allí se ven todavía los planes de la casa. Sacaban guarapo y lo dejaban fuertiar y luego lo refinaban, y mingaban para derribar y socolar montaña.

No venían solos, sino que traían a sus mujeres para ayudar en el trabajo y con la cocina. La de Higinio se llamaba Santa Pullimué. Desde esa hora vinieron los Dagua. Los Tumiñases cogieron un lote por Cumbre y los Dagua por arriba de Mishampi. Los Murales cogieron por los Altares. Después vino otro hijo, Custodio Tumiñá, nacido en Piendamó.

Cuando venían por esas guaicadas, oían gritar gritos diferentes a los de los animales y tenían miedo. Iban subiendo por Chillikkulli, por un puente de pasamano; y socolaban y, cuando comenzaban a derribar, gritaba como gente y bramaba y tenían miedo.

Fueron a mirar quebrada arriba y encontraron una peña alta y en ella cuevas del tigre y el oso y cuevas de cóndor, animales bravísimos que olían a la gente y salían a amenazar con comérselos o matarlos.

Custodio e Higinio se volvieron por un tiempo a Carpintero. Cuando regresaron, los animales no dejaban trabajar. Se tenían que ir temprano para que no salieran de sus cuevas a comérselos.

Trajeron más gente, como a Francisco Dagua, que vino a acompañar, y le aconsejaron que cogiera tierra para hacer trabajaderos. Francisco cogió por Peña del Corazón, toda esa planada hasta subir a Yashkullí; cogió con uno de los Murales. Por eso, en esas guaicadas quedó dueño uno de los Murales, junto con los Dagua. Y subieron a derribar montaña con varios compañeros, pero el tigre, el oso, el león y el cóndor amenazaban con comérselos.

Trabajaron seis meses aquí y después duraron casi un año sin trabajar. Al cabo de un año volvieron trayendo un arma especial, un palo de chonta, que era el arma de los anteriores y se llamaba ul. Ese palo traía sacada una punta en forma de lanza muy aguda.3 Tumbaron un árbol, lo arquearon atándolo con bejuco de pulotsí y le amarraron el ul, le pusieron sombrero de caña, ruana chumbada y una capa de paja para la lluvia llamada tsitse. Vestido como guambiano, quedaba medio inclinado en la dirección en que salían el tigre y el oso. Después de poner la trampa se vinieron a la molienda en el Kaullimaytaro. Era cerca de las cuevas del tigre y ellos decían que tenían miedo.

Al otro día, se asomaron y el tigre estaba ahí, clavado. Creyó que era gente y brincó y se clavó por los ombligos y la chonta le salió por la espalda. Así cogieron al tigre.

Pero el oso no caía sino que les dañaba la trampa. Se arrimaron a la peña y colocaron más trampas, hasta que finalmente cayó el oso y quedó ensartado.

El cóndor también molestaba. Venían y, si le gritaban, se iba a mingar, a traer más cóndores para comerse a la gente. ¿Cómo cogerlos, si vuelan en el aire?

Después de un tiempo, resolvieron el problema de otra manera, con una trampa papagayera. Uno subía y le gritaba y otro esperaba escondido con un garrote. Cuando el cóndor venía a picar a la gente, le pegaban y lo mataban. Buscaron las cuevas del Cóndor y las encontraron en las peñas del sitio que hoy llaman la Kunturia. Allí ponían una trampa de un tejido templado entre los árboles y el cóndor quedaba cogido como en una red.

Las plumas, la manteca y la carne valían miles de pesos. Las espuelas servían para los gallos finos, la manteca para curar lesiones y las plumas para sacar muelas sin médicos ni inyecciones, se chuzaba alrededor de la muela y al tiempo caía sola.

Invitaron más gente para que viniera a trabajar y vino uno de nombre Chillikirá.4 A esa hora ya estaban formado los curas o párrocos, ya venían como bautizando y a Chillikirá lo nombraron para que hiciera la fiesta. Los de antes tenían nombres propios: Yalantas, Tumiñases, Tumpeses, etc. Cuando llegó el cura, se los cambió por apellidos.

El primer caserío se formó porque los animales no dejaban pasar para arriba. Eran cuatro casas y le pusieron Pueblito. Era un nombre de mucho antes.

Los primeros que descubrieron las montañas eran Higinio Tumiñá, los hijos de Binto y los Murales (Agustín, Trino, Esteban, Joaquín, Antonio y Felipe); eran los primeros. Casi todos llegaron allí. Después aparecieron los Tumiñases. Higinio era mayor, Custodio era joven. Venían Yalantas acompañando, linchap, y Atanasio Dagua y uno que era de Pishitau.

Binto ya vivía como 180 años, era muy anciano. Traía chocolate para tomar de día. Custodio e Higinio ponían la panela. No tomaban café; unos tomaban chichas de aguacate y chirimoya y otros chocolate; a veces tomaban por la mañana y otros días por la tarde. En el día comían maíz tostado, molido y remojado en aguadepanela, o comida de sal con cebolla de los antiguos.

Los Tumiñases venían por las guaicadas cerradas, tumbando monte. Al llegar por Kallimkullú encontraron rastros de gente, pero no sabían quién era. Al llegar al plan de Cumbre, al pie de Pueblito, oyeron silbar de lejos, en las alturas, pero no sabían qué era.

Por esa época en que ellos llegaron, el cacique Pellar —luna— vivía en lo alto, atrás del plan de los Ulluneses, hacia el Alto del Achi. Las vegas del río eran pura montaña cerrada y allí no vivía nadie; por eso la gente vivía en los filos más altos. Por las guaicadas no se podía pasar porque eran montañas cuajadas.

Higinio Tumiñá invitó más gente de Murales a que viniera y soplaron candela, y, al ver levantar el humo, se vinieron los otros de arriba y se fueron descubriendo, encontrando. Con la sopladera de candela se encontraron.

Después de un tiempo, los de abajo se fueron a cosechar lo que tenían sembrado en otra parte y los de arriba se subieron a sus lugares y dejaron de encontrarse.

Eran los mismos guambianos pero tenían distintas comidas y se invitaron a comer sus comidas. Era la misma lengua. Todavía hay eras de cultivo de los antiguos en el Alto de la Chorrera. Tienen una brazada de ancho. Había aljibes, que todavía se encuentran en los altos.

Cuando los de abajo subieron otra vez, encontraron al oso y al tigre y al cóndor y tuvieron que vencerlos. La vara de chonta que trajeron se llamaba ultsik, que es una vara derechita; ul también quiere decir culebra.

Pero, allá arriba, en los filos, vivía otra gente. Había un hombre, un tal Kasiano. Vivía en un plan grandísimo, junto con sus hermanos, uno que llamaba Tata y una hermana, Tesha, y otro que llamaba Teban, que debe ser un nombre de los anteriores. Hoy, las familias de ellos tienen casas para trabajar en el Alto de Chakpala, que es un plan muy grande.

Allá arriba vivía Kasiano, cacique de antes de Colón. Casiano bajaba para charlar con Binto. Se intercambiaron su trabajo, unos subieron y otros bajaron. Binto trajo la caña e hizo guarapo. Kasiano vino a una minga y se entrevistó con Binto Tumiñá e intercambiaron comida. Después se casaron unos con las mujeres de los otros. Ya han pasado ocho generaciones desde que los antiguos guambianos se encontraron e intercambiaron sus trabajos, sus comidas y sus mujeres.

Higinio Tumiñá trajo a Atanasio Dagua. Kasiano bajó de La Chorrera con su familia y encontró un cura que lo bautizó Luciano Murales; el sitio donde él vivía quedó con el nombre de Muraleschak, que era el nombre anterior al de Pueblito. Los españoles lo bautizaron y así le pusieron. Pusieron nombres de blancos a toda la gente, los cambiaron con el bautismo. Fueron los primeros que se sometieron a la religión y aceptaron pagar los diezmos. Y fueron apareciendo Tumiñaschak, Yalantaschak y los planes de los otros que vinieron.

Había un Chillikirá, que trajo la trampa de ul. Para poder pasar, rompió para arriba, hacia Kampana, tumbando montañas. El cura, en una misa, le puso Montano, porque iba socolando montañas.

En las partes altas, además de Kasiano y Pellar, estaban tata Limeta y mama Illimpi, que eran de Pikotsutsichak, en Cumbre Alta. Alguien vivía al pie de la peña de Pueblito; se llamaba Mon, hojas de col; no se sabe si era hombre o mujer. Y vivía Paumpaun, hombre, que era uno que tocaba tambor, según habló un abuelo. Shari era una mujer que lo acompañaba, pero no se sabe si era hermana, esposa o qué. Tata Illimpi fue un cacique de antigua, muy arriba, en Piedra Grande, en Ñimpi. Los guambianos no son de una sola parte, sino que venían de varias partes y aquí se encontraron.

También resultó un Tunpalá, que, a la hora de bautizar, pusieron Manuel Tunubalá. Custodio Tumiñá era pareja de generación con Atanasio Dagua. El papá de Atanasio era Ignacio Dagua, que vino de Carpintero, como los Daguas.

Antes de Binto, eran los nombres propios porque no había blancos. Binto duró más de 180 años; es una generación, no tenía apellidos. Higinio Tumiñá duró 100 años y es la segunda generación; hijo de Binto. Custodio Tumiñá murió de 150 años; es la tercera generación. Vicente Yalanda, vivió 79 años, es la cuarta. Después venimos las tres o cuatro generaciones que vivimos ahora. Ningún guambiano ha podido remontar más allá de estas generaciones. Sólo Pedro Ulluné dice que él pudo remontar a doce generaciones. Raimundo Ulluné ocupó las tierras por la Peña, cuando vino con Custodio Tumiñá. En los sitios de vivienda de los Ulluné y los Tumiñá han pasado ocho generaciones.

Así contaba Custodio a Vicente Yalanda.


 
 
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