Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
GUAMBIANOS: HIJOS DEL AROIRIS Y DEL AGUA
 

VIVIR COMO NAMUY MISAK > ALIK (LA MINGA)

ALIK (LA MINGA)

La minga constituye parte fundamental del pensamiento propio, de la manera de vivir como guambianos. Los mayores hablan que “la minga es como una fiesta”, un gran momento de estar juntos todos los guambianos; es kasrak lincha. Con ella se vive según la idea propia de mayeiley, latá-latá y linchap. La minga es alik porque es acompañar en el trabajo. Decir que la minga es alik queda muy claro en guambiano, pero es muy difícil de entender en castellano. La minga comparte, es una fuerza, hay una unidad. La minga está relacionada con los colores de Kosrompoto, pero no se sabe bien cómo.

La música y la danza eran una fuerza y un calor que daban continuidad a la actividad de alik. No podían faltar en las mingas. El palepaluz, tambor y flauta, también mingaban. Los musiqueros iban a la minga tocándolos y, al oírlos, la gente iba detrás a mingar.

Un mayor de Pueblito recuerda la importancia de las mingas y cómo la música propia era una parte fundamental de ellas:
Mi abuelo era de Floramarilla y mi abuela de Talanguera arriba, que era Guambía y hoy es Quisgó.2 El era médico de lo propio; tocaba flauta, tambor, guitarra y luína (dulzaina). Tenía dos cuñados que también eran médicos de lo propio y músicos. Mingaban y el abuelo venía a caballo y traía su tambor. Yo lo cargaba.

Venían por la quebrada Aguablanca, que tenía un vado en la parte ancha. A las 5 de la mañana llegaban. En un cuero grande arreglaban todo. Echaban chicha al tambor por dentro y lo frotaban por fuera para apretar y templar. Lo ponían a un lado y limpiaban la flauta y le echaban aguardiente y la meniaban y volteaban y, si no se regaba, decían: “así sí, así sí”.

Al terminar, decían: “ya, ya”; y los alzaban y hacían la música antes de amanecer. Toda la guaicada mingaba. El abuelo flautero, tocaba. Todos llegaban al amanecer, hombres y mujeres, y les daban chicha. El dueño de la minga decía: “abuelos, ahijados, nueras, nueros, vamos a mingar todos”.

Entre los cuatro músicos, dos tamboreros y dos flauteros, tocaban adelante, durísimo, y la gente se iba adelante en filas a voltear eras y enraizar potreros. Iban las mujeres y los hombres. Dos mujeres no podían trabajar juntas porque dejaban puntas por falta de fuerza. Ponían entreverado: un hombre, una mujer, para que fueran parejito.

A mí me mandaban con una guasquita anudada. Cada trabajador hacía un nudo y así mandaban la razón de cuántos eran, para que las cocineras prepararan la comida. Era la cuenta de la minga. Yo era pequeño.

Había mucha minga para traer vigas y tirantes para las casas de paja que todos hacían. Después traían la paja. Cargaban todo el día desde Guambía y el Alto de Cacique, en donde la compraban. Terminada la casa, hacían la chucha.

Al año la bajaban y ofrecían aguardiente. Eso era hacer yatsaperrap. Le daban dos botellas o más a quien la mataba; al que no, lo hacían gastar a él. Se hacía para que, al matarla, no llegara la chucha a la casa a comerse las gallinas. Para matarla, había que mingar a la gente. Y allí la pasaban contentos y en unidad.

En las mingas pequeñas repartían comida al día siguiente también. En la tarde de la minga daban dos tazas de comida; a la mañana siguiente daban una sola. Duró así años y años.


 
 
www.luguiva.net - 2010 ® contacto@luguiva.net
Bogotá - Colombia