Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
LEWIS HENRY MORGAN: CONFESIONES DE AMOR Y ODIO
 

XVII: FUTURO DE LA ETNOLOGÍA AMERICANA

Como fundador de la etnología en América —y en el mundo—, Morgan es consciente de la tarea que esta ciencia tiene por delante, pero también de los lastres, heredados del pasado y plenamente asumidos, que debe superar.

Se conoce cuál es su apreciación acerca de las ideas que los conquistadores españoles formularon respecto de las sociedades aborígenes que hallaron en América y de la tarea científica que incumplieron:
Estos escritores [los cronistas] debieron conocer que cada tribu india en América era una sociedad organizada, con instituciones definidas, usos y costumbres que, una vez descubiertas, podían haber explicado perfectamente su gobierno, las relaciones sociales de la gente y su plan de vida. La sociedad india pudo haber sido explicada en forma tan completa y entendida tan perfectamente como la sociedad civilizada de Europa o América indagando su organización exacta. Esto, resulta extraño decirlo, nunca fue intentado o, al menos, nunca fue conseguido en ninguno de aquellos numerosos y voluminosos escritos (Morgan 1965: 253).
A cambio de esta labor de investigación científica, los españoles apelaron a la imaginación o a la exaltación romántica, falseando por completo la vida de los aztecas y, en general, de los indios americanos.

Pero lo que le parece más grave no es la concepción errónea de los conquistadores, hasta cierto punto explicable en su tiempo, sino el hecho de que esta visión se haya mantenido en vigencia hasta la segunda mitad del siglo pasado y que la etnología americana se limite a repetir y reproducir tales absurdos, circunstancia que revela que tiene todavía una mirada definidamente etnocéntrica sobre los indios, la cual representa un obstáculo insalvable, en tanto no se supere, para la creación de una historia y una comprensión válidas sobre ellos.

Por eso, resulta plenamente lógica la aspiración de Morgan para el posterior desarrollo de la disciplina, naciente en sus días:
Cuando hayamos aprendido a hablar de los indios de América en un lenguaje adaptado a la vida y a las instituciones indias, podremos comprenderlos. Tanto tiempo como apliquemos a su organización social y a sus instituciones domésticas términos adaptados a las organizaciones y a las instituciones de la sociedad civilizada, caricaturizaremos a los indios y nos engañaremos a nosotros mismos (Morgan 1965: 280).
Y es completamente justificado su reproche: “La historia y la etnología de los aborígenes americanos han sido corrompidas y caricaturizadas de varias maneras, entre otras por el empleo de una falsa terminología, que por sí misma es suficiente para viciar la verdad” (Morgan 1965: 307). Morgan cree, pues, que la situación de postración de la etnología americana no es irremediable, aunque se precisa de un arduo trabajo para sacarla de allí. Pero este no podrá emprenderse con alguna posibilidad de éxito si no se adquiere consciencia de los errores del pasado y se está dispuesto a abandonarlos. El trabajo de campo, el conocimiento directo y de primera mano de los pueblos indios de América, pueblos aún vivos, deberá reemplazar la repetición constante de tantas y tan falsas concepciones

De este modo y sobre tales fundamentos, Morgan delinea todo un programa de desarrollo etnológico posible. Este representa un reto y a la vez un compromiso para la intelectualidad norteamericana, frente a su propio pueblo y frente al mundo. A mi manera de ver, también lo es para nosotros.
Los elogios que estos trabajos [aquellos de la etnología norteamericana de mediados del siglo pasado] han recibido de publicaciones críticas, muestran con dolorosa claridad el hecho de que no existe una etnología americana científica. Tal ciencia, si se apoyara como debiera sobre hechos comprobados y procediera con referencia a las instituciones, artes e invenciones, usos y costumbres, lenguajes, creencias religiosas y plan de gobierno de las tribus indias, podría, si se lo propusiera con firmeza, solicitar y obtener el respeto del pueblo americano. Con la excepción de algún aficionado aquí y allá, los sabios americanos no han estado dispuestos a dedicarse a tan vasta tarea. Posiblemente sea válido decir que en este momento la estructura y los principios de la sociedad india son conocidos solo parcialmente, y que el propio indio americano es todavía un enigma para nosotros. Nuestro principal problema como nación es si nos comprometemos con el trabajo de suministrar al mundo una exposición científica de la sociedad india o si la dejamos como está, tosca, confusa, sin sentido, un caos de contradicciones y de absurdos pueriles. Con un campo de riqueza inigualada y de vasta extensión, con el pueblo pielroja ubicado en todos los estadios de avance indicados por los tres grandes períodos étnicos, a saber, el estadio del salvajismo, el estadio inferior de la barbarie y el estadio de la barbarie media, más personas deberían orientarse a trabajar sobre este material para honra de la intelectualidad americana. Para ello será necesario hacer como hizo Herodoto en Asia y Africa, visitar las tribus nativas en sus aldeas y campamentos y estudiar sus sociedades, su condición y su plan de vida como seres vivientes. Cuando esto se haya hecho desde la región del Océano Artico hasta la Patagonia, la sociedad india se hará comprensible porque su estructura y sus principios serán conocidos. Ella exhibe tres fases distintas, cada una con una cultura peculiar y propia, ubicadas antes de la civilización y antes del estadio superior de la barbarie, con muy poco en común con la sociedad europea de trescientos años atrás y muy poco con la sociedad americana de hoy. Sus instituciones, invenciones y costumbres no tienen analogía con aquellas de las naciones civilizadas y no pueden ser explicadas en términos adaptados a tal clase de sociedades. Nuestros actuales investigadores realizan su trabajo más y más en el plano del reconocimiento directo en el terreno y no dudo de que una etnología americana científica aún podrá existir entre nosotros y elevarse muy alto en el reconocimiento público a causa de los importantes resultados que podrá obtener con rapidez. Precisamente ahora se necesitan la investigación y el tratamiento científico de este material (Morgan 1965: 254-255).


 
 
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