Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
GUAMBIANOS: HIJOS DEL AROIRIS Y DEL AGUA
 

DEL TATA KOLLIMISAK AL SEÑOR GOBERNADOR DEL CABILDO > HISTORIAS DE TATAS

Antes del Colón,3 nuestra autoridad guambiana era el Cacique, andaba con el bastón y manejaba todo dando el consejo que viene de la experiencia. Con el Colón las cosas cambiaron, llegaron el castigo y el juete para la autoridad. Ya no gobernaban y orientaban a la gente con el consejo, ahora daban juetazos según la gravedad de la falta; así se enseñó el Cabildo, comenzó a llamar a la gente y a dar juete. Algunos se ahorcaron o se tiraron al río por pasar la vergüenza de haber recibido el castigo del juete.

El principal era el cacique central, alrededor de él estaban los otros caciques, volteando para encerrar; allí se encierra con tom, allí se articula la globalidad de un territorio. El cacique central llegaba a las regiones y volteaba —recorría— por ellas acompañado con los caciques menores para dar el sentido de los territorios que se cobijaban por su autoridad y fijar sus límites con otros pueblos.

El Cacique trabajaba en común en Pupayán; otros caciques se relacionaban con él. Había mingas de cacique que no eran para el provecho personal sino para el bien común; su producción se guardaba y se repartía cuando llegaba alguna escasez.

En esa época no había médicos tradicionales. El cacique tenía que saber sobre las plantas, sobre el agua y la luna, sobre la sociedad y la naturaleza. Miraba la luna y el sol y los seguía para ver cómo estaban y cuándo cambiaban. Y se compactaban entre caciques. El poder de los caciques venía de las sombras invisibles, como Isipansik, la del viento. Hay otra que es Kallimpansik. Otra es Luropansik, la sombra de la tierra. El que podía hablar con ellas era el cacique. El cacique hacía remedios con plantas y hacía trabajo de derecha a izquierda y aparecían: Trepansik, sombra de la lluvia, Pishipansik, Kosrompotopansik, y Srepantsik, que era del rayo y venía alumbrando.

Toda esta historia está guardada en el sombrero propio, el kuarimpoto, que camina en caracol, como la concha del caracol. Mayá es el punto en el centro del sombrero, allí hay uno, el centro, un cacique. Allí está uno que dirige, que ve todas las cosas y que va girando alrededor, encontrando muchos caminos y organizaciones. Cuando llega al extremo del sombrero, el cacique Payán llega al extremo del territorio, de la casa de los guambianos; pero no se sale de este extremo, no se desprende porque va unido con un tom, con un hilo, y va volteando otra vez para encontrar el centro, se devuelve por el mismo hilo hasta llegar al centro.

Allí es el centro de la casa, en el fogón, en la candela. Cuando los hijos nacen, están reunidos en sus banquitos alrededor del fogón, oyendo a los mayores que dan el consejo que viene de la experiencia. Cuando crecen, salen a buscar mujer. Muchos van lejos y decimos que pichip mento kun (desenrollan el hilo); cuando regresan, se dice kirrop mento kun (enrollar otra vez el hilo).

Las familias son un capullo invisible que se forma de un hilo muy fuerte, envuelto y que nunca se rompe.4 No importa que la gente se vaya muy lejos y por muchos años, nunca deja de pertenecer pues siempre sigue estando unida por ese hilo. En el fogón está el centro.

Esta tierra en que vivimos es un kuarimpoto, un sombrero de lo propio, que flota sobre el mar. Los anteriores vivían allí. En su centro, estaba la laguna.

En Pupayán era el centro del yautu puya paya; los caciques o cacicas unidos existían allí. Estaban unidos entre caciques, también lo estaban con los indígenas de aquí, de estas tierras: guambianos y pekmisak,5 los paeces. Trabajaban todas las sementeras y guardaban todos los productos en la casa de los caciques, Pupayán. Y de allí mismo se repartía cuando había una hambruna o una escasez, pues había una unidad. Todos vivían bien, unidos entre todos.

El cacique Payán, con los caciques de Cajibío, Chimborazo, Chisquío, Usrentau, Ampaló, Nuyapale, Tunía, Pishitau, Atiku, Piendamú, eran la unidad. La cacica Micaela vivía en Nuyapale. Alrededor de los caciques se encontraban unas mingas, todos se ponían de acuerdo para ver el territorio y poner los límites.

Los caciques se nombraban para cuatro años y los que salían quedaban como ayudando, como un Consejo, quedaban de consejeros y ayudaban a hablar en los matrimonios con su experiencia. Para elegir al cacique no se miraba el vestido sino el manejo, se miraba si aplicaba el mayelo, el latá-latá, el linchap. Esos eran los caciques que venía de tiempo adelante, nosotros venimos atrás de ellos.

Primero fueron los caciques venidos del agua, de Pishimisak. Kallim y Pishimisak los sacaron del agua y los criaron con sus alimentos propios. Para los caciques que vinieron después, había que hacer un trabajo de todos los guambianos para nombrarlos. Este trabajo era como una reunión, pero no se decía reunión sino chikopen marsrap linchachinrrap, trabajo.

Era el aship lliranrrapelo. Citaban por todas partes: Tunía, Cajibío, Ampaló, Usrentau, a todos los guambianos. Los citaban para nombrar caciques. Preparaban chicha y comida para los que venían al trabajo. A los 3 días, llegaban a una parte los que iban a trabajar.

Para el trabajo se usaban unos palitos corticos. Cada uno empleaba 48 palitos, cada uno tenía. Había también los aship,6 que eran como los que llaman hoy fiscales; ellos tenían que mirar que el trabajo se hiciera bien; eran cuatro, nombrados por el propio pueblo.

Los aship tenían cuatro huesos de animales del monte, que eran como los plomos del juego de hoy. Eran cuatro aship, pero no trabajaban al tiempo, primero trabajaban dos y después otros dos. Los plomos eran los huesos de las rodillas o las paletas de los animales. Cada aship usaba dos huesos y dos guangos7 de palos de 24 cada uno, o sea, 48 palitos bien arregladitos.

Se nombraban los que iban a trabajar tirando los huesos, dos de cada lado (derecho e izquierdo) o sea cuatro y un aship de cada lado. Los cuatro que tiraban eran gente de experiencia, pero no se sabe bien quienes eran. Tenía que haber mucha gente acompañando, recibían chicha y comida. A los que iban a trabajar a un lado les preguntaban quién les gustaba para cacique y los aship tenían en cuenta los candidatos; a los del otro lado también les preguntaban. Entre los cuatro salían cuatro candidatos a caciques. Entonces, a cada uno que iba a trabajar le daban un hueso. A los candidatos no los ponían a trabajar tirando el hueso.

Una raya de tres brazadas al comienzo colocaba a cada uno. Y cada uno debía avanzar por su lado, los de la derecha no podían pasar a la izquierda y los de la izquierda no podían pasar a la derecha. Desde aquí tiraban el hueso a tres brazadas; comenzaban al tiempo. El total que había que avanzar era ocho brazadas; al llegar allá tenían que devolver.

El tiro debía llegar a cada punto exacto, ni antes ni después. Cada vez se tiraba desde el mismo inicio, antes de la raya, pero llegando cada vez al punto siguiente. El que tiraba iba a recoger el hueso de donde quedaba y lo traía al punto de partida para volver a tirar.


Gráfico 20: Esquema del trabajo para nombrar cacique


Comenzaba el derecho. Como el hueso de uno quedó sobre el del otro en el punto 1, el aship ponía dos palitos. Pasaban los palitos de un guanguito al otro. Al hacer otros dos, como en el punto 2, ajustaba cuatro válidos y pasaba cuatro palitos al otro lado. En el punto 3 no se tocaron, cayeron separados y no hubo puntos; no daba ningún palito. En el punto 4 tampoco fue válido porque no se montaron, aunque sí se tocaron, pero como ganaron ya los dobles, no daba ningún punto.

Los de la izquierda fallaron la primera; no fue válida. En el punto 2 quedaron tocaditos y dio un punto, pasó un palito. En el 3 cotejaron los huesos y valió 2 puntos. En el 4 falló y no tuvo puntos.

Y volvían a comenzar. El que primero acababa los 24 palitos ponía el cacique. Para el trabajo completo tenían que hacer el recorrido 4 veces. Se forman 8 vueltas. Duraba el día y al otro día otra vez. A los dos días, los aship recogían los palitos y los plomos de hueso y los guardaban.

Valían los dos caciques del lado que ganaba. Esos eran los dos caciques principales, pues siempre iban por pares. Los del otro lado eran los caciques menores. Pero tenían que dar apoyo a los otros. Esto es lo que llamaban trabajos de nombrar caciques.

Para nombrar los candidatos a cacique, salían viendo desde el mismo matrimonio conyugal, que se llamaba así porque no había sacerdote para celebrarlo; los mismos caciques daban el matrimonio. Veían el manejo desde joven: que no hablara palabras pesadas, ni fuera peleador, cómo era para respetar el derecho a la tierra, si era una persona amplia que hablaba para todos y no sólo para él o su familia. Desde joven iban notando: cuando llegaba a otra casa, si le daban comida, miraban si comía todo o llevaba para su casa, si comía la sopa y llevaba los pedacitos de carne a sus hijos o a su papá o a su mamá; si no llevaba, lo sabían fichar que no era hombre responsable en el matrimonio.

Todo esto miraban. Cuando aparecieron los gobernadores, también miraban esto al principio; después olvidaron y cayeron en el error.

También había mujeres cacicas, porque sí sirven, vinieron juntos en el río. No como ahora que dicen que una mujer no sirve para gobernadora.

El manejo de los caciques en ayudar a los pueblos es un derecho. También era derecho el del manejo del matrimonio. Se dice que es namuy kollimisak namera, el derecho de los mayores.

Los primeros caciques eran los tatas de la gente de nosotros, las cabezas de esta familia. Venían por el agua, salidos de los derrumbes, y la gente los sacaba para que enseñaran y dieran la autoridad y la multiplicación. En las palabras con que llamamos a nuestros mayores, a los abuelos más ancianos se les dice los caciques del agua, los abuelos del agua.

Se habla pisushur al bisabuelo (que viene de pisu, laguna, y shur, mayor o abuelo); se llama pisushura a la bisabuela (que se forma de pisu, laguna, y shura, mayora o abuela). Son los abuelos que vienen de las lagunas. Con esas palabras se habla de la cuarta generación hacia adelante, hasta llegar a los primeros mayores que vivieron. Sin embargo, hay gente que no usa estas palabras, sino que los llama pisuapwelo y pisuapwuela, con el mismo significado.

Estos términos redondean nuestro sistema de parentesco, que es de tipo clasificatorio, para las generaciones de ascendientes. A partir de allí, todos los demás antepasados ascendientes en línea directa quedan comprendidos en esta categoría, bajo este término. Cuando se buscan las generaciones anteriores de cada familia, siempre se llega a los abuelos del agua, a los caciques que vinieron con las crecientes y que son los mismos para todos los guambianos. Ellos son los tatas de cada familia. En la medida en que este hecho ocurre en todos los grupos de parentesco, los antepasados más anteriores, aquellos que van adelante, son comunes para todos los guambianos y, por lo tanto, nos hermanan dentro de una misma gran familia que abarca toda la sociedad. Entonces, el cacique era tatakollimisak.

Una característica semejante se presenta para los descendientes más lejanos que se reconocen. A los nietos y nietas, así como a las generaciones que los siguen, se los llama apwelo urek, es decir abuelos niños. De esta manera, se cierra un ciclo y, al mismo tiempo, se inicia otro. Esta concepción se muestra también cuando al nacer un niño se dice que nació un numisak,8 un pishimisak.

El sucederse de estas tres o cuatro generaciones completa 80 ó 100 años, que conforman un ciclo mayor, al cabo del cual viene un nuevo niño del agua, un piuno, pero también, como acabamos de ver, un pisushur.

Los caciques nombrados, aquellos que vinieron después, también eran tata; eran la descendencia de los primeros, cabezas de la sociedad.

¿Por qué los anteriores dicen tata al gobernador del Cabildo? Porque es la palabra grande que abarca todo; él tiene que ver a todos los guambianos, malos o buenos, porque son gente suya. Los primeros capitanes, —los antiguos y no aquellos que vinieron con los ejércitos de las guerras civiles—, así como los caciques, son nacidos del agua. El gobernador está reemplazando a los caciques.

Hay quienes no entienden por qué el gobernador es tata. Pishimisak es el papá de todos, la mamá de todos. Los hijos de Pishimisak venían en el agua. Es el principal padre de todos, la principal mamá de todos. No hay otro, no hay otra. Al cacique se le va a decir que es mi papá, mi mamá. Se le dice tatakollimisak, que es mi papá de razón, de respeto, que es un mayor de experiencia.

Después vinieron los hijos de los caciques, los capitanes, que ayudaban a hablar las razones.

Y del capitán, de los primeros capitanes, se pasó al gobernador. Entonces le decían tatakollimisak, que es el papá de todos los de aquí, que viene de Pishimisak. Desde allá viene un solo padre para todos. El Cabildo es como el “ministro” de Pishimisak. Al recibir las varas del Cabildo se hacía un refresco a la casa del gobernador, no al gobernador sino a su casa. Hoy ya se ha perdido esta idea.

La gente comenzó a olvidar, adentro empezaron la división y las peleas. Y los guambianos hablamos de tata guberna. Los gobernadores dijeron que “por qué me llaman kollik, que yo no soy viejo, que viejo es una ruana deshilachada que no sirve para nada”, y les dio vergüenza. No entendían que no es viejo sino mayor en la experiencia, alguien que puede dar consejo; pero ellos daban juete y se olvidó el consejo. Y la gente les habló diciéndoles tata gubernadur.

Otros que vinieron después tampoco tenían cabeza para entender, dijeron: “no me diga tata, mire que tata es su papá y su mamá”. No entendían que no es tata de la casa pequeña, de la familia pequeña de la sangre, sino del territorio y de todos los namuy misak. Y la gente les habló: señor gobernador. Y así se perdió el hilo de la autoridad propia, no se encuentra el camino.

Este proceso resultó cuando entraron nuevas formas de autoridad venidas de afuera al seno de la sociedad guambiana. La República consolidó el Cabildo para desplazar a los caciques, que habían logrado mantenerse durante todo el período colonial. La intención era extinguir toda forma de autoridad propia guambiana y crear un gobierno que estuviera absolutamente a las órdenes de los blancos.

Los guambianos luchamos por apropiarnos este elemento nuevo como una forma de autoridad propia o, mejor, logramos usarlo en ocasiones para conseguir algunos de nuestros intereses, dándole así un carácter doble, ambiguo: unas pocas veces lográbamos ciertas cosas por su intermedio, la mayor parte del tiempo servía a los fines de terratenientes, curas y politiqueros en contra de los nosotros mismos. Incluso, por un tiempo conseguimos mantener una existencia restringida del cacique bajo la figura del gobernador, reeligiéndolo muchas veces por períodos sucesivos; así lo entendió el gobierno en los años veinte de este siglo, cuando obligó a que se cambiara cada año, como mecanismo para contrarrestar la situación.9

En 1979, el trabajo que un grupo de dirigentes guambianos realizó entre todos los namuy misak logró “recuperar” el Cabildo y ponerlo al servicio de la lucha por la tierra y por el territorio. Todo con base en el pensamiento de que es la máxima autoridad, que se trata de un “cuerpo del Cabildo”, del cual el gobernador constituye la cabeza.

Desde entonces, también el gobierno colombiano busca recuperarlo de nuevo para su servicio y lo presiona para que se encargue casi exclusivamente de los asuntos de la relación entre nosotros y las entidades oficiales, así consigue que descuide el trabajo interno y engrandece el papel del gobernador frente al resto de los miembros del cuerpo del Cabildo. Poco a poco la cabeza se ha ido haciendo todo el cuerpo y cada día el Cabildo pierde autoridad entre nosotros.

Entonces, ¿en qué ha venido quedando la autonomía de los caciques con el pequeño cabildo de la ley colombiana? El mayelo, el latá-latá, el linchap se van perdiendo.


 
 
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