Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 
LOS CAMINOS DEL AGUA. Según la tradición oral de los raizales de la Sabana de Bogotá
CAPÍTULO 1: LOS ROSTROS DE LA PALABRA


1.1 Recorrido

Conocí en Suba un grupo de familias que se llamaban a sí mismas "Raizales" lo que definían como "descendientes de indios" y en algunas ocasiones directamente como "indios" descendientes de los Muiscas.1 El hecho de que tantas personas se identificaran así y de que muchas se encontraran distantes de cualquier proyecto político o económico común, me demostró que no era un discurso temporal sino que tenía raíces muy antiguas. Por eso la dinámica del trabajo que había empezado con los miembros del Cabildo de Suba, me impulsó a viajar por las redes de familias, y dentro de ellas tratar especialmente con los ancianos.

Inicialmente me lo planteé como un estudio de identidad, pero con el tiempo se transformó en un estudio histórico, pues los Raizales se definen a sí mismos continuamente desde su pasado. En esta búsqueda hubo un doble camino: por una parte el proceso de cambio en los temas y áreas geográficas donde investigué, y por otro, la transformación en la relación con las personas Raizales que investigaron conmigo. Ambos caminos están entrelazados pues la decisión sobre la dirección por seguir se tomó conjuntamente con algunos de los que me acompañaron en la investigación. Mis compañeros y maestros fueron Doña Florina, Don Clímaco, Don José Segura, Teodomiro Rivas, Don Claudio Cano y Don Puno Cojo. Todos ellos han sido investigadores de su historia y mitología, y en su vida cotidiana y política buscan rescatar los sentidos de esos conocimientos. Con ellos se visualizaron y construyeron “las problemáticas por estudiar en largos diálogos, más o menos permanentes, donde analizábamos la información que recogíamos de boca de otros Raizales. Construir un conjunto de análisis requirió mucho tiempo pues además de la vida cotidiana y la amistad que transcurría, recoger, analizar y crear los enlaces entre las historias allí donde se han deshecho o donde las preguntas modernas no encuentran respuesta, era una labor que hacíamos conjuntamente en la mayoría de los casos. Esa labor implicaba avivar el recuerdo con los trabajos cotidianos, la observación y los recorridos que hacíamos sobre los terrenos. Para ello viví en Suba, Tenjo, Cota y Chía durante todo este tiempo que cubrió aproximadamente dos años.

Finalmente cuando hube de traslapar todo lo analizado por escrito se me generó un gran conflicto, pues aunque tuve la ayuda de Teodomiro Rivas para reordenar las reflexiones de forma escrita, esta fue básicamente mi labor. Ese traspaso transformó notoriamente el orden de las ideas pues las reordenó linealmente, pero me permitió un cuestionamiento general y el incluir también los textos orales recogidos por otros investigadores.

La forma de trabajo conjunto la había visto crecer y dar fruto en una investigación que realizaron indígenas Guambíanos para la Recuperación de la Historia de su territorio, durante los años 1985 y 1988. Este equipo estaba conformado por el Comité de Historia del Pueblo Guambiano y un colaborador colombiano.2

Fue llevada a cabo utilizando los diálogos o discusiones grupales que crean, conforman y trasforman permanentemente la estructura de toda la investigación. Reivindicó con ello la capacidad que tienen los autores del conocimiento de autoinvestigarse, sin que por ello disminuya la objetividad de las interpretaciones y sin que la investigación pierda su sentido social, al ser pensada con criterios de utilidad futura para la comunidad indígena. Aunque hay muchas distancias entre los objetivos y los logros en los dos trabajos, éste fue el marco general que retomé para plantear una metodología a mis compañeros de investigación. En lo personal, con cada uno de ellos la relación fue diferente y mi aprendizaje tomó rumbos distintos.

Suba


Doña Florina me llevó por los caminos de las plantas, del cuerpo, los astros, las épocas, alucinando en su huerta clavada en la ciudad. Sus manos y sus palabras sanan a familiares, vecinos y desconocidos que dependen del conocimiento propio para curarse en este barrio marginal hecho de pedazos del país. Don Clímaco, de grandes manos de azadón, tuvo la paciencia en el cuerpo para reconstruir la historia de todos los Raizales recorriendo su propia familia. Por vivir en los extremos de Suba (antes veredas norte y sur) cada uno posee conocimientos generales y específicos de la historia local que por contraste, nos enriquecían mutuamente. Construimos un entramado de la historia con "épocas" personificadas por distintos tipos de relación entre la sociedad Raizal y la colombiana local. De allí que formaran una sucesión de parejas de categorías que sintetizan cada una de las posiciones económicas, políticas, religiosas, simbólicas y de parentesco de ambas sociedades. Para construir este entramado les fue indispensable la comparación y crítica permanente de lo antiguo con su situación actual, para poder definir las relaciones sucesivas entre las dos sociedades y sus categorías. En ese permanente ir y volver, me dibujé un horizonte de su identidad.

Después de un largo tiempo, ambos me empezaron a hablar de personajes del pasado remoto (época prehispánica) que para ellos aún perviven en la naturaleza. Al escuchar estos relatos de serpientes de oro gigantes, de hombres que manejan las aguas, de lagunas vivas, de trenes en la niebla, todo mi pensamiento se volcó hacia el pasado viviente. Hasta el momento había sido muy sencillo construir entre los tres un sistema de ideas, pero cuando empezamos con estos mitos hubo una serie de rupturas, dudas, discontinuidades que ellos no lograba hilar. El tejido se cosía y se descosía. ¿Qué pasaba? Hablando con ellos tratamos de visualizar las carencias en el "enmallado" y la forma de solución a ellas. Básicamente resultaron dos aspectos que se complementan recíprocamente: uno les es bastante obvio, y es que tanto el pensamiento como los conocimientos son especializados en cada región, en cada río y en cada vereda. Así, aunque se manejan conocimientos generales sobre la Sabana, cada comunidad local los construye desde su lugar de origen.

Por esto aunque haya un "sistema", para ellos no es completamente unitario ni como mito único, ni como forma natural única, especialmente la naturaleza a la que consideran variada por los fenómenos concretos de cada zona. El segundo aspecto que resaltaron (al igual que todas las personas entrevistadas) es que al desaparecer la forma de vida antigua, también desaparecieron la mayoría de los fenómenos que cuentan los mitos y los discursos que sustentaban su pensamiento.3 A pesar de esta común generalización, hay grupos para los que en su vida cotidiana los mitos tienen mayor importancia que para otros, acentuando su riqueza de detalles, la continuidad en el recorrido del "Ciclo del agua" y la caracterización de los personajes y sus roles. Esta diferencia entre comunidades se puede explicar por la distinta resistencia inter cultural que durante siglos han construido. Aunque estos dos aspectos -el Ciclo del agua como pensamiento local y su resistencia- no explican toda la gran problemática de la construcción de los mitos, sí son fundamentales en la identidad de los Raizales como gente unida al agua y enfrentada a la modernidad.

Tenjo y Cota


Al reconocer los hilos territoriales que cubren la Sabana, la sugerencia de mis compañeros de Suba fue visitar municipios vecinos donde pudiera unir las historia de ellos con otros relatos. Conocí entonces a Teodomiro Rivas en Tenjo con quien caminamos las montañas uniendo las historias de viejos y jóvenes de este valle de Tenjo y los pocos que conocía de los otros cercanos. Sus saberes de salud y enfermedad, de hierbas, monte y cacería, de viajes en la Sabana, de historia recorrida, fueron el primer tejido de los retazos recogidos sobre la territorialidad y temporalidad de los Mojanes y encantados. Con Teodomiro buscamos enlazar los relatos y reconstruir el enmallado en esa zona del valle de Tenjo y su relación con el norte y el sur del territorio, entrevistando y recorriendo, reflexionando y abandonando muchas veces temas sin salida. Con el tiempo, se nos hizo indispensable conocer los relatos de Cota, por lo que decidí continuar allí sin perder nunca el contacto permanente con Teodomiro. Allí el Cabildo Indígena de Cota me recibió y fue Don José Segura, entonces miembro del Cabildo, quien aceptó ayudarme por su interés y conocimiento en el tema. Además de tener una fuerte tradición en su familia (de oralidad y organización indígena), desde muy joven se dedicó a investigar sobre las tradiciones y los mitos de su comunidad. Gracias a él los enlaces que realizamos cubrieron una territorialidad más macro y más compleja, pues la fuerza de esta comunidad ha permitido la permanencia de una tradición oral muy enriquecida.

El reto con Teodomiro y José en esta última parte de la investigación fue reconstruir algunos conocimientos generales de la Sabana y, por otra parte, crear un discurso totalizante enlazando los relatos concretos de cada zona, uniéndolos en puntos geográficos donde los fenómenos del agua también se unen (como el río Bogotá, el Salto del Tequendama o los filos de los cerros). En una última etapa retomé información secundaria en textos recopilados por distintos investigadores y folcloristas de tradición oral, que consulté a Teodomiro antes de anexarlos al modelo que habíamos construido.

La forma de organizar los mitos uniendo los relatos de los valles es común para los investigadores innatos que se dedican a enlazar sentidos de un valle a otro. A su vez, reconocen que la forma de contar las historias se asemeja en todas las zonas, tanto por el enmallado físico, como por el tejido particular que hacen de los fenómenos naturales. A este esquema narrativo y cognitivo le llamé "Ciclo del agua”.

Ciclo del agua


El esquema repetitivo que hacen los hablantes en la narración es un intento de registro del movimiento del agua, primero de su localidad y luego de la Sabana. Cada discurso local logra enlazar los fenómenos pluviométricos y fluviales del norte del territorio (Fúquene, por ejemplo) con los de la zona sur (Pantanos y río Bogotá).4 Al hacerlo, el centro discursivo pleno de detalles y movimientos es el de su zona específica. El Ciclo del agua es esta forma contextual de construir discurso, recorriendo un enmallado físico local y macroterritorial. Pero como los fenómenos físicos son animados, se convierte también en un enmallado temporal y social. La temporalidad histórica está representada en las acciones de los personajes que corresponden a momentos históricos y acciones de las comunidades.

(El pensamiento) "es al mismo tiempo una realidad material y al mismo tiempo una realidad ideal, o por lo menos desde la existencia de la acción consciente del hombre sobre la naturaleza, acción que no puede existir ni reproducirse sin que intervenga desde el primer momento, no solo la conciencia, sino toda la realidad del pensamiento, consciente e inconsciente, individual o colectivo, histórico y ahistórico. Esta parte de la naturaleza es naturaleza apropiada, humanizada, convertida en sociedad: la historia inscrita en la naturaleza." (Godelier: 1984: 56).
El Ciclo del agua es un permanente unir historia y espacio, en largos discursos encadenados: en este cerro se habla de la Conquista, luego de la resistencia, allá de los esclavizados, de las Haciendas, etc... Un mismo grupo de acontecimientos-espacio se analizan en un orden, que se repite siguiendo también un mismo recorrido espacial. Recorrido que concuerda con el de las fuerzas naturales que representan los personajes de esos acontecimientos y que perviven en los canales de aguas. Los paisajes del pasado que el Raizal describe como actuales, son reales en la medida en que en estos están presentes de forma condensada las huellas del pasado.

"El paisaje geográfico es un complejo de formas directamente perceptibles” (Morin, 1997). Por haber sido creado es reconstruible. Posee su propia historia. Toda realización inserta dentro del espacio geográfico se mantiene durante cierto tiempo y se caracteriza por una cierta permanencia más o menos pronunciada. (...) Es por esto, como sostiene González (1981), que el paisaje es fundamentalmente un flujo de información, ya que sobre un mismo paisaje encontramos siempre retazos de épocas distintas, partes de edades diferentes superpuestas y entremezcladas. El presente aparece como espacio en término de tiempo acumulado. Como los tiempos de las estructuras espaciales heredadas." (Molano: 1884: 46)
Muchos tiempos y actividades se condensan en estos paisajes y canales de agua, haciendo a la historia pasada presente viviente. Así, aunque hayan desaparecido parte de los símbolos de los antepasados colectivos y más remotos (los Mojanes), los de los antepasados cercanos familiares son fundamentalmente resaltados en los ciclos de la muerte, sus fuerzas y las prácticas de brujería. Por ser un sistema, los Raizales complementan ambas partes, pues los necesitan mutuamente para encontrar por medio de ellos respuestas más universales en dos sentidos: por una parte, por la necesidad de explicaciones holísticas de la realidad, lo que hace que el conocimiento no se pueda quedar en el ámbito reducido de solo el pasado familiar inmediato. Por otra, porque los Raizales humanizan la naturaleza poblándola con sus muertos, que pasan a engrosar las filas tanto de la Mojanería como de la brujería, asimilándose tanto a los antepasados más antiguos y a los fenómenos históricos de larga duración, cono a los personajes que representan las fuerzas naturales. El territorio dibujado en el relato es el repaso de la apropiación del espacio por décadas de hombres, los unos humanos aún sobre la tierra y los otros vueltos animales y minerales, vivientes en las aguas.

En conclusión, el Ciclo del agua es un esquema o una estructura de las varias que pueden tener los procesos cognitivos de estas sociedades y que les permite explicaciones holísticas de la realidad a un mismo tiempo de contexto natural e histórico. Enfatizo la cognición para dar cabida a la asociación conciente que los Raizales hacen entre el conocimiento y el contexto territorial (sin negar el inconsciente), pues es su mecanismo de resistencia para recrear los enlaces o mitemas desaparecidos en la modernidad.

La Resistencia y la Contextualización


"Además no todos los cacicazgos Muiscas o subgrupos culturales fuera cual fuera su patrón de agrupamiento resistieron con la misma intensidad, o fueron sometidos a la misma intensidad de las fuerzas de aculturación, lo cual dio por resultado diferentes síntesis culturales activas en las comunidades que hoy pueblan el altiplano cundiboyacence. De manera que en el altiplano hay pueblos que conservan mejor que otros instituciones de carácter Muisca, o han creado instituciones de carácter popular. Esto se capta muy bien en los códigos de salud y enfermedad de las distintas comunidades, códigos que a su vez entrañan la visión-acción del mundo." (Pinzón y Suárez: 1002: 141, subrayado mío)
Los esquemas de los procesos cognitivos (como el Ciclo del agua) se asemejan a estos "códigos", aunque estos últimos tengan, según Pinzón y Suárez, una relación más directa con las instituciones sociales como el curanderismo y la brujería. Por distintos niveles de aculturación hay que contar con que las estructuras, esquemas, códigos o instituciones que construyan los Raizales, no son equilibradas ni completamente sistémicas, pues cualquiera de ellas ha tenido desarrollos distintos en el proceso de resistencia.

Estos procesos se pueden dividir en dos grupos: el primero y más común es la utilización de pensamiento occidental y popular para completar los enlaces perdidos en el mito y garantizar explicaciones holísticas. El segundo, es la reconstrucción consciente de mitos sobre el pasado, que buscan contrastar y criticar la relación con la sociedad dominante actual. A estas dos formas de resistencia las he denominado "contextualización", que defino como los mecanismos por los cuales las gentes están permanentemente reformando los mitos siguiendo los esquemas cognitivos (como el ciclo del agua), en una actualización que garantiza la pervivencia, contrastación y crítica con las situaciones sociales actuales. Así, pueden existir refuncionalizaciones, sincretismos o aculturaciones5, que se hacen indispensables para que perviva el conocimiento Raizal.

"En este sentido las fuerzas de resistencia se han pervertido al ser usadas para mantener un orden diferente para el cual originalmente fueron creadas. Pero al mismo tiempo han impedido que estas instituciones Muiscas hayan desparecido en provecho de otras instituciones de carácter occidental. De este modo, el cuerpo del "campesino" sigue siendo un cuerpo Muisca aunque lo sea de un modo inconsciente y, con ello, resiste para que su ser biológico sea inscrito en el orden total de Occidente (...) Además conserva una identidad, y un proyecto tabla de salvación (..,)" (Pinzón y Suárez: 1992: 63).
Los esquemas cognitivos como el Ciclo del agua, con todos los cambios sufridos, permiten la pervivencia de la cultura Raizal y de su herencia Muisca; y la reconstrucción consciente de sus enlaces perdidos es también una forma de resistencia "estratégica"6. Así, las sociedades que conciben el presente como espacio y tiempo acumulado, también tienen una experiencia histórica acumulada consciente como inconsciente (no únicamente estructural inmutable) que rige las estrategias de resistencia, entre las que se resaltamos la reestructuración de los mitos para lograr explicaciones del pasado en el presente.

El presente


Por la necesidad de validar unos símbolos y unas relaciones humanas y naturales dentro del proceso de resistencia social, la construcción consciente que los Raizales hacen de los mitos corresponde más a una contrastación entre la sociedad antigua comunitarista y la actual individualista y acumulativa, que a una real descripción totalizante del pasado. Esto hace que la reconstrucción del pasado sea una mirada de la realidad y necesidades actuales, tal cual ocurre también con nuestra historia, donde las relaciones sociales definen fuertemente el esquema territorial mítico, pues basándose en su experiencia histórica acumulada, resaltan u opacan formas explicativas que transforman la información mitológica.

Los símbolos opacados en la actualidad también hicieron parte de la mitología que existía con anterioridad al capitalismo y la modernidad, pero entonces tenían un ordenamiento de resalte u opacamiento distinto al actual. En conclusión, para plantear las formas de pensamiento de una sociedad que ha enfrentado fuertes procesos de aculturación, es insuficiente la sola recopilación y análisis estructural, por lo que se hace indispensable la reconstrucción que hacen investigadores o personas de las mismas comunidades.

Viajeros


En las comunidades, la reflexión sobre su historia es permanente y tiene distintos caminos y canales de discusión de los acontecimientos que involucran a cada persona, haciéndola pensar, producir discursos y explicaciones históricas. La creación de enlaces es un proceso difícil de seguir por su lentitud, ya que implica un camino desde su creación individual, hasta el lento consenso colectivo; esa capacidad de reflexión también lleva a la discusión y al consenso en un tipo común de discurso que tiene cualquier Raizal de cada municipio.

En cada comunidad hay personas que reflexionan e investigan sobre las representaciones perdidas y refuerzan o crean con fluidez nuevos enlaces invisibles. Hacen un trabajo consciente de inventario, experimentación, reconstrucción y fluido de información, crean puentes no cotidianos de la palabra entre familias extensas, entre veredas, con Raizales de otros pueblos o con niños no raizales; en este momento para cualquier investigador innato Raizal, la construcción de la territorialidad común de la Sabana (que se encuentra desmembrada) le implica seguir sus movimientos recopilando la información de cada municipio y compararla (o enlazarla) con la de otros varios. Estos investigadores innatos no necesariamente son ancianos, pueden ser personas maduras que durante la década de los años 60 y 70 se involucraron en los movimientos de sus comunidades7.

Avelino Dagua y Misael Aranda desde Guambía, Luis Guillermo Vasco director, lector y amigo, Doña Florina, Don Clímaco, Don Claudio Cano, Don Puno Cojo, Teodomiro Rivas, Don José Segura, los compañeros de los cabildos indígenas de Cota y Suba y todos los dueños de su palabra, fueron los autores y compañeros de este viaje a los que debo toda mi gratitud y agradecimiento.

1.2 La Raíz

"...ellos no aceptan lo que son (los jóvenes) dicen es que indios son los que son de por arriba. Ser indio es ser persona, es hacer una colaboración de persona. Es que no estamos conscientes de nuestra raza. Es como cuando somos conscientes de que somos católicos, apostólicos, como nos criaron nuestros padres. ¿Por qué le dicen a uno que eso es ser fanático?, ¡y no!; ésa es mi descendencia, mi origen. Mis padres y mis abuelos fueron así y yo soy así por ellos, por Raíz, por raza, por nombre, independiente, por herencia, por sangre... es mi sentido." Constantino Segura, Cota.
Hay reflexiones desde la indianidad, el raizalismo, el mestizaje o la aculturación, habiendo consenso en una indianidad actual solo en algunas comunidades como la de Cota. Pero aún dentro de sus diferencias, hay un discurso común de identidad que resalta los puntos que Don Constantino nos dice: raza, persona, colaboración, descendencia, origen, raíz, nombre, sangre y sentido.

Ordenando las explicaciones implícitas sobre su identidad, encuentro que ellos se consideran poseedores de una herencia indígena que está aún actuante. La diferencia radica en que para algunas comunidades dicha herencia ya no incide en las relaciones sociales más fundamentales, mientras para otras sí. Esta diferencia de situaciones hace que la variedad de nominaciones sea más una explicación histórica, que una simple descripción de identidades.

En sus reflexiones está implícito el agrupamiento en dos partes de los rasgos que nos comenta Don Constantino: un grupo que tiene que ver más con la identificación familiar, asociado al nombre y los rasgos, que llamé "herencia nominal", y el otro grupo que se identifica con un grupo de "antigüedad" que comparte una experiencia histórica. Estas dos son una larga reflexión donde unen pasado y presente, territorio (naturaleza) y sociedad.

1.2.1 Herencia nominal: Raizal en el nombre

En los Raizales, la familia aparentemente sigue la estructura común colombiana de familia nuclear, pero la identidad está fuertemente arraigada en la familia extensa, pues además de mantener vivos lazos de parentesco, de intercambio y de redistribución en algunos casos, también se mantiene la unidad territorial donde se asienta.

La noción de familia está fuertemente asociada a la de apellido, pero buscando nominar la totalidad de una familia extensa. En esa noción se incluyen los agnados que no llevan el apellido o mujeres de la ascendencia que tampoco lo llevaban. Con esto quiero decir que el apellido es únicamente la nominación de una identidad de grupo de familia extensa, que no necesariamente corresponde con la realidad de la nominación legal de una persona. En la descripción detallada de una familia pueden incluir hasta tres generaciones ascendentes y dos más (-4 y -5) menos detalladas, recordando solo a los consanguíneos directos. Luego de éste nivel, lo que hacen es describir la familia por apellidos varios que fueron cambiando hacia el pasado, si se refiere a la familia construida por la rama de las mujeres, o describirla como gente "antigua" que estuvo asentada en un lugar específico. Cada vereda tiene asegurado al detalle el recuento de sus familias extensas, conocen las de las veredas contiguas y en cada comunidad de municipio hay alguna familia que es conocida más al detalle por todos por concentrar prestigio político o económico.

En los recuentos de familia usando los apellidos, se trocaron muchísimas veces la consanguinidad expresada en el apellido (patrilineal) y la autoridad materna, al punto de que lo común es que alrededor del nombre o apellido de una abuela se construye el recuento de muchas familias extensas del presente hacia el pasado.8

Las familias reconocen una herencia en tierra a sus hijos y nietos, lo que asegura el asentamiento nucleado de una familia extensa y, en ocasiones, un grupo de familias extensas de un mismo tronco de parentesco. Tales asentamientos son en lotes de los pueblos o en el marco de la vereda y para ellos las fronteras o límites de las veredas son también el límite entre parentescos. Por la ascendencia india se identifica cada persona con un territorio de origen.9

Apellidos


El apellido es la nominación del grupo de familia extensa (incluyendo a los parientes por alianza), residentes en un lugar determinado. Por esto, aunque el apellido elegido en la tradición oral sea generalmente el del "abuelo" o el del "padre" más antiguo vivo, lo que denota es la familia extensa y no a los consanguíneos por filiación patrilineal.

Comentan que hasta principios de siglo era costumbre que los matrimonios fueran entre las familias de un mismo municipio o con otras comunidades raizales, lo que hacía que fueran "indios por lado y lado".10 Un apellido es reconocido como Raizal en español como en lo que ellos llaman "lengua antigua" o "chibcha", de la que se ha perdido la traducción. Dentro de la "lengua antigua" están los puntos geográficos, los de los pueblos, los de algunas cosas de la cocina y la comida, el del regalo después del Convite y los apellidos. Estos apellidos son fácilmente reconocibles como Raizales, en cambio para los de apellidos en español o mestizos se tiene que "llevar la cuenta” por genealogías para poder definir cuál es Raizal y cuál no11. Esta forma de clasificar las familias entre "genuinos" y "cruzados" es común, sin negar a los segundos su indianidad, pues es su herencia. El conteo de los miembros de las familias propias y ajenas lo llevan principalmente las mujeres, y lo explican por su mayor cercanía a hijos, nietos y sobrinos.

Don Claudio Cano y Don José Segura, al analizar los apellidos en español, los dividen en cuatro grupos: aquellos cuyo origen se desconoce por haber aparecido muchísimo tiempo atrás (por ejemplo el apellido "Cano" en Cota). Aquellos que corresponden a animales o actividades de los antiguos (por ejemplo: "Conejo" y "Lagarto" en Engativá. "Papagayo" en Tabio, "Tapiero" en Mosquera). Aquellos que son "apropiados" del español (como el apellido "Segura" en Cota). Y finalmente, aquellos que por matrimonios mestizos son por ascendencia mitad indios, mitad blancos como el apellido "Triviño" en Suba, Cota y Chía. También aclaran que cualquier apellido, tanto el de lengua antigua como el español, puede "modernizarse", es decir sufrir cambios lingüísticos que demoran varias generaciones. O pueden "transformarse", cambiando un apellido por otro siguiendo en la ascendencia alguna rama femenina y no únicamente patrilineal.12

La historia del apellido es la unión de la familia extensa con el pasado, pero este recuerdo, no diacrónico ni generacional, puede englobar en algunos casos un número indefinido de generaciones. La identidad Raizal se construye entonces desde el apellido para ubicarse en una en una familia extensa y en el grupo de éstas que forman una vereda y el núcleo comunitario del municipio. Por medio de él se puede saber de dónde se es territorialmente (vereda, municipio) y a qué tronco se pertenece.

Apodos


El segundo mecanismo de reconocimiento de un Raizal, con menos detalles pero más específico, son los apodos. Con ellos se consigue denominar, en primer lugar, a grandes troncos de parentesco (reunión de varias familias extensas) que comparten un mismo apellido como identificativo. En segundo lugar, a familias extensas individuales y, en tercer lugar, a personas individuales.13

El apodo es un modo de clasificación social, emulador o sustituto del apellido, solo que mientras el apellido es una nominación dada por el parentesco, el apodo es construido. Algunos están cargados de mofa14 y por eso son usados con discreción, como recurso nemotécnico para diferenciar a las familias extensas que tienen un mismo apellido. Son un reflejo más claro y específico de la familia porque le dibujan algún rasgo particular, ya sea el trabajo que realizaban sus abuelos, la relación de su apellido con una planta o algún rasgo físico o psíquico. Se puede heredar por generaciones pero también se acostumbra cambiarle algún sufijo para diferenciar la generación vieja de la nueva.15 Como en el caso de los apellidos, pero más evidente aún, los apodos pueden ser heredados por línea patrilineal o matrilineal."

Es interesante el hecho de que el que las personas tengan dos "nombres" sea una de las costumbres antiguas más extendidas y vitales en la totalidad de comunidades. Durante todo el año se manejan éstos apodos en voz baja, pero en la época antigua era en la fiesta de matachines (el 6 de enero) en que estos nombres salían de la clandestinidad, junto con los disfraces y las bromas.16 Comentan que en la época antigua esta costumbre era general para toda la tierra fría, pero en la actualidad solo se mantiene en los pueblos pequeños y lejanos de lo urbano. A principios de este siglo, en unos pueblos se celebraba en la "feria" equina y ganadera después de cosecha, a finales de año; en otros el 6 de enero, día de los reyes Magos. En general, las fiestas se producían en el periodo de "descanso" entre cosechas y preparación de la tierra para las siembras.17

Rasgos


Los rasgos físicos son también parte de la herencia nominal, pues vienen por la familia siguiendo el camino de lo "indio” en los rostros, las manos y el cuerpo. Dicen que en el pasado los rasgos eran más acentuados y diferenciadores, pues la gente se casaba más entre sí, por eso se acostumbra llamar "indio puro" o "Chibcha" a quién los represente mejor. En la actualidad, debido al mestizaje, no se utilizan para diferenciar masivamente a las poblaciones (india y "blanca") pero sí a grupos de familia. En general, serían: la piel oscura, ojos rasgados, cabello negro grueso, cara ancha y con pómulos grandes, complexión gruesa, baja estatura; pero hay variaciones de una familia a otra a tal punto que, en algunos casos, por los rasgos faciales se puede saber de qué familia, apellido y vereda es una persona.18

1.2.2. Historia Colectiva: grupos de antigüedad

Para definir las transformaciones de la identidad o la "Raíz", los Raizales tienen un discurso histórico que nace de la reflexión, tanto en familia como por distintos canales sociales. En la discusión con mis compañeros realizamos una síntesis oral de esa reflexión comunitaria, que luego escribí exponiendo la estructura general de su historia con sus periodizaciones, acontecimientos, crisis, bonanzas, personajes, etc. La totalidad de ese trabajo no se incluyó en esta monografía por ser tan extenso y no haberse completado su análisis, por eso presento una síntesis, para poder desarrollar luego su primera parte, que es la mitología.

Los Raizales, en sus familias, reconocen grupos de gente con una misma "antigüedad", que sufrieron un mismo tipo de acontecimientos y que los actuales los caracterizan con un mismo tipo de estrategia, por lo que resumen y protagonizan un periodo histórico que puede abarcar muchísimo más tiempo y gente que lo que comúnmente nosotros contendríamos en una "generación". La antigüedad es una identidad de grupo histórico, pero al haber un grupo que está animistamente presente en los fenómenos naturales y al que se suma cada nuevo muerto, es también una identidad territorial de vivos, "encantados" o comunes.

Todos los "grupos de antigüedad" de la familia son comprimidos colateralmente para quedar reducidos a 4 grupos sucesivos.
Cada uno tiene sus propios rasgos que dibujan la transformación de la indianidad (comida, vestimenta, política) pero fundamentalmente estrategias diferentes de resistencia. Por medio de estos cuatro grupos y de la doble categorización es que los Raizales construyen su discurso histórico y de identidad. Seguí entonces la serie de periodos personificados por generaciones (o grupos de edad o "antigüedad"), cada uno con una misma estrategia cultural, política y económica, construida a la par con la de los "foráneos" (“blancos", "bogotanos", "forasteros" etc.). Los relatos permanentemente ponen en movimiento esta relación conflictiva, donde se conjugan las estrategias y los intereses de los grupos, dividiéndolos en dos grandes bloques: la época "antigua" y la "nueva". Estas dos temporalidades son usadas dentro de las familias y de allí se irradian al resto de la comunidad.

La Época Antigua


El Criterio de diferenciación de las épocas es la autonomía, que por distintas crisis se perdió paulatinamente. Para los Raizales esta autonomía agrupa varias características culturales: rasgos "genuinos", nombre indio por lado y lado, vestido tradicional, siembra en multicultivo, y poderes tanto para manejar la tierra (grandes posesiones, técnicas de manejo y "fuerza” de la tierra) como la buena alimentación y manejo de enfermedades (poder brujo o curandero). Para algunos (especialmente en Cota y Chía), la autonomía incluye la autoridad propia no sometida a las administraciones municipales. Para ellos, tales rasgos, aunque consideran que aún se los encuentran en personas individuales, ya no dibujan al conjunto de la sociedad raizal, pues esta es una caracterización de "comunidad" por contrastación con el pasado, más que una definición por rasgos presentes.

En esta época reconocen dos crisis de la autonomía: la Conquista y el final de la época de los "abuelos" (cubre desde finales de la Colonia y la República). Debido a estas dos crisis, la época Antigua está dividida en dos periodos y en dos tipos de sociedad y personajes: la sociedad prehispánica, dividida con la Conquista en "Mojanes" (huidos y autónomos), y "Abuelos", que permanecieron sobre la tierra. "Esta última sociedad sella la época con la pérdida de la autonomía económica, política y cultural, según los Raizales, por la rápida e inequitativa venta de las tierras, que se extiende hasta las primeras décadas de este siglo. La causa de estas ventas sería la desmembración de los resguardos (distintos momentos desde 1800 hasta la década de 1970), que solo nombran los Raizales de Cota y Tenjo.

La Conquista representa la primera crisis de autonomía, en la que muchos de los que vivían en lo seco se "sumaron" a los Mojanes preexistentes en los canales de aguas. La crisis de autonomía con la Conquista española se entiende como un desplazamiento territorial generalizado a otros canales, pero también el “emplazamiento" de las comunidades de lo seco en lugares o veredas, donde vivían concentrados los indios, en un recuerdo disipado del espacio que ocupaba el Resguardo.19 La sociedad antigua entonces se divide en dos, la "bautizada" y la que vive en las aguas, aislada de los "bautizados" y rechazando la sal, reconocida como la más auténticamente india y la más radical. Igualmente, los muertos actuales entran en los canales del agua, sumándose a la "antigüedad", que es la pertenencia a un grupo mítico al que se asocia de inmediato sin mediación de cronología.20

Para Pinzón y Suárez, en Boyacá el bautismo produjo la expulsión del mundo mítico al nivel celeste y luego de allí a otro territorio que no nombra; pero de ser extensivo el sistema de Mojanes para Boyacá (según las fuentes consultadas puede serlo), su viaje fue a los canales acuáticos y salen por distintos caminos permanentes (ríos) o cíclicos (nubes y crecientes).21

Esta geografización de muertos y Mojanes es también, para ellos, la prueba de que alguna vez se tuvo sobre la tierra seca una autonomía absoluta como la que hay en las aguas, que todas las tierras de superficie fueron de los "indios" y que actualmente todas las de aguas lo son y, finalmente, que esta fue la primera estrategia colectiva de los antepasados, que continúa con cada uno que muere. Estrategia de resistencia v clandestinidad que en los mitos se les imputa luego de la Conquista, mientras que con anterioridad a ella es difusa, opaca. Esto hace parte de los símbolos resaltados y opacados para crear una explicación histórica acorde con las necesidades actuales.

La Época Nueva


La entrada de la modernidad según los Raizales, es la segunda crisis que continúa la destrucción de los rasgos de la antigüedad y que abre la época "Nueva". Esta resulta también de la permanente contrastación entre el pasado y el presente y por eso está asociada al "descontrol" de los nuevos sobre los ciclos naturales, representado en la pérdida de las fuentes de agua, nacederos, reservorios, ríos, lluvias, etc . Los que vivieron esta crisis asumieron la estrategia de adaptación frente a la modernidad y limitación de lo antiguo a las relaciones familiares más cercanas.

La época Nueva incluye tres “generaciones”, la tercera son todos los que vivieron la pérdida de la autonomía entre los años 30 a 60, llamados "los padres" o "los papases". La cuarta generación corresponde a los que representan la entrada de la modernidad, que en la actualidad se encuentran entre los 30 y los 50 años y que tienen en sus manos las riendas de las decisiones familiares y políticas. Esta época es, primero, la pérdida de la autonomía económica y política y, luego, la pérdida del poder brujo y las costumbres, todo ello con la modernidad. Respecto a la generación más joven, aquella entre los 15 y 25 años, se los considera como un grupo con unas características (desmembración de las familia, desempleo, migración) pero que aún no es una generación que haya hecho colectivamente historia.

El comunerismo


"Comunero" es una categoría corriente en los grupos que tienen una larga historia de administración de tierras comunitarias ejidales, o de Cabildos y tierras de Resguardo hasta la actualidad (como son Chía y Cota), o finalizada muy recientemente por división de estas mismas tierras (Gachancipá y Tenjo), o vuelta a iniciar después de un periodo de un siglo de haber desaparecido (Suba).22 Ser "comunero" es tener una adjudicación dentro de tierras de resguardo o ejidales comunitarias, por cumplir principalmente el requisito de ser descendiente directo de un indígena reconocido en los títulos de repartición de tierras. Esto, además de darle una categoría más, también le da unas "obligaciones" o retribuciones con la comunidad representada en el cabildo, como su participación en la toma o ejecución de decisiones en asamblea.

En estos casos, la historia de las comunidades está fuertemente personificada por los Cabildos o las organizaciones que han existido, pues han construido una identidad de grupo alrededor de unas tierras y de una organización permanente con al menos un mínimo de representatividad. Debido a que la permanencia y linderos de estas tierras siempre han sido conflictivos, su continuidad ha estado garantizada por la capacidad de respuesta de las comunidades y sus organizaciones, aún en los casos donde la permanencia también ha sido de interés del municipio. Esa actividad en las comunidades cabildantes, al menos durante el tiempo en el que estuve cercana, genera una permanentemente reflexión interna de distintos niveles y calidades sobre los problemas vividos y la historia que los explica. Así, aunque el punto central en las discusiones con el estado u otras instituciones esté centrado en las tierras (tema impuesto por las mismas políticas gubernamentales), internamente la discusión y las actividades tienen múltiples facetas entre las que se encuentran la reflexión sobre la indianidad.

Las tres comunidades con experiencia antigua de organización se autodefinen como "indígenas" o "indias", mientras que la de Suba que tuvo un largo tiempo entre su disolución y su nueva conformación, se denomina "Raizal" como descendiente de "indios puros". Por eso considero que esta diferencia en la nominación y en la definición de sí, además de depender de los procesos de aculturación y demás, dependen de los procesos de resistencia activa en organizaciones que garantizan un nivel de identidad y reflexión. Por esto, el énfasis diferencial que tiene de una comunidad a otra el término "indio" o "raizal" depende absolutamente de los procesos políticos que cada comunidad ha tenido desde la Colonia y la República hasta la actualidad.

Asociado a esto está el que la reflexión sobre la autonomía está personificada por las estrategias políticas que los cabildantes o gobernadores solitarios tomaron en sus momentos. Por esto en estas comunidades, además de la división histórica en épocas y grupos de antigüedad, está la división por cabildantes o gobernadores que personifican y caricaturizan las estrategias políticas que adoptó él y la comunidad en su periodo. Hay entonces la época de Pío León y Roque Capador, o la del "Cacique" Cristóbal Segura, o la de Claudio Cano. La historia está periodizada así por distintos puntos y personajes, haciéndola un tejido que tiene un pasado remoto pero también un presente actuante.


 
 
www.luguiva.net - 2010 ® contacto@luguiva.net
Bogotá - Colombia