Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
JAIBANÁS. LOS VERDADEROS HOMBRES
 

UNA REIVINDICACIÓN DEL JAIBANÁ

Por ROBERTO PINEDA CAMACHO
Profesor del Departamento de Antropología
de la Universidad de los Andes. Investigador
del Instituto Colombiano de Antropología.

El profesor Luis Guillermo Vasco nos ofrece, por primera vez en la literatura etnográfica embera, un estudio totalizador y sistemático de la figura y acción social del Jaibaná, integrando de manera crítica y equilibrada la amplia información regional sobre el tema, recopilada por ilustres antecesores, con su propia investigación de campo con los indígenas Chamí del departamento de Risaralda (Colombia). Su estudio supera la tradicional perspectiva localista y particular de los trabajos etnográficos sobre el tema, proponiéndose, entonces, dar cuenta de los principales aspectos ligados con la actividad del Jaibaná y señalar su importancia para la identidad étnica y las luchas de resistencia cultural de los Embera.

Sin duda este trabajo despertará polémica entre los estudiosos del tema y del chamanismo en general. Tradicionalmente el Jaibaná ha sido pensado como un chamán que manipula el mundo de los espíritus por intermedio del banco y de multitud de bastones, y a quien se acude de manera personal para solicitar determinados servicios (curativos, adivinatorios, maléficos...). En algunos casos se ha enfatizado su papel de catalizador de ciertos procesos psicosociales y en otros se ha acentuado su carácter disgregador, como fuente de conflicto, de brujería, de enfermedades, a nivel interno o externo de la comunidad o del grupo doméstico.

Luis Guillermo Vasco nos propone otra visión. El considera al “brujo cholo” como foco de la organización social, política y religiosa de esta gente indígena. Plantea que tiene un papel fundamental en la reproducción de la vida social y que a ello se debe su importancia real en los procesos de resistencia y supervivencia étnica. Por eso, tanto misioneros como otros grupos interesados en el etnocidio de los Embera se han preocupado por perseguir, encarcelar o desterrar jaibanás, o por quemar todo su equipo simbólico. En consecuencia, Vasco reivindica al Jaibaná como el “verdadero hombre”, cuya permanencia, aún fuera de la comunidad específica, es fundamental para el proyecto cultural de los Embera.

A mi parecer, los capítulos IV, V y VI nos proporcionan una perspectiva original —aunque discutible en algunos aspectos— del marco de referencia simbólico de la praxis del Jaibaná.

Me parece particularmente interesante la importancia que se concede al sueño y al canto en la definición del instrumental del Jaibaná, así como la función que se atribuye al canto como catalizador de la historia embera.

La caracterización del Jaibaná como el “verdadero hombre” articula y hace converger la investigación con otros trabajos de antropología y etnohistoria en curso, los cuales intentan comprender los procesos que desencadenaron extensas rebeliones indígenas, en el período colonial o en tiempos más recientes, y cuyos protagonistas indios carecían, aparentemente, de formas de liderazgo institucional que pudieran sostener y unificar movimientos amplios durante períodos más o menos largos.

La reflexión antropológica que se hace en este libro será de gran utilidad para todos aquellos interesados en el rol de las categorías políticas y rituales en la dinámica de las sociedades indígenas cercadas por los proyectos de Estados nacionales capitalistas.

La investigación me parece oportuna, además, en la medida en que estimula la realización de trabajos semejantes en otras etnias y regiones colombianas. El análisis de las diversas modalidades del poder indígena no solamente es fundamental para entender y construir una verdadera historia social de nuestro país sino que, además, es básico para forjar proyectos políticos exitosos en la defensa de los indios colombianos. Esta es, tengo la impresión, una de las metas que se ha propuesto su autor.

Por último, merece destacarse que este estudio está escrito de una manera accesible a un público general y se conduce al lector de una manera amena y sugestiva a lo largo de los capítulos. Pienso que Luis Guillermo Vasco logra una de las metas más apetecidas por un etnógrafo, cual es hacer partícipe al lector de su propia experiencia etnográfica. Sin duda, la consagración del autor por más de 15 años al estudio de los Embera, es una prueba de la madurez etnográfica de los antropólogos colombianos. Este libro es un buen ejemplo de ello.


 
 
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