Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

LA COMUNIDAD INDÍGENA “CHAMÍ” DE PUEBLO RICO Y MISTRATÓ. PROYECTO DE DELIMITACIÓN DE UN ÁREA DE RESERVA
Escrito con ENRIQUE SÁNCHEZ GUTIÉRREZ para el Incora, 1975

LINGÜÍSTICA

No es posible aquí efectuar un análisis lingüístico completo solamente con la base del exiguo vocabulario recogido en pocos días y en las pocas oraciones que fue posible anotar de manera sistemática. Además, no es nuestra especialidad este tipo de trabajos: así, lo que presentamos adolece de las obvias imperfecciones derivadas de ello.

El dialecto chamí, llamado por otros, como el padre Constancio Pinto, catío, pertenece a la familia Chokó, de acuerdo con la clasificación de Paul Rivet en su Catálogo de Familias Lingüísticas de Noroeste de América del Sur. Otros autores, como Manuel Uribe Ángel, Emilio Robledo y algunos misioneros, están de acuerdo con este criterio. También lo está Sergio Elías Ortiz.

Esta dialecto está extendido por amplias zonas del país, desde el Sinú, en el departamento de Córdoba, hasta el norte del Valle (Riofrío y El Dovio), pasando por el noroccidente de Risaralda y algunas regiones del Chocó habitadas por los grupos embera (Tadó, Andágueda, etc.). La migración de algunos grupos chamíes ha llevado recientemente su dialecto a sitios tan apartados como el Caquetá.

Tan gran dispersión es un factor de variación lingüística que hace sumamente difícil el estudio del chamí, ya que el vocabulario, la pronunciación y aún la misma estructura varían de un grupo a otro, de una región a otra. Es de anotar que las mayores variaciones las presenta el grupo del Sinú, quizás por la mayor antigüedad de su separación del tronco común.

Es por ello que no se encuentra un acuerdo entre los distintos vocabularios recolectados por diversos investigadores en distintas épocas y lugares, cosa que podemos apreciar al comprar los ejemplos que Sergio Elías Ortiz trae en su libro sobre Lingüística Aborigen de Colombia.

Este factor, agregado a la gran cantidad de sinónimos y a la confusión entre los alófonos de algunos fonemas, acrecienta la dificultad en el estudio del chamí. Al recoger el vocabulario, es usual que un informante nos dé una palabra diferente a la suministrada por otros. Al ser preguntado al respecto, responde que “también se dice así”.

Alfabeto chamí: está formado por los siguientes sonidos:

Vocales, a, e, i, o ,u. Cada una de ellas tiene, además, una pronunciación nasalizada, en especial la u. Adicionalmente, existe una vocal que no aparece en español y es la u sorda, que tiene un sonido entre e, i y u.

Consonantes: con sonido similar al español están: b, ch, d, f, s, j, k, m, n, ñ, p, r, s, t, y. No existen la c suave ni casi la l. Según el padre Pinto, cuando la l aparece, se trata de errores de trascripción de quienes han recogido el vocabulario. También existe una r nasalizada y la siguientes consonantes dobles: rr, mm, pp, dd, y, ocasionalmente, bb. La r no se presenta nunca al comienzo de palabra; por eso deforman la pronunciación de las palabras españolas que tienen r inicial; así, dicen orsa en lugar de rosa, artón en lugar de ratón, etc.

En la conversación es corriente que agreguen una m inicial a las palabras que comienzan por los diptongos ua y ue. Por ejemplo, en lugar de uera (femenino) dicen muera; en lugar de uaiparabu dicen muaiparabu.

La formación de las sílabas se hace entre sólo vocales o entre vocales y una sola consonante. Es excepcional la aparición de una sílaba que contenga dos consonantes seguidas.

Género: No hay una terminación especial que lo indique, ni tampoco artículos que lo hagan. En ciertos casos, la diferenciación entre géneros se hace agregando al sustantivo las palabras uera (femenino) y mukira (masculino). Así se dice eterr uera (gallina) y eterr mukira (gallo).

Número: Tampoco hay una terminación que lo señale. La idea del plural está dada por el verbo.

La idea de color está dada por el prefijo chi. De este modo, chipur = rojo, chipara = verde, chikuara = amarillo, etc. Es interesante que el daltonismo que se atribuye a ciertos grupos indígenas parece presentarse aquí, pues no hay una palabra específica para expresar el color azul sino que se emplea la misma que para verde. Esto parece estar comprobado por el hecho de que cuando hablan en español y, sobre todo, para objetos poco conocidos por ellos, también confunden los dos colores.

Aumentativo: Se forma agregando al sustantivo las palabras . Por ejemplo: dau michia baribu = ojón u ojote.

Diminutivo: Se forma agregando el sufijo , como en = hermanito.

Infinitivo: El infinitivo de los verbos termina en i, aunque hay algunos pocos que terminan en ña o ya. En algunos de los infinitivos que recogimos se dan excepciones, pero es posible que se deba a que los informantes dieron algunas conjugaciones como si fueran infinitivos.

Muchos informantes no conocen la palabra para el verbo ser; incluso, es usual que la palabra bu, que el padre Pinto dice que equivale a este verbo, sea usada solamente con el significado de estar, haber o tener, y es muy frecuente que no se emplee en el lenguaje cotidiano.

La estrecha relación que la lengua de un grupo social guarda con su vida económica está ilustrada en el caso de los Chamí por la gran cantidad de palabras que existen para designar el maíz en sus diferentes variedades y etapas de desarrollo y utilización, así como la variedad de términos que se derivan de su raíz be. Hay más de 50 en los vocabularios conocidos. En menor escala sucede lo mismo con lo referente a la cerbatana y a la cestería. En este último caso, cada canasto, según sean su forma y la función para la cual es utilizado, tiene una designación propia.

A través del lenguaje podemos conocer algo sobre los sistemas de numeración de los indígenas. Actualmente, ellos solamente pueden contar hasta cinco en su idioma: uno = aba, dos = omma, tres = umbea, cuatro = kuimane y cinco = juasoma. Algunos cuentan hasta diez diciendo cinco y uno, cinco y dos, etc., hasta llegar a dos cincos: omma juasoma. Es decir, esto nos muestra que su sistema de numeración es de base cinco. Sin embargo, el padre Pinto trae una referencia a una numeración recogida por él en el Alto Sinú. En ella se combina una numeración de base vigesimal que llega hasta veinte y que luego continúa: treinta = veinte más diez, cuarenta = dos veintes, cincuenta = dos veintes más diez, y así hasta llegar a 100, que se dice diez con dos ojos (kiranchi komaba audu dau buma). Empleando este artificio, según el cual el cero es remplazado por ojo, sería posible contar indefinidamente. Es claro, de todas maneras, que este sistema, al menos de cien en adelante, es de influencia occidental.

El largo contacto con el español ha ampliado bastante el vocabulario chamí. Una gran cantidad de palabras han sido tomadas de él por los indígenas, transformándolas de acuerdo con sus propias reglas y fonemas. A continuación, y para terminar, damos algunos ejemplos en los cuales es posible observar cómo terminan todas las palabras en vocal, como en su lengua, y colocan a los verbos el sufijo ai.
 
 
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