Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
GUAMBIANOS: HIJOS DEL AROIRIS Y DEL AGUA
 

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Minga de Caciques

Los anteriores hacían varias clases de mingas, algunas de las cuales se han olvidado con la dominación. La más antigua y la principal era la minga de los caciques, que se hacía en la época de antes de Colón. Una parte del producto que se cosechaba se repartía entre todos los participantes. El resto, que era la mayor parte, se almacenaba en grandes depósitos en Pupayán y se entregaba al pueblo cuando llegaba una época de escasez; era mayeiley.

En esta minga se daba una gran unidad de los caciques de las distintas partes y de toda la sociedad guambiana alrededor del cacique central. Las comunidades iban a mingar, alik, con el cacique Payán, para todo el pueblo y no sólo para él. Así era la minga de los caciques.

Minga del Cabildo

Después que llegaron los españoles, la principal de todas y la más importante vino a ser la minga del Cabildo, en la cual participaban todos los guambianos. Una parte de los productos de esta minga se daba en latá-latá a todos los participantes que acompañaban, linchap; otra parte era para las necesidades del Cabildo. Cuando se llamaba a esta minga, todos tenían que ir. Si alguien no ponía cuidado y hacía una minga particular, el Cabildo mandaba traer toda la minga a trabajar.

Para esta minga alistaban mucho maíz y piedras de moler. Desde una semana antes, mingaban a unas jóvenes para moler el maíz. Trabajaban con las piedras y tenían fuerza y volvían polvo el maíz. Duraban dos o tres días con sus noches moliendo para la chicha. En la molienda había kuumarop, se cantaba al ritmo de las piedras para imitar el sonido de la torcaza: una canta en el nido y otra encima del árbol, a veces triste, a veces contenta. Las jóvenes cantaban mientras molían; si alguna cantaba mal, no podía moler. Pero había otra forma de hacer la chicha sin moler el maíz, masticándolo después de cocinado; la saliva hacía fermentar el maíz y daba muy buen sabor a la chicha.

Si una persona tenía un lote de tierra buena, el Cabildo le pedía para sacar una cosecha para el Cabildo. Pero no se sabe bien en qué invertían el producto, que era bastante porque en esa época la tierra producía sin abono. A los que acompañaban, les repartían por jigradas.

En otras mingas del Cabildo no participan todos juntos, sino que se organizan varias, por zonas de alcalde. El gobernador acuerda con alcaldes y alguaciles. Estos van a citar a la gente con ánimo y rígido; por eso tienen que llevar su vara. Llaman para sembrar o hacer eras y va toda la gente, pero no es todo el mundo. El alcalde de una parte organiza para sembrar esa parte: Puente Real y Michambe hacen una, Campana y Pueblito otra, y así las demás zonas.

A cada uno le toca llevar su café. La gente llega tarde, por ahí a las 10, y levantan el trabajo a las 11 para descansar; luego siguen de las 12 a las 3. Pero rinde mucho. Van hombres y mujeres. En cada lugar siembran distinto según el sitio: trigo, maíz o papa. En el trabajo, los que van atrás y terminan su tarea, se pasan adelante y dejan un espacio para que los demás sigan trabajando. Los alguaciles avisan cuando es la hora del descanso para tomar café, pero en otras ocasiones paran cuando están cansados. Nadie controla eso. El alcalde o los alguaciles avisan que ya es hora de trabajar de nuevo.

En la minga del Cabildo, éste mingaba en biencomún. A veces los guambianos hacían acuerdo con otras comunidades para hacer chambas: Quisgó y Pitayó han hecho, por Petacas hay chambas en tierra y amuralladas, en Pozo Negro también las hay, por Cresta de Gallo hay en tierra y alambrado. El Cabildo miraba mucho los límites del nupirau.

El individualismo ha ido debilitanto las mingas más grandes. Ahora, hay algunos que los llaman a mingar, pero no salen. Por ese motivo hay razón para regañarlos, pero no hay otro castigo porque no se considera falta tan grave. Ellos se van apartando de su gente. En otra época, cuando el Cabildo llamaba a trabajar y alguno no iba, lo regañaban muy fuerte, pero también podían ponerlo en el cepo.


Foto 45: Minga del Cabildo en la recuperación de Santiago,
durante una reunión de autoridades indígenas del suroccidente,
con participación de guambianos, paeces, pastos y solidarios


Minga de hacer o arreglar puente

También había otras mingas de trabajos que beneficiaban a todos, principalmente para hacer puentes y caminos. Las carreteras que hay en nuestra tierra han sido trazadas por los guambianos y los puentes hechos por nosotros mismos. Eran mingas estrictas y todos tenían que participar.


Foto 46: Minga conjunta de guambianos y paeces
para arreglo de un puente en Juanambú


Para la construcción del Puente Real3 se hizo minga. Primero se derribaron los árboles, luego se limpiaron y fueron transportados por los hombres mientras cantaban, arrastrándolos con bejucos, rejos de cuero y palancas. El lugar de un nuevo puente era bautizado por curanderos que llevaban hierbas.

En las mingas de puente, la madera se traía siempre de Nesiamuntaña.4 Salían hasta 600 personas, que cantaban mientras iban hacía arriba. Para poder tumbar la madera sin peligros, el sabio propio tenía que pedir permiso a Pishimisak. Cuando acababan de cantar y antes de tumbar el árbol para la viga, le hacían una muesca alrededor para poner los rejos, pues luego de tumbar el árbol nadie era capaz de alzarlo para amarrar; así, después de caído, no era sino pasar la punta por la muesca y amarrar.

Al lado de la viga iban tres cantantes que decían: achira, juisa piumay amun, vamos para el río. El canto se cantaba todo el tiempo por los tres cantantes; ellos iban aparte y no tiraban de los rejos, su trabajo era cantar. Iban a ambos lados del palo. Los sabios propios hacían remedio para que la viga no se dañara ni hiciera daño a la gente. Nombraban a Pishimisak y le echaban una rociadita del refresco. De acuerdo con la señal que sintieran, se le echaba el remedio a la viga, fuera señal a la izquierda o a la derecha.

Según el nombre de la madera, los cantantes decían: aisha, achira, tachira, jua uwa, y ahí mismo los macaneros ponían el rejo. Decían: oa, oa, y todos tiraban del rejo con mucha fuerza. Si la viga sonaba, el cantante alzaba la mano derecha y decía: a, a, y todos se detenían Si la madera estaba sonando era porque iba a lastimar a alguno; entonces, los que tenían macana5 puntaleaban de cada lado y volteaban la viga antes de jalar otra vez. Cuando iban por un plano, decían: jaisa, áchira, ea, ea, y todos tiraban con fuerza y la llevaban de una vez hasta el río. Cuando estaban llegando a donde iba a ir el puente, los anteriores hablaban muy distinto para poder colocar la viga. En su palabra decían: larrokurnantrap, es decir, que el agua está pasando de arriba para abajo y hay que poner la punta del otro lado, quiere decir como “brincar esta agua”. Entre tantos, cantando y riendo, llegaban muy rápido, en un día. Más tarde, todo fue cambiando y la gente se burlaba de quienes cantaban.

Cantaban para que el palo corriera sin problema. Con ese canto y metiendo macanas por ambos lados, la viga se movía bien. Si alguien iba a morir aplastado por el palo, éste también gemía. Si iba a machucar a las personas, la madera avisaba con un sonido; y la gente sabía entender y decía: “¡Jesús Credo!, va a morir alguien”. Al jalar el rejo, éste se soltaba y tumbaba a las personas.

Hay una paja que llaman kurrapu. Con un ramo de ella hacían una escobita y la llevaban para ir barriendo alrededor de la madera. También hacían soplos por abajo y por arriba; éste era el remedio para cuando la madera comenzaba a rugir; así, machucaba, pero no mataba a la gente. La madera es viva. No dejaban asomar a los niños cuando pasaban con la viga; si se asomaban, los ponían encima del palo que traían y los juetiaban. Lo mismo hacían con las mujeres. Decían que si los niños y las mujeres veían arrastrar la madera, el palo se atrancaba, no corría.

Para hacer un puente antiguo, hay las vigas gruesas que van de lado a lado del río, trabadas en una y otra dirección. Encima de ellas va un tendido de macana colocado a lo ancho y bien parejito. Luego se agarra el tendido poniendo un listón por encima y otro por debajo y amarrándolos con bejuco de monte o de china.

Para la construcción de los puentes de ahora, la gente aporta trabajo, piedra redonda del río y arena. Cuando es lejos, en los Altares por ejemplo, la gente ayuda a transportar el material a caballo o a pie. Las mujeres tienen los cebollales allá; cuando van a trabajar, llevan una tablita o una arroba de arena o de piedras. Así, todos ayudan.

También se hacían mingas para reparar los puentes, como el Puente Real; la última vez que se arregló fueron unos 500 ó 600 compañeros a la Nesiamuntaña para traer madera muy gruesa.

Para arreglar el Srapepiudzik, el último puente de arriba, se citaba a todos. Caminaban para arriba y en un día traían las tres vigas gruesas y, a veces, alcanzaban a poner el tendido. Toda la gente era una unidad que se movía para allá y para acá; esos trabajos sí eran rígidos. Había que estar a la hora exacta y al que llegaba tarde lo reprendían. Todos, alcaldes, alguaciles y gobernador, tenían que ir con las varas. Si veían a alguien que no trabajaba, lo regañaban. A los alguaciles los regañaban los alcaldes y a estos el gobernador, para que estuvieran bien despiertos en la tarea. Y si no hacían caso, les decían que para eso eran los hombres, que apretaran las correas. Pero no había que hablar con palabras bajitas, sino que tenían que ser rígidos. Si no hacían caso en esa forma, les decían: “¿ustedes qué están viendo, quieren que quememos con un pedazo de ortiga o quieren un pedazo de carne?” (ortiga es el látigo de juetiar que trajeron los españoles al Cabildo y la carne es un cuero para pegar).6 El alguacil sacaba el látigo en la mano y la vara en el otro y así se movía toda la gente. En tiempo de los caciques no era así, la gente trabajaba con voluntad, no había envidia ni egoísmo y todos iban a ayudar; con los Cabildos ya se iba perdiendo la autoridad propia.

Para tumbar montañas, se hacían mingas en las que se tomaba chicha sin panela, con hojas de limoncillo y cedrón. Las mujeres llevaban leña y comida. Daban mote con papa, ullucu y coles o sopa de maíz con papa, que es la comida de ser indio y de ser pobre. La chicha se servía en mates y la comida en tazas de barro y con cucharas de madera.


Foto 47: Casa-museo de la Cultura Guambiana: Tazas para servir la comida en las mingas;
eran de distintos tamaños para poder servir de acuerdo con cada persona



Foto 48: Casa-museo de la cultura guambiana:
Olla de barro y revolvedor de madera para cocinar en las mingas


Se llegaba a la minga almorzado desde la casa,7 se descansaba a las 11 y a las 2 para repartir chicha o coca, y se terminaba la tarea a las 3 ó 4 de la tarde. Todos los hombres llevaban su trabajo de hacer sombrero y adelantaban una o dos cuartas de trenza durante el descanso. Las mujeres tejían jigras e hilaban lana. Al pararse a trabajar otra vez, los mayores guardaban los tejidos e iban a trabajar con la pala. El tejido se llevaba a todas partes y hasta los domingos había que tejer.


Foto 49: Un mayor teje el sombrero propio en la vereda Cuanda


Por la tarde, al terminar el trabajo, se daban dos tazas de comida a cada trabajador; éste medio la probaba y llevaba el resto a la casa para comer con la familia. Al otro día, por la mañana temprano, lo invitaban a almorzar con mazamorra con leche o mejicano y ese era el momento de devolver las ollas que había recibido prestadas para llevar la comida a la casa. Si de una casa habían participado varias personas en la minga y sólo iba una por la mazamorra, le daban una taza por cada uno que participó y tenía que llevar una olla propia para cargar.


 
 
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