Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
GUAMBIANOS: HIJOS DEL AROIRIS Y DEL AGUA
 

LA VIDA ES UN IR Y VENIR > CICLO ANUAL > La visión de los mayores

Al hablar con los mayores, ellos cuentan lo que dice nuestra tradición sobre la lucha entre páramo y aguacero. Se ha investigado con mayores guambianos de Guambía, Morales y Piendamó2 y ellos han ido diciendo la historia.

Dicen que Srekollimisak vivió una vez con nosotros y luego se fue a vivir a las peñas en las altas montañas; tenía una vara que lanzaba llamas. Corría cordillera abajo en un caballo blanco que levantaba viento con sus cascos por todas partes por donde pisaba. Gritaba arriba y unos pocos minutos después gritaba abajo, lejos; al otro día, la nube estaba ya en la laguna de La Chapa.3 Es muy andariego. La nube es su caballo blanco.
Unos ancianos venían a trabajar al pie de la peña. Una vez que no estaba haciendo trueno, subieron y encontraron a Srepalei durmiendo. Era un hombre grande y lo vieron con el cuerpo como rajado y como si tuviera echado un polvo. Tenía las manos completamente rajadas también.

Cuando llegaron, él se levantó y les preguntó a qué iban. No se sabe qué le contestaron. A uno de los ancianos le dijo:

-Yo voy a venir cuando vaya a llover o a hacer un trueno.

Pero lo que él dijo fue que iba a venir gritando, na arrumonrrun srawap. Y les anunció que antes de venir iba a mostrar su nakporotsik, vara de candela del rayo.

Los antiguos decían que Srepalei era un señor viejo que hacía tronar tocando su tambor.4 Srekollimisak es el que toca, es la sombra de los aguaceros. El relámpago es Srepansik, el espíritu de aguacero. Hay dos distintos: el de páramo, que es del lado izquierdo, y el de aguacero, que está a la derecha. Los ancianos que subieron a la montaña se dieron cuenta que la nube era el caballo de Srekollimisak.


Foto 2: La nube de Srekollimisak sube por Cumbre Achi en la mañana


Cuando éste se levantó, les mostró la vara. Se apareció a varios que fueron allá y no a uno sólo. Y les dijo:

-Si alguien pasa por donde caiga el rayo, sea ave o gente, le va a dar la misma enfermedad mía. Si alguno busca leña donde se asentó el rayo, le saldrá rasquiña y todo el cuerpo se le volverá rajado.

Otro anciano contó que el viejo era lleno de llagas o costras secas y bien rajado. Si uno se lo encuentra y lo ve así, le va a dar esa enfermedad. Si ve al viejo bien sano y sin llagas es porque no le va a pasar nada. Si la persona que pasa por donde cayó el rayo es chishik, es decir, que tiene el cuerpo muy frío y por eso está de acuerdo con aguacero, asr pishik srepa lateik, éste no la penetra ni la coge esa enfermedad.
Antes de venir el relámpago, apenas medio se ve su señal como un reflejo blanco, rojo y negro, y se le dice Sremusik porque es la sombra, la señal. Cuando ya llega, es Srepansik, la forma de nube que viene por encima de las cordilleras o de un río y puede ser negro o blanco. Cuando Srekollimisak vivía en la tierra era como gente, por eso se dice que es misak. Cuando se fue por el palei, por lo alto, por el espacio, recibió otro nombre: Srepalei.

El aguacero de abajo tiene tres rayos: el blanco, que es el más suave y apenas medio quema los árboles, el rojo, que es más fuerte y quema, raja y tumba los árboles y corre por los alambrados hasta el final, y el negro, que cae en la tierra limpia, donde no haya árboles, y corre por ella haciendo zanjas que quedan negras, por eso se le dice que es el arador.

El del páramo también tiene tres rayos: el blanco, el negro, que es el más fuerte y cae durante todo el día, tronando despacito como entre una olla, y el rojo, que va acompañado con el viento y no cae para abajo sino tendidito de acuerdo con la nube. Cuando se refleja así tendido, el del aguacero de abajo le contesta con el mismo rojo, pero éste no es tendido sino que cae clavándose, clavándose hacia abajo.

Srekollimisak era muy bueno. Tenía casas en los lliitsik, filos, y en los tun, los cerros más altos en donde culminan las lomas, por donde había rastrojos grandes, montes; ellos eran su casa y también eran la casa del agua.


Foto 3: Monte cerrado en proximidades de la laguna Palo pisu, en el cerro de Nuurrotun (Locas).
En su mayor parte, el páramo estaba cubierto con este tipo de vegetación primaria
cuando Srekollimisak vivía allí


Dentro de esos montes había árboles que producían, cargaban y recibían agua. Además de estos, había muchos otros árboles; ni los animales ni la vegetación escaseaban. El agua no se secaba, siempre había humedad. Los árboles que se encontraban cerca de las lagunas eran la raíz del agua; en esos tiempos las lagunas vivían bien llenitas aunque no cayera mucho páramo.


Foto 4: Laguna Nupisu, Piendamó, el centro de la sabana, el centro de todo


En las sabanas, en los lugares en donde hoy se encuentran árboles de korrak koshak, chilko rojo o encenillo, hay palos gruesos y rojos de kuitusr, granizo, ankuchi u, flor de mayo, aliishik, uvas de páramo, y otros más delgados, enterrados a uno o dos metros de profundidad. Eso quiere decir que las que hoy son sabanas, antiguamente eran montañas con grandes árboles y que las sabanas de pajonal y fraylejón eran más pequeñas que hoy.

El agua caía y eso era bueno para la vida. A medida que la gente fue tumbando ese monte, el agua, los ojos de agua, el Srekollimisak y su casa, toda la vegetación y sus animales desaparecieron.


Foto 5: Como se ve aquí, en Ánimas, yendo hacia Palasro,
el monte se va derribando para dedicar la tierra
a la agricultura y la ganadería


Antes, cuando él andaba aquí y las gentes no le hacían caso y seguían tumbando el monte, él les llamaba la atención con el trueno y agitando su vara, el rayo. Si no le ponían cuidado, se las tiraba encima.

Los mayores recuerdan que una vez, en medio de una tempestad, la gente quiso echar a Srekollimisak y para conseguirlo le tocaron el tambor. Aquél se enojó y vino con su vara y mató al que tocaba. La gente le puso un kel, un mejicano, y su vara se clavó allí. Entonces se fue lejos. Él producía los vientos en las lomas cuando lo hacían correr.

Para que los humanos no atravesaran por sus pasaderos ni recorrieran por sus lugares haciendo daños, derribaba grandes árboles que quedaban acostados sobre los caminos, cerrando el paso. Uno oía un gran estruendo a lo lejos y, cuando llegaba hasta allá, encontraba los árboles caídos.


Foto 6: Srekollimisak tumba los árboles para impedir la entrada de gente
a las grandes montañas


Aún hoy, cuando algunos tumban las montañas, Pishimisak se enoja y hace que se corten una mano o un pie y los deja ahí, emparamados.

Cuando la gente comenzó a ir al páramo y a producir humo, haciendo fogón y quemando, él se enojó cada vez más hasta que se fue para no volver. Aprendimos a quemar las montañas y quedó la laguna vacía. Entonces se quemó la casa de Srekollimisak, la sombra del agua. Al quedarse sin casa, él se fue y se acabó el agua. Por eso hay veranos muy largos.

El español que vino de afuera enseñó a quemar porque no era su casa. Nosotros aprendimos y hemos ido acabando con la nuestra. Ha sido una manera de irnos acabando a nosotros mismos poco a poco.


Foto 7: Quema de la sabana en Kalusrukketasro con el fin
de ampliar los potreros para ganadería



Foto 8: Ganado cerca de la laguna Palopisu,
en sitios que fueron de monte y sabana


Los mayores cuentan una historia acerca de porqué se fue Srekollimisak. Así la habla Cruz Tunubalá, de Cacique:
Una vez, en una montaña, él molestaba mucho con esa vara a un labrador, alumbrándolo a cada rato. Cuando se calmó y dejó de molestar, el trabajador se fue a asomar y vio a un hombre grande y viejo que tenía una vara enterrada a su lado. Se acercó, cogió unas hojas de ali, envolvió la vara y se la llevó a esconderla.

Kollimisak vino detrás de él para quitársela. Cuando llegó a donde estaba, le dijo que esa vara era la de su trabajo y que con ella se orientaba. Y le ofreció un bulto de maíz para que se la devolviera. El labrador pensó en ganarse ese maíz y se la entregó. Al recibir el bulto, vio que estaba lleno de oro.

El anciano tenía todo el cuerpo reventado y lleno de arrugas y de sangre. Cuando el rayo descarga sobre la tierra o sobre un árbol o una casa, contagia esa enfermedad al primero que pasa por ahí; Srekollimisak es así de enfermizo, lleno de piru. Cuando va a hacer aguacero, viene alumbrando desde abajo; cuando no va a llover, alumbran las luces de Srekollimisak desde arriba, por la laguna de La María o por la de Palasro.
Al exgobernador Abelino Dagua, se le apareció una mujer en un sueño y le dijo que mirara al cerro Kalusruktun. El volteó para ver y sí, el cerro estaba ahí; ella le explicó que esa era la casa de Srekollimisak. Son casas muy antiguas que nunca han tenido que ser reparadas y son de mucho tiempo. Las miró bien y eran casas de pajiza con amarre hacia arriba y hacia abajo.

Antiguamente, también había casa de Srekollimisak en el cerro Purayatun y nadie podía ir a cortar ni a quemar la vegetación allí, pues tenían que respetarlo. Por eso se decía que cuando ese tun era pura montaña, no se podía subir porque Srekollimisak vivía allí. Ahora está pelado, sin árboles, y él se ha ido.


Foto 9: El Purayatun, hoy completamente desprovisto del bosque
que lo cubrió cuando Srekollimisak vivía en él


El exgobernador Segundo Tunubalá (Tunpala son unas ramas que se mueven y silban con el viento en los cerros altos) relata la historia de cómo se alejó:
Había un cerro donde existía Srekollimisak. Nadie lo iba a visitar porque el cerro se tapaba de nubes y hacían truenos y por eso la gente se devolvía.

En un verano en que no había nubes, un hombre estuvo trabajando al pie del cerro y se fue a buscar leña allá arriba. Al subir, oyó roncar a alguien que dormía y no vio ninguna nube. Vio una laguna y, al pie, a un hombre grande que estaba durmiendo. Al lado tenía una vara con la que hacía tronar; el trabajador se la quitó y se vino ligero al trabajadero. No trajo leña, sino la vara.

Al llegar a la rocería, la encontró llena de kel, mejicanos. Y con fuerza clavó la vara de Srepalei en uno de ellos que estaba biche. Al rato, comenzó a taparse de nubes y se oyó que el hombre grande no podía hacer truenos, apenas como que medio tronaba, ya no gritaba duro, hacía ruido como un enfermo.

El hombre salió del cerro al atardecer y bajó bravo, diciendo:

-¿Por qué se llevó la vara de apoyarme en la caminada?

El trabajador le dijo:

-Usted molesta mucho haciendo ruidos.

El hombre del cerro reclamó su vara y el trabajador le contestó: -¡Sáquela y llévesela!

Por tres veces intentó sacarla del kel y no pudo; entonces se quejó de que estaba clavada en piedra fina y que por eso no la podía sacar. Y ofreció:

-Si me la entrega en la mano le doy un buen pago.

El hombre dijo:

-Pague primero.

El dueño de la vara se fue y más tarde volvió con un talego y le preguntó:

-¿Qué necesita?

El hombre le respondió:

-Págueme con carbón. (Como oro o plata se dicen en guambiano pilapik o naarrosr, o sea carbón vivo, que alumbra rojito, bien brillante, no apagado, seguramente le pagaría con oro).

Y le reclamó:

-Usted molesta mucho con los truenos. (Cuando hace un trueno es porque Srepalei viene gritando o chillando, bravísimo y con ganas de hacer daño).

Entonces Srekollimisak le aseguró:

-Si me da la vara me voy de aquí.

Una vez que la tuvo en sus manos, se subió a la loma con ella, lo envolvieron las nubes, dió unos gritos bien dados y al rato se le oyó gritar muy lejos.

Así, la gente supo que el único remedio contra el rayo es el kel o calabaza. Por eso se acostumbra sembrar mejicanos en los sitios en donde cae mucho rayo. O se quema un pedacito de calabaza y la gente se la unta y así no se le pegan los granos cuando pasa por allí. O se le quitan, si ya se enfermó.

Donde cae y se clava la vara de Srepalei, allí hay oro.
Más adelante, después que desapareció, la gente conoció por medio de los sueños cómo sembrar el agua. Los que se soñaron con ese trabajo, la sembraban, y aprendieron a llamar a aguacero cuando no llegaba a tiempo para los sembrados y otras necesidades.

Algunos médicos son soñados para traerlo, haciendo fresco de pishinkalu en la laguna sembrada en lo alto. Tienen que buscarlo y convencerlo para que regrese trayendo la lluvia.

Ahora, los médicos tienen que traer a aguacero, como hacía Juan Paja, médico de Ceral, en Quizgó. La gente iba allá a pedirle que lo llamara. También otro médico de Tumburao y Bautista Hurtado tenían que traer a aguacero. Para hacer eso iban al plan de Srekollimisak, se paraban en él y lo llamaban. Lo hacían reuniendo a todos los guambianos.

Como ellos sembraban los ojos de agua, había agua todo el tiempo, aún durante el verano. Bautista Hurtado, junto con dos médicos paeces de Tumburao, trajo a aguacero para sembrarlo en la laguna Maweypisu, Abejorro.


Foto 10: Maweypisu o Abejorro, la laguna que los médicos
sembraron en la sabana, al pie del cerro Mogotes, el más alto de Guambía;
es brava y levanta viento helado y páramo cuando se enoja


Para sembrarla, uno de los médicos se fue a la laguna de Piendamú y trajo espuma del agua y unas plantas medicinales, otro se fue al mar y trajo un caracol y espuma del mar. Con eso trabajaron y la sembraron.

Además, así reconstruían la casa de Srekollimisak. Cuando el agua cae, va habiendo vegetación, van creciendo las maderas que a él le gustan y que ha tenido durante mucho tiempo. A medida que crecen, aumenta la vegetación, la tierra mejora y los cultivos producen. Así se da todo lo necesario para vivir. Se dan plantas medicinales y los árboles de hacer tambor.


Foto 11: El bosque es decisivo para nuestra vida.
Incluso, en algunos sitios, como en Peña de la virgen,
vereda Cacique, se arrojan en él las ropas de los enfermos
para conseguir su mejoría


Crecen el kaukoroishik, palo de ají, y las maderas para hacer cucharas: yupiñi, koshak, lonrrol, takal, y otros utensilios, como olontsik, el batidor de chicha, y wintsik, la bodoquera. Crecen el oshkorotsik, palo de sacar la tinta amarilla, y el kiptsik, palo bobo, que carga agua, y el pintsu, aliso. El castaño de lo frío, pikotsutsik, es una de las raíces del agua. Tiene mucha agua y cuando uno lo corta queda goteando; es propio de lo frío.

Se dan el pílele, que es una mata bajita que tiene mucha agua. Y el pitsik, palo blanco, de hojas, cáscara y madera blancas, con mucha raíz blanca y con mucha agua; es un árbol grueso, con una flor amarilla; es madera blandita de cortar y queda saliendo agua y retoña muy fácil; es el más propio del agua. Y el pantaro del páramo, que es muy flojo para cortar y con hojas rojizas por debajo; es pura agua; si se deja una raíz a medio trozar, todos los días está goteando.

Todos ellos son la raíz del agua que entra a la laguna. Y con ellos crece también el ojo de agua, pikap. Un monte donde se den todos estos árboles, allí es la casa de Srekollimisak. La naturaleza..... aquí es la casa de Srekollimisak. Los mayores decían que donde hay estos árboles, allí está Srepalei, que es el dueño del agua.

Últimamente desconocemos todo este saber de los mayores y lo hemos abandonado. Los que vienen de afuera dicen que hay que limpiar esos montes y les hemos hecho caso, acabándolos al tumbar y quemar.


Foto 12: Quema de monte en el río Achi
para abrir tierras para nuevos potreros


El agua se va secando, los ojos de agua desaparecen y la tierra adelgaza y se vuelve polvo. Los cultivos se pierden y las casa se acaban. Por eso estamos peleando por el agua entre guambianos.

La sequía se produce por la ausencia de Srekollimisak y trae muchas pérdidas. La tierra se ha vuelto polvosa, el sol la calienta muy fuerte y los vientos se la llevan.

Cuando Srekollimisak viene, hay que cuidarlo con aguardiente, coca y mambe; si no se lo cuida, se enoja y no vuelve por un tiempo y entonces no llueve, hay sequía.

En otras partes, las tierras se derrumban y se ruedan, llevándose el fruto de nuestro trabajo.


Foto 13: Un enorme derrumbe en Kallimkullu
arrasó potreros, sembrados y ganado


Todo esto pasa por olvidar los consejos de los mayores y hacer fogones en todas partes, en donde caiga, sin distinguir los lugares en donde hay que hacerlos. No se debe soplar candela o comer papa con sal y ají a orillas de una quebrada, pues a Pishimisak no le gusta. Hay que prender el fogón donde no haya ojos de agua cerca, en sitios secos.


 
 
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