Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
LEWIS HENRY MORGAN: CONFESIONES DE AMOR Y ODIO
 

III: ¿HISTORIA O TEORÍA DE LA HISTORIA? > El camino metodológico

En la construcción de tal secuencia se sigue un camino que comienza con el estudio de ciertas sociedades en momentos determinados de su existencia. Morgan constata en forma empírica las diferencias de condición entre unas y otras de estas sociedades (se “ve” que los iroqueses son distintos de los europeos y de los australianos). Con esta base las ubica en escalones ordenados en sucesión, lo que permite taxonomías y diferenciaciones. Parte de un análisis puramente etnográfico, luego compara etnológicamente con la finalidad de conformar los estadios con base en aspectos comunes identificados. Más adelante trasciende la antropología al constatar que estos estadios están lógicamente entrelazados en una serie ascendente de progreso, medida por las invenciones y descubrimientos.

De tal manera, los estadios permiten determinar períodos históricos generales con carácter universal. Referida a la serie de ellos, la condición iroquesa, por ejemplo, deja de ser simplemente distinta para hacerse superior o inferior, más o menos elevada. La periodización deja de ser cronológica para ser de desenvolvimiento, de condición alcanzada. El trabajo de campo deja paso al pensamiento teórico.

Cortar es hacer historia

La periodización ocupa un lugar nuclear en la concepción de Morgan, pues sin ella no es posible establecer la historia de las distintas sociedades específicas. No se trata pues, únicamente, de describir la condición de cada sociedad. La serie de sucesivos períodos étnicos constituye el marco al cual debe referirse esta condición para poder establecer “su condición de relativo adelanto” y comprender su dinámica. Este punto de vista lo sostienen también, en tiempos recientes, historiadores que se reclaman del marxismo. Veamos un ejemplo:
Para poder concebir la “Historia” como unidad, como continuidad caracterizada por una única lógica, una única tendencia de desarrollo, la filosofía de la historia debe organizar todas las culturas humanas en una única línea y valorarlas según el puesto que presumiblemente han ocupado en la vida de la humanidad (Heller 1989: 191).
La seriación construida por Morgan suministra además los criterios para enfocar la atención sobre una u otra sociedad particular, ya que ilumina la importancia de cada una para la comprensión de la historia general; y esa es su intención manifiesta:
Otra ventaja de fijar períodos étnicos definidos, es la de encaminar una investigación especial hacia aquellas tribus y naciones que ofrezcan la mejor ejemplificación de cada estadio, con el fin de que cada una sirva de modelo y de ilustración (Morgan s.f.: 16).
Su objetivo no se limita a la explicación de los períodos étnicos, sino que, sobre todo, quiere presentar pruebas de progreso, comprobaciones de que una sociedad ha avanzado y ahora se encuentra en una condición distinta y peculiar con respecto a la anterior, es decir, busca posibilitar un manejo de la historia concebida como transformación social.

Este peso específico de la periodización en el hacer histórico de Morgan, tiene correspondencia con la importancia que Agnes Heller (1989: 133) atribuye al mismo elemento con relación con la historiografía en general:
En este caso es la periodización lo que funciona como idea constitutiva de la obra historiográfica. Más exactamente, es aquí donde se hace explícita la periodización como principio organizativo de la historiografía, aunque esté presente de modo latente cuando se añade solamente un eslabón a la cadena de los acontecimientos. Afirmando que cuando se prolonga un acontecimiento del pasado no se debe prolongar también su pasado y su futuro, el historiador nos hace comprender que en este ‘corte’ ha sucedido algo decisivo que ha transformado otro acontecimiento o una serie de ellos en “pasados” y producido otros “futuros”. De este modo, el corte separa algunos períodos, se convierte en una división real, importante y no arbitraria, precisamente porque se reconstruye como un “hito” o como una “línea divisoria”. Si el escritor no es capaz de convencernos de esto, la teoría parecerá inconsistente o, por lo menos, falta de interés.
Cada condición social, que corresponde a un período étnico determinado, es perfectamente diferenciable de las demás, pero es en absoluto imposible marcar el punto exacto donde una termina y comienza otra. Esta posibilidad diferenciadora está dada por las invenciones y descubrimientos que, al mismo tiempo que delimitadores, constituyen lazos que unen un período o un estadio a otro; por eso, cada uno marca a la vez el inicio de un período y la culminación del anterior; es decir, que además de permitir establecer las discontinuidades, son también los elementos que las relacionan entre sí para restablecer la continuidad. El interés de Morgan no es clasificar las sociedades en sí, sino ubicarlas en relación unas con otras mediante su referencia a la escala formada por los períodos étnicos, de ahí que “para nuestro propósito la condición de cada una es el hecho esencial, no teniendo importancia el tiempo” (Morgans.f.: 13). Esta posición lo lleva muy lejos de las corrientes de la historiografía cronologista más tradicional de su tiempo. Al respecto, Edmund Leach (1985: 46) plantea:
[los límites no tienen dimensiones ya que] son interrupciones artificiales de lo que es continuo por naturaleza. [En el terreno teórico, conceptual, los límites son, pues, intemporales], pero cuando llegamos a convertir ese tiempo teórico en un tiempo social, cada “intervalo sin duración” ocupa un tiempo [y se convierte en una transición].
Esta interpretación explica por qué en la teoría de Morgan no existen períodos de transición entre períodos étnicos, ya que estos son conceptos abstractos, y, en cambio, sí se plantea su existencia entre condiciones de la sociedad; es decir, en relación con el tiempo histórico social. Estos momentos limítrofes, como ocurre en los ritos de pasaje, son ambiguos, “tierras de nadie”, y en ellos no es posible definir claramente lo que corresponde a cada uno de los segmentos consecuentes.

“Remontarse de lo abstracto a lo concreto”

Ya he planteado más arriba que el papel del análisis de las sociedades concretas respecto a los estadios y períodos étnicos no es solo el de ser ejemplos o ilustraciones de ellos, como algunos autores han llegado a proponer. Lo que hace Morgan es establecer la correlación estadio—condición de la sociedad y luego abstraer los estadios a partir del estudio comparativo de las distintas condiciones.

Este entrelazamiento fundamental de lo abstracto y lo concreto hace preciso que el autor desarrolle una metodología para el manejo de las relaciones entre ambos niveles de la realidad, en la que necesariamente debe establecer y tener en cuenta niveles “intermedios”, como los de forma típica, forma clásica o estandard y otros que trataré más adelante. De este modo, la comparación se convierte en una metodología de conocimiento que no es un equivalente de los procedimientos que por lo general se conocen en antropología con el nombre de método comparativo. Su importancia está dada por el hecho de que la confrontación entre sociedades concretas y esas categorías es fuente primordial de conocimientos sobre las primeras.

El uso que Morgan hace de esas categorías en Sistemas de consanguinidad y afinidad de la familia humana nos permite entenderlas con cierta claridad. El mayor nivel de abstracción que se maneja en esta obra corresponde al sistema de consanguinidad y afinidad en general, mientras que el último nivel es el de forma clásica o estandard, con niveles intermedios, cada uno más concreto que el otro pero también con una extensión menor que el anterior. La comprensión del último nivel abarca solamente el sistema de una sociedad específica. El Gráfico No. 1 permite visualizar mejor la relación que existe entre los distintos niveles.


El sistema de consanguinidad y afinidad en general es el nivel de mayor abstracción; se trata de una abstracción que recoge aquellos elementos que deben contener todos los sistemas en todos los tiempos y lugares y que descansan sobre unas ideas definidas con referencia a fines específicos, a saber: 1) una distribución de los parientes de sangre más cercanos en líneas de descendencia, 2) un método para distinguir cada uno de los parientes de los demás, 3) la expresión del peso o valor del parentesco (Morgan 1970b: 10-11). El concepto de este nivel permite resumir los requisitos que todo sistema debe cumplir para ser considerado como un sistema de consanguinidad y afinidad, además representa una economía en la exposición, pues evita repetir los aspectos generales de cada sistema cuando se hace la presentación de cada uno de ellos, y permite, inicialmente, describirlos en su conjunto y ordenarlos y agruparlos de alguna manera. Morgan (1970b: 10) define este nivel de generalidad como
un sistema de consanguinidad que se basa sobre una comunidad de sangre, pero que es la expresión formal y el reconocimiento de estas relaciones. Alrededor de cada persona hay un círculo o grupo de parientes de los cuales esa persona —el Ego— constituye el centro con relación al cual se reconoce el grado de parentesco y sobre quien retorna la misma relación de parentesco.
Resulta notable la semejanza de este concepto con el de “producción en general” que emplea Marx (1971b: 17):
Pero sucede que todas las épocas de la producción poseen ciertos elementos y rasgos comunes. Si admitimos que la producción en general constituye una abstracción, es preciso reconocer, con todo, que se trata de una abstracción razonada, porque subraya y precisa efectivamente los elementos comunes, y nos ahorra por tanto la repetición (subrayado mío).
Por su misma naturaleza, esta clase de abstracciones no permite explicar ni entender ninguna situación histórica concreta y su valor es, por consiguiente, limitado:
Estas abstracciones de por sí, separadas de la historia real, carecen de todo valor. Sólo pueden servir para facilitar la ordenación del material histórico, para indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos (Marx y Engels 1968: 27).
Por eso, para superar tal limitación, se hace necesario abordar el estudio de las formas históricas reales tal como ellas ocurren en los diversos niveles dados de desarrollo de la sociedad, en cada época histórica determinada de la vida de la humanidad.

Para poder plantear este nivel máximo de abstracción en lo referente a los sistemas de parentesco, Morgan debe fundamentarse en otra abstracción, “asumiendo la existencia del matrimonio entre parejas simples” en todas las sociedades humanas. No se trata, sin embargo, de una decisión arbitraria, puesto que esta abstracción es ya un resultado de su investigación anterior y ésta lo ha conducido a encontrar en aquella forma de matrimonio, el eje articulador de la serie orgánica que engloba familia y parentesco, el gérmen que existe ya en el matrimonio por grupos y alcanza su dominio en la familia monógama.

Aunque más adelante, el análisis le exigirá introducir la consideración de las formas de matrimonio realmente existentes en ciertas clases de sociedad:
En el progreso de la investigación podrá hacerse necesario considerar un sistema en el cual este fundamento tenga que ponerse en duda y, tal vez, sea completamente insuficiente. La presuposición opuesta puede llegar a ser esencial para incluir todos los elementos del asunto en sus relaciones prácticas (Morgan 1970b: 10).
Pero, asumir como general el matrimonio entre parejas simples trae otras consecuencias. Una de ellas es el hecho de que Morgan siempre procede como si el ego a partir del cual focaliza y desenvuelve sus terminologías y sistemas de consanguinidad fuera individual, una única persona, cosa que choca con la realidad del sistema clasificatorio pues en éste, el centro de la constelación de parientes es también una categoría clasificatoria, es decir, un grupo de personas, posiblemente una fratría, entendida como un grupo de hermanos o hermanas o, también, un grupo matrimonial. Está en la base de su caracterización que los términos del sistema clasificatorio no designen individuos sino clases de personas. El ego mismo puede ser —y generalmente lo es— un grupo de personas, un ego colectivo. Morgan no tuvo esto en cuenta en la realización de su trabajo, pues al tener siempre en mente y como punto de enfoque el sistema descriptivo, siempre consideró al ego como constituido en forma individual.

La anterior circunstancia afecta, por supuesto, las técnicas utilizadas para recoger la información acerca de los sistemas clasificatorios, tanto en forma indirecta, a través de su cuestionario de parentesco, como en forma directa, cuando lo hace por medio de las entrevistas en el trabajo de campo, ya que ambos instrumentos están diseñados con base en la descripción de los parientes y en la consideración del ego como una única persona. Por tanto, Morgan (1970b: 135) formula preguntas como esta: “¿Cómo llamo al hijo del hermano de mi padre, si es mayor que yo, cuando hablo con él?”.

Claro que Morgan es consciente de la dificultad, pero no hay evidencias de que haya logrado resolverla del todo, aunque las preguntas del cuestionario no son para ser hechas directamente sino para ser “traducidas” a la lengua que hablan los interrogados teniendo en cuenta sus características y las de la sociedad que se investiga; por ello, en criterio de Morgan, los mejores resultados provienen de los investigadores indios más que de los blancos y los mestizos, así estos hayan residido durante décadas entre los indios.

En éste caso, no parece que Morgan haya tenido en cuenta los efectos de la abstracción correspondiente para más adelante restituir dentro del contexto de la investigación lo que se da en la realidad, como sí lo hizo con las formas de matrimonio diferentes a la de parejas simples. Por lo menos, no me ha sido posible encontrar en su obra ningún lugar en donde este recurso metodológico necesario haya sido aplicado por el autor y se hayan introducido las “correcciones” provenientes de considerar un ego de carácter colectivo.

El segundo nivel de abstracción es el de los sistemas clasificatorio y descriptivo de consanguinidad y afinidad. Sistemas independientes, basados en principios contradictorios y antagónicos y cuyos efectos y acción sobre la sociedad son por completo diferentes.
Todas las formas descubiertas hasta el momento se agrupan en dos, en un sentido amplio, la descriptiva y la clasificatoria, que son opuestas la una a la otra en sus concepciones fundamentales (Morgan 1970b: vi).
Como en el caso anterior, cada una de estas categorías se caracteriza por un conjunto de elementos que aparecen en todos los sistemas correspondientes y cumple un papel semejante al de la categoría de más alta abstracción, pero con una menor comprensión. En estos términos, la peculiaridad del sistema descriptivo radica en que
los consanguíneos colaterales y una parte de aquellos de la línea de descendencia directa se describen con una combinación de términos primarios [mientras que el clasificatorio se distingue porque en él los consanguíneos] están distribuidos en grandes clases o categorías con base en principios de distinción peculiares de esta familia. Todos los individuos de una misma clase están incluidos en una sóla y la misma relación de parentesco, y el mismo término particular se aplica a todos y cada uno de ellos (Morgan 1970b: 142-143).
El segundo nivel de categorización permite exponer, como puede observarse en el Gráfico No. 2, el carácter plenamente divergente de todas las líneas de parientes colaterales del sistema descriptivo, las cuales se alejan cada vez más del ego a medida que avanzan las generaciones, hecho que produce una muy amplia dispersión de los lazos de sangre.

Esta clase de dispersión se hace completamente necesaria en sociedades conformadas por un número de miembros considerablemente grande, circunstancia que haría muy engorroso —sino imposible— seguir la huella de la totalidad de los parientes colaterales, especialmente de aquellos más alejados, además de la imposibilidad de mantener relaciones reales y continuas con todos ellos, muchos de los cuales, en ocasiones, están territorialmente muy dispersos.

Por supuesto, la cercanía de los parientes con respecto al ego no es una necesidad de la organización y desarrollo de la vida, en la medida en que la estructura social fundamental es de tipo territorial y el sistema de relaciones que vincula a los miembros del grupo social está contituido sobre el carácter predominante de las relaciones de vecindad sobre las de consanguinidad y afinidad.

Esta peculiaridad de los sistemas descriptivos de parentesco contrasta nítidamente con la convergencia de todos los parientes en la línea de descendencia del ego, que es la característica propia de los sistemas clasificatorios, y constituye, desde el punto de vista de los efectos que produce sobre la estructura social, una de las diferencias esenciales entre los dos sistemas, sino la fundamental.


En los sistemas clasificatorios los parientes de todas las ramas colaterales convergen y se integran a partir de la segunda generación de descendencia contada a partir del ego, tal como puede observarse en el Gráfico No. 3; en este únicamente se ha identificado como punto de referencia al ego, con el objeto de poder integrar en una sola dos planchas diferentes de la obra de Morgan, aquellas que corresponden a las líneas masculina y femenina respectivamente.


De esta manera se concentra alrededor del ego, por medio de relaciones de parentesco reales y efectivas, un círculo muy amplio de parientes que le confiere garantía de protección y seguridad al evitar la dispersión de la sangre, función que resulta adecuada en un tipo de sociedad en donde tanto el grupo doméstico como la familia misma son débiles y el desarrollo de la capacidad de acción sobre la naturaleza, dado el incipiente desarrollo de las artes de subsistencia, es escaso, por lo que hombres y mujeres no logran enfrentarse con éxito a su medio, si viven y actuan en forma individual, pero ni siquiera si lo hacen a través del solo grupo familiar.

Morgan (1970b: 13) presenta la oposición entre los dos sistemas de consanguinidad y afinidad en los siguientes términos:
En el sistema de parentesco de las familias aria, semítica y uraliana, las líneas colaterales permanecen diferenciadas y perpetuamente divergentes con respecto a la línea de descendencia directa, con el resultado, tanto teórico como práctico, de una dispersión de la sangre. Esta dispersión es una de las características del sistema descriptivo. Por el contrario, en el de las familias turania, india americana y malaya, las varias líneas colaterales, tanto las cercanas como las remotas, finalmente convergen y se integran en la línea de descendencia directa, con lo cual, en la teoría sino en la práctica, se previene la dispersión de la sangre. Por este medio, el parentesco colateral es, a la vez, valorado y preservado. Esta integración es, de algún modo, una de las características del sistema clasificatorio.
El empleo de este segundo nivel de abstracción posibilita la comparación, con base en la cual es posible llegar a establecer la oposición entre los respectivos principios de descripción y clasificación, de donde puede deducirse la imposibilidad de que uno de estos sistemas provenga del otro a través de un proceso de transición y transformación, puesto que no es posible que, dada su radical incompatibilidad, los elementos del uno puedan desarrollarse y coexistir en el interior del otro, durante un período relativamente considerable de tiempo. Al mismo tiempo, resulta claro que no puede darse entre ellos una transición, un sistema de parentesco mixto.

Estas dos grandes clases de sistemas de consanguinidad y afinidad están, a su vez, jerarquizadas: el sistema descriptivo es más simple que el clasificatorio, desde el punto de vista de su estructura. Esta característica diferencial incide en la metodología de análisis pues determina el orden en que se debe efectuar su estudio, yendo de lo simple a lo complejo, aunque históricamente, hasta donde Morgan logra establecerlo, el sistema clasificatorio parece haber sido el primero y haber tenido una difusión universal.

El tercer nivel de abstracción corresponde a las formas que presenta cada uno de los dos grandes sistemas, aria, semítica y uraliana, en el caso del descriptivo, y turania, malaya, indo-americana y esquimal, en el caso del clasificatorio. Estas últimas cuatro no ocupan la misma posición, sino que están jerarquizadas:
El sistema clasificatorio tiene una forma principal, la indo-americana, y dos subordinadas, la malaya y la esquimal. De estas, la malaya es la más simple y, probablemente, la fundamental; por este motivo, es posible que haya sido la primera. A continuación sigue, en el orden natural, bien sea la turania o bien la de los indios americanos, según el caso, ya que se encuentran en la misma relación con respecto a la malaya; después está la esquimal, que se encuentra separada de los sistemas de las otras familias nombradas (Morgan 1970b: 7).
Las distinciones que se manifiestan entre estas formas también están dadas teniendo su nivel de abstracción como uno de los criterios particularizadores. Apoyándose en las terminologías correspondientes, Morgan plantea la necesidad de diferenciar entre el malayo y el turanio con base en si las respectivas categorías de hermanos y hermanas se dan en abstracto o en forma concreta. Desde este punto de vista, la forma malaya resulta más abstracta que la séneca-iroqués. En este caso, se considera que las categorías que comprenden un número mayor de parientes son las más abstractas. Si se tiene en cuenta este criterio de análisis, se constata que los sistemas de parentesco se desarrollan, yendo desde los más abstractos hasta los más concretos.

Un grado todavía menor de abstracción se da en relación con la categoría de forma típica, que se refiere a algunos sistemas concretos de parentesco, que se distinguen por presentar un conjunto persistente de “rasgos indicativos” (Morgan 1970b: 148) y que existen en sociedades específicas. Con su estudio se inicia en cada caso el análisis. Por ejemplo, la forma típica del sistema ario es la romana, la del sistema indio americano es la iroquesa, la tamil es la del sistema turanio, la hawaiana, por último, lo es del malayo.

Con relación a lo anterior, en el análisis del sistema clasificatorio se presenta una particularidad: la forma escogida para iniciar la indagación es la de los indios americanos, la ganowaniana; su forma típica es la iroquesa, pero el parentesco no es idéntico entre las siete naciones iroquesas —Mohawk, Oneida, Onondaga, Cayuga, Séneca, Tuscarora, Iroquesa de las Dos Montañas. Para dar cuenta de esta diferencia, Morgan incluye otra categoría, la más concreta y también la más desarrollada de todas, la forma clásica (estándard), que corresponde en este caso al sistema séneca-iroqués. En otros casos, como los del sistema ario y el turanio, las formas típica y clásica coinciden en una sola. Como expresa Morgan (1979b: 386), “la forma tamil de este sistema [el dravídico] se ha tomado como la clásica o típica de la familia turania”.

El método de exposición

El método de exposición del parentesco seguido por Morgan comienza con el exámen de la forma típica del sistema más simple, es decir, por la forma romana del parentesco ario del sistema descriptivo. Una vez esclarecida esta, avanza presentando y comparando con ella las varias formas que prevalecen en las restantes naciones arias; su propósito es mostrar cómo coinciden en sus rasgos radicales y, al mismo tiempo, cuales son las diferencias que presentan con la romana y entre sí. De allí saldrá la comprensión del sistema ario en su conjunto. Continúa luego con el estudio del sistema semítico, no a partir de una forma típica del mismo, sino de su comparación con el ario, para establecer en forma simultánea la semejanza de sus principios radicales y sus diferencias en aspectos secundarios. Idéntico camino metodológico sigue para la comprensión del sistema uraliano.

Una vez se han comprendido las tres formas del sistema descriptivo, se ha aprehendido también este sistema en su globalidad y en su existencia histórica y no únicamente en sus rasgos abstractos y generales, como al comienzo del texto.

La exposición del sistema clasificatorio se inicia con el estudio del sistema séneca-iroqués, para luego comparar los resultados con los sistemas de las restantes naciones de la Liga, los de las naciones vecinas, los de la totalidad de las naciones habitantes de norteamérica y, finalmente, aquellos de las aldeas indias de Nuevo México y, aun, de algunas sociedades de Centro y Sur América, con el fin de alcanzar el conocimiento acabado del sistema ganowaniano.

Para hacer inteligibles los sistemas turanio y malayo, procede desarrollando una comparación de sus formas que toma como eje de referencia el sistema de los indios americanos. Así hasta comprender la totalidad del sistema clasificatorio.

Termina su texto confrontando los dos grandes sistemas, pero ahora como una unidad de las diversas formas históricas concretas que ha analizado y no en forma abstracta como al inicio. Por eso, puede correlacionar todas esas formas en su gran serie orgánica de quince instituciones relacionadas con el desarrollo de la familia.

Cada nivel por encima del más concreto está dado por el conjunto de las diversas formas del nivel más bajo, hasta llegar al sistema de consanguinidad y afinidad en general que incluye todas las formas anteriores. De ahí que si el texto comienza con la exposición de las características definitorias del sistema de parentesco como abstracción, como generalidad, esto es un resultado del proceso de conocimiento anterior y no el comienzo de la investigación. Pero, aislada de las formas específicas que el parentesco reviste en la amplia gama de las sociedades humanas, esta forma abstracta carece de sentido, de vida, es solo un esquema. Es preciso dotarla de vitalidad, recubrir ese esqueleto de carne y piel para que tenga validez y para que se convierta en un conocimiento científico que permita explicar las formas determinadas históricamente. Este es el objetivo que se busca con tal manera de estructurar la exposición; por eso, ella es, como lo expresa Morgan, parte del proceso de conocimiento de los sistemas de consanguinidad y afinidad.

Además, sólo así las conclusiones son suficientes para plantear, como lo hace y desde este punto de vista, la unidad de la humanidad bajo el concepto de “familia humana”, la cual, desde luego, es también una abstracción.

Godelier (1978: 209-210) malinterpreta el método de abstracción de Morgan al compararlo con el de Sahlins, que consistiría en “comparar múltiples sociedades primitivas carentes de Estado y de clases, intentanto aislar sus rasgos comunes y dejando provisionalmente al margen sus diferencias”.

No se trata de comparar buscando rasgos comunes al nivel empírico, sino al nivel de los contenidos esenciales del concepto. Por eso Morgan plantea dos pasos posteriores dentro de su comparación, uno tendiente a establecer las coincidencias y las diferencias o desviaciones, como él las llama, y otro que debe esclarecer si estas se dan a nivel de los aspectos secundarios, no indicativos del concepto, o si representan modificaciones en los aspectos radicales y qué sentido tienen, es decir, buscar la explicación de la particularidad restituida dentro del análisis. Por eso se preocupa por establecer si esos elementos específicos y diferentes funcionan o no bajo los mismos principios estructurales que definen el concepto. Es decir, que hay que hacer énfasis y prestar atención a lo que viene después de que las diferencias se han dejado provisionalmente al margen, cosa que Godelier no hace.

Kaplan y Manners (1979: 28) han reconocido en su estudio del método comparativo utilizado por Morgan, que “sin hacer comparaciones explícitas no puede haber teoría en antropología [...] aun la simple monografía etnográfica implica comparación”.

De acuerdo con los mismos autores (1979: 26), este método es importante para el avance científico: “La comparación seguida de abstracción no solo es veraz, sino metodológicamente legítima, heurísticamente sugestiva y científicamente fructífera”.

En la obra de Morgan, este método de “elevarse de lo abstracto a lo concreto como síntesis de múltiples determinaciones” no es exclusivo de Sistemas de consanguinidad y afinidad de la familia humana, aunque es aquí en donde se desarrolla por primera vez en forma acabada, a partir de elementos previos que están presentes ya en La Liga de los Ho-de’-no-sau-nee o Iroqueses. Es también el método que emplea en su estudio sobre la familia para construir el concepto de la misma.

Según Morgan, el desenvolvimiento del concepto de familia es el sucederse de sus diferentes formas y no la aparición o materialización de una sucesión de formas preexistentes en el concepto. Pero el concepto mismo es a la vez producto de tal desenvolvimiento. La familia monógama no podría haberse dado sin la existencia de las otras, puesto que constituye la forma más desarrollada y el producto del desarrollo de ellas. De una sóla forma de familia, la consanguínea por ejemplo, es imposible abstraer el concepto de familia. La comparación y abstracción de las formas sucesivas de familia es el procedimiento que da origen a su concepto pero, como fenómeno de la realidad, la categoría de familia existe desde su primera forma. Es una categoría que tiene existencia real desde entonces, pero que carece aún de formulación teórica. La familia consanguínea es la primera manifestación histórica de la familia considerada en abstracto. Igualmente, cada una de las otras formas de familia es manifestación histórica del mismo concepto, pero éste no existe sino a través de y por ellas. De ninguna manera las preexiste. Es su resultado, no su causa. Marx (1971b: 48) ha planteado la misma idea en su estudio del método de la economía política:
En lo que concierne a las ciencias históricas y sociales, hay que tener presente que el sujeto [...] está dado a la vez en la realidad y en la mente. Las categorías expresan por tanto formas y modos de existencia, y con frecuencia simples aspectos de esta sociedad, de este sujeto: desde el punto de vista científico, su existencia es anterior al momento en que se comienza a hablar de ella como tal.
Cuando da inicio al proceso de elaboración conceptual de la categoría de familia, Morgan (1970b: 479) vacila en aplicarla para denominar a las formas anteriores a la monogamia; al referirse a las costumbres e instituciones más antiguas relacionadas con la familia, dice que “necesariamente tienen que haber precedido al conocimiento del matrimonio entre parejas simples y a la familia misma, en el sentido moderno del término (subrayado mío). Sobre este tema, el marxista Olmeda (1970: 169) asegura que: “Disponemos ya de material abundante para probar cumplidamente la continuidad ininterrumpida de la pareja humana como base de la organización familiar desde la aparición de los grupos humanos”. Morgan agrega, un poco más adelante (1970b: 485), que la tribu “se convirtió en un poderoso movimiento hacia la realización final del matrimonio entre parejas simples y la verdadera condición de familia (subrayado mío). Pero en La sociedad primitiva ya ha descubierto cuál es la esencia común a la monogamia y a las formas previas: la existencia de parejas simples. Estas están presentes en todas las formas anteriores, con la peculiaridad de que en ellas, ni son estables ni han alcanzado el predominio sobre el conjunto de la sociedad. El desenvolvimiento lógico de este principio constituye, pues, la base de la serie de formas de familia, la cual no es elaborada al azar ni por capricho de Morgan.

Este desenvolvimiento de las ideas no tiene progreso ni ritmo propios, puesto que depende del progreso de la experiencia y este del progreso de los elementos materiales de vida (invenciones y descubrimientos y artes de subsistencia). Esto implica diferencias en la “velocidad” de este desenvolvimiento en las distintas sociedades, hecho que produce un desarrollo desigual entre ellas. De otra manera, avanzarían todas al mismo ritmo y encontraríamos, en cada momento de la historia, una completa homogeneidad social.
De esta manera se concentra alrededor del ego, por medio de relaciones de parentesco reales y efectivas, un círculo muy amplio de parientes que le confiere garantía de protección y seguridad al evitar la dispersión de la sangre, función que resulta adecuada en un tipo de sociedad en donde tanto el grupo doméstico como la familia misma son débiles y el desarrollo de la capacidad de acción sobre la naturaleza, dado el incipiente desarrollo de las artes de subsistencia, es escaso, por lo que hombres y mujeres no logran enfrentarse con éxito a su medio, si viven y actuan en forma individual, pero ni siquiera si lo hacen a través del solo grupo familiar.

Morgan (1970b: 13) presenta la oposición entre los dos sistemas de consanguinidad y afinidad en los siguientes términos:
En el sistema de parentesco de las familias aria, semítica y uraliana, las líneas colaterales permanecen diferenciadas y perpetuamente divergentes con respecto a la línea de descendencia directa, con el resultado, tanto teórico como práctico, de una dispersión de la sangre. Esta dispersión es una de las características del sistema descriptivo. Por el contrario, en el de las familias turania, india americana y malaya, las varias líneas colaterales, tanto las cercanas como las remotas, finalmente convergen y se integran en la línea de descendencia directa, con lo cual, en la teoría sino en la práctica, se previene la dispersión de la sangre. Por este medio, el parentesco colateral es, a la vez, valorado y preservado. Esta integración es, de algún modo, una de las características del sistema clasificatorio.
El empleo de este segundo nivel de abstracción posibilita la comparación, con base en la cual es posible llegar a establecer la oposición entre los respectivos principios de descripción y clasificación, de donde puede deducirse la imposibilidad de que uno de estos sistemas provenga del otro a través de un proceso de transición y transformación, puesto que no es posible que, dada su radical incompatibilidad, los elementos del uno puedan desarrollarse y coexistir en el interior del otro, durante un período relativamente considerable de tiempo. Al mismo tiempo, resulta claro que no puede darse entre ellos una transición, un sistema de parentesco mixto.

Estas dos grandes clases de sistemas de consanguinidad y afinidad están, a su vez, jerarquizadas: el sistema descriptivo es más simple que el clasificatorio, desde el punto de vista de su estructura. Esta característica diferencial incide en la metodología de análisis pues determina el orden en que se debe efectuar su estudio, yendo de lo simple a lo complejo, aunque históricamente, hasta donde Morgan logra establecerlo, el sistema clasificatorio parece haber sido el primero y haber tenido una difusión universal.

El tercer nivel de abstracción corresponde a las formas que presenta cada uno de los dos grandes sistemas, aria, semítica y uraliana, en el caso del descriptivo, y turania, malaya, indo-americana y esquimal, en el caso del clasificatorio. Estas últimas cuatro no ocupan la misma posición, sino que están jerarquizadas:
El sistema clasificatorio tiene una forma principal, la indo-americana, y dos subordinadas, la malaya y la esquimal. De estas, la malaya es la más simple y, probablemente, la fundamental; por este motivo, es posible que haya sido la primera. A continuación sigue, en el orden natural, bien sea la turania o bien la de los indios americanos, según el caso, ya que se encuentran en la misma relación con respecto a la malaya; después está la esquimal, que se encuentra separada de los sistemas de las otras familias nombradas (Morgan 1970b: 7).
Las distinciones que se manifiestan entre estas formas también están dadas teniendo su nivel de abstracción como uno de los criterios particularizadores. Apoyándose en las terminologías correspondientes, Morgan plantea la necesidad de diferenciar entre el malayo y el turanio con base en si las respectivas categorías de hermanos y hermanas se dan en abstracto o en forma concreta. Desde este punto de vista, la forma malaya resulta más abstracta que la séneca-iroqués. En este caso, se considera que las categorías que comprenden un número mayor de parientes son las más abstractas. Si se tiene en cuenta este criterio de análisis, se constata que los sistemas de parentesco se desarrollan, yendo desde los más abstractos hasta los más concretos.

Un grado todavía menor de abstracción se da en relación con la categoría de forma típica, que se refiere a algunos sistemas concretos de parentesco, que se distinguen por presentar un conjunto persistente de “rasgos indicativos” (Morgan 1970b: 148) y que existen en sociedades específicas. Con su estudio se inicia en cada caso el análisis. Por ejemplo, la forma típica del sistema ario es la romana, la del sistema indio americano es la iroquesa, la tamil es la del sistema turanio, la hawaiana, por último, lo es del malayo.

Con relación a lo anterior, en el análisis del sistema clasificatorio se presenta una particularidad: la forma escogida para iniciar la indagación es la de los indios americanos, la ganowaniana; su forma típica es la iroquesa, pero el parentesco no es idéntico entre las siete naciones iroquesas —Mohawk, Oneida, Onondaga, Cayuga, Séneca, Tuscarora, Iroquesa de las Dos Montañas. Para dar cuenta de esta diferencia, Morgan incluye otra categoría, la más concreta y también la más desarrollada de todas, la forma clásica (estándard), que corresponde en este caso al sistema séneca-iroqués. En otros casos, como los del sistema ario y el turanio, las formas típica y clásica coinciden en una sola. Como expresa Morgan (1979b: 386), “la forma tamil de este sistema [el dravídico] se ha tomado como la clásica o típica de la familia turania”.

El método de exposición

El método de exposición del parentesco seguido por Morgan comienza con el exámen de la forma típica del sistema más simple, es decir, por la forma romana del parentesco ario del sistema descriptivo. Una vez esclarecida ésta, avanza presentando y comparando con ella las varias formas que prevalecen en las restantes naciones arias; su propósito es mostrar cómo coinciden en sus rasgos radicales y, al mismo tiempo, cuales son las diferencias que presentan con la romana y entre sí. De allí saldrá la comprensión del sistema ario en su conjunto. Continúa luego con el estudio del sistema semítico, no a partir de una forma típica del mismo, sino de su comparación con el ario, para establecer en forma simultánea la semejanza de sus principios radicales y sus diferencias en aspectos secundarios. Idéntico camino metodológico sigue para la comprensión del sistema uraliano.

Una vez se han comprendido las tres formas del sistema descriptivo, se ha aprehendido también este sistema en su globalidad y en su existencia histórica y no únicamente en sus rasgos abstractos y generales, como al comienzo del texto.

La exposición del sistema clasificatorio se inicia con el estudio del sistema séneca-iroqués, para luego comparar los resultados con los sistemas de las restantes naciones de la Liga, los de las naciones vecinas, los de la totalidad de las naciones habitantes de norteamérica y, finalmente, aquellos de las aldeas indias de Nuevo México y, aun, de algunas sociedades de Centro y Sur América, con el fin de alcanzar el conocimiento acabado del sistema ganowaniano.

Para hacer inteligibles los sistemas turanio y malayo, procede desarrollando una comparación de sus formas que toma como eje de referencia el sistema de los indios americanos. Así hasta comprender la totalidad del sistema clasificatorio.

Termina su texto confrontando los dos grandes sistemas, pero ahora como una unidad de las diversas formas históricas concretas que ha analizado y no en forma abstracta como al inicio. Por eso, puede correlacionar todas esas formas en su gran serie orgánica de quince instituciones relacionadas con el desarrollo de la familia.

Cada nivel por encima del más concreto está dado por el conjunto de las diversas formas del nivel más bajo, hasta llegar al sistema de consanguinidad y afinidad en general que incluye todas las formas anteriores. De ahí que si el texto comienza con la exposición de las características definitorias del sistema de parentesco como abstracción, como generalidad, esto es un resultado del proceso de conocimiento anterior y no el comienzo de la investigación. Pero, aislada de las formas específicas que el parentesco reviste en la amplia gama de las sociedades humanas, esta forma abstracta carece de sentido, de vida, es sólo un esquema. Es preciso dotarla de vitalidad, recubrir ese esqueleto de carne y piel para que tenga validez y para que se convierta en un conocimiento científico que permita explicar las formas determinadas históricamente. Este es el objetivo que se busca con tal manera de estructurar la exposición; por eso, ella es, como lo expresa Morgan, parte del proceso de conocimiento de los sistemas de consanguinidad y afinidad.

Además, sólo así las conclusiones son suficientes para plantear, como lo hace y desde este punto de vista, la unidad de la humanidad bajo el concepto de “familia humana”, la cual, desde luego, es también una abstracción.

Godelier (1978: 209-210) malinterpreta el método de abstracción de Morgan al compararlo con el de Sahlins, que consistiría en “comparar múltiples sociedades primitivas carentes de Estado y de clases, intentanto aislar sus rasgos comunes y dejando provisionalmente al margen sus diferencias”.

No se trata de comparar buscando rasgos comunes al nivel empírico, sino al nivel de los contenidos esenciales del concepto. Por eso Morgan plantea dos pasos posteriores dentro de su comparación, uno tendiente a establecer las coincidencias y las diferencias o desviaciones, como él las llama, y otro que debe esclarecer si éstas se dan a nivel de los aspectos secundarios, no indicativos del concepto, o si representan modificaciones en los aspectos radicales y qué sentido tienen, es decir, buscar la explicación de la particularidad restituida dentro del análisis. Por eso se preocupa por establecer si esos elementos específicos y diferentes funcionan o no bajo los mismos principios estructurales que definen el concepto. Es decir, que hay que hacer énfasis y prestar atención a lo que viene después de que las diferencias se han dejado provisionalmente al margen, cosa que Godelier no hace.

Kaplan y Manners (1979: 28) han reconocido en su estudio del método comparativo utilizado por Morgan, que “sin hacer comparaciones explícitas no puede haber teoría en antropología [...] aun la simple monografía etnográfica implica comparación”.

De acuerdo con los mismos autores (1979: 26), este método es importante para el avance científico: “La comparación seguida de abstracción no sólo es veraz, sino metodológicamente legítima, heurísticamente sugestiva y científicamente fructífera”.

En la obra de Morgan, este método de “elevarse de lo abstracto a lo concreto como síntesis de múltiples determinaciones” no es exclusivo de Sistemas de consanguinidad y afinidad de la familia humana, aunque es aquí en donde se desarrolla por primera vez en forma acabada, a partir de elementos previos que están presentes ya en La Liga de los Ho-de’-no-sau-nee o Iroqueses. Es también el método que emplea en su estudio sobre la familia para construir el concepto de la misma.

Según Morgan, el desenvolvimiento del concepto de familia es el sucederse de sus diferentes formas y no la aparición o materialización de una sucesión de formas preexistentes en el concepto. Pero el concepto mismo es a la vez producto de tal desenvolvimiento. La familia monógama no podría haberse dado sin la existencia de las otras, puesto que constituye la forma más desarrollada y el producto del desarrollo de ellas. De una sóla forma de familia, la consanguínea por ejemplo, es imposible abstraer el concepto de familia. La comparación y abstracción de las formas sucesivas de familia es el procedimiento que da origen a su concepto pero, como fenómeno de la realidad, la categoría de familia existe desde su primera forma. Es una categoría que tiene existencia real desde entonces, pero que carece aún de formulación teórica. La familia consanguínea es la primera manifestación histórica de la familia considerada en abstracto. Igualmente, cada una de las otras formas de familia es manifestación histórica del mismo concepto, pero éste no existe sino a través de y por ellas. De ninguna manera las preexiste. Es su resultado, no su causa. Marx (1971b: 48) ha planteado la misma idea en su estudio del método de la economía política:
En lo que concierne a las ciencias históricas y sociales, hay que tener presente que el sujeto [...] está dado a la vez en la realidad y en la mente. Las categorías expresan por tanto formas y modos de existencia, y con frecuencia simples aspectos de esta sociedad, de este sujeto: desde el punto de vista científico, su existencia es anterior al momento en que se comienza a hablar de ella como tal.
Cuando da inicio al proceso de elaboración conceptual de la categoría de familia, Morgan (1970b: 479) vacila en aplicarla para denominar a las formas anteriores a la monogamia; al referirse a las costumbres e instituciones más antiguas relacionadas con la familia, dice que “necesariamente tienen que haber precedido al conocimiento del matrimonio entre parejas simples y a la familia misma, en el sentido moderno del término (subrayado mío). Sobre este tema, el marxista Olmeda (1970: 169) asegura que: “Disponemos ya de material abundante para probar cumplidamente la continuidad ininterrumpida de la pareja humana como base de la organización familiar desde la aparición de los grupos humanos”. Morgan agrega, un poco más adelante (1970b: 485), que la tribu “se convirtió en un poderoso movimiento hacia la realización final del matrimonio entre parejas simples y la verdadera condición de familia (subrayado mío). Pero en La sociedad primitiva ya ha descubierto cuál es la esencia común a la monogamia y a las formas previas: la existencia de parejas simples. Estas están presentes en todas las formas anteriores, con la peculiaridad de que en ellas, ni son estables ni han alcanzado el predominio sobre el conjunto de la sociedad. El desenvolvimiento lógico de este principio constituye, pues, la base de la serie de formas de familia, la cual no es elaborada al azar ni por capricho de Morgan.

Este desenvolvimiento de las ideas no tiene progreso ni ritmo propios, puesto que depende del progreso de la experiencia y éste del progreso de los elementos materiales de vida (invenciones y descubrimientos y artes de subsistencia). Esto implica diferencias en la “velocidad” de este desenvolvimiento en las distintas sociedades, hecho que produce un desarrollo desigual entre ellas. De otra manera, avanzarían todas al mismo ritmo y encontraríamos, en cada momento de la historia, una completa homogeneidad social.


 
 
www.luguiva.net - 2010 ® contacto@luguiva.net
Bogotá - Colombia