Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

LA COMUNIDAD INDÍGENA “CHAMÍ” DE PUEBLO RICO Y MISTRATÓ. PROYECTO DE DELIMITACIÓN DE UN ÁREA DE RESERVA
Escrito con ENRIQUE SÁNCHEZ GUTIÉRREZ para el Incora, 1975

LOCALIZACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN

La población se encuentra localizada de la siguiente manera:

Canchívare: Margen izquierda del río San Juan. Número de familias indígenas: 37. Número de familias de colonos: 14.

Límites aproximados: Canchívare abarca una franja de terreno a todo lo largo de la margen izquierda del río San Juan, entre las quebradas de Curijía, al oriente, y Estrella, al occidente. La población está ubicada en pequeñas y medianas propiedades parcelarias, con la excepción de las propiedades de Luis E. Mejía y Epifanio Aguirre, que conforman, dadas las condiciones de la región, empresas agrícolas.

La vereda tiene escuela propia a la cual asisten en su mayoría indígenas. En ella se imparte instrucción hasta segundo de primaria. Existe otra escuela cercana, construida por Acción Cívico-militar, y a la que asisten casi exclusivamente hijos de colonos.

Umacas: Es la vereda que sigue a Canchívare hacia el occidente sobre la margen izquierda del río. Número de familias indígenas: 40. Número de familias de colonos: 9.

Límites aproximados: Comprende un área enmarcada entre la quebrada Estrella, al oriente, y la quebrada Crustó, al occidente, siguiendo todo su curso hasta su unión con la quebrada Umacas y la desembocadura de esta al río San Juan. La quebrada Umacas, que corre hacia el noroeste, y el río San Juan conforman los límites naturales de esta vereda.

Conviven en Umacas indígenas y colonos parcelarios. Existe, además, una empresa agrícola, cañera y ganadera de propiedad de Reinaldo Valencia.

La vereda tiene Junta de Acción Comunal conformada recientemente y que se propone como objetivo inmediato la construcción de una escuela. Actualmente, 65 niños asisten a la escuela de Jeguada.

Carrema y Jeguada: Familias indígenas 18. Familias de colonos: 8.

Estas veredas están ubicadas en la margen derecha del río San Juan, al frente de Canchívare y Umacas. Comprende la región aledaña al río Mistrató y la enmarcada entre este río y la quebrada de Anquima al occidente.

En estas veredas predomina la empresa agrícola en fincas que han concentrado la mayor parte del territorio. Jeguada es la más importante de ellas y está dedicada a la ganadería.

Existe una Inspección de Policía ubicada en terrenos de la hacienda Jeguada, en la cual hay, también, una escuela de irregular funcionamiento.

Purembará: Se asientan en ella 77 familias indígenas, 7 de colonos y la misión católica Colegio de Purembará, circunstancia esta última que hace de ella un centro de gran influencia en la región.

Esta vereda está ubicada en la margen derecha del río San Juan, entre las quebradas Anquima y Similitó. La ubicación precisa de la misión es la de 5º 23’N de latitud y 75º 58’W de longitud.

Purembará es una de las zonas de mayoría indígena. Se encuentran colonos a partir de la fonda de Chatas y por la quebrada del mismo nombre hacia la cordillera en unidades parcelarias que se mezclan con las propiedades de los indígenas. En lo alto de la cordillera (vertiente derecha del San Juan), entre las quebradas Sicuepa y Anquima está ubicado el “Colegio”, finca de propiedad de la curia y que sirve de asiento a la misión católica “Estación Purembará”, atendida por religiosas de la comunidad de las Hermanas Lauras y por sacerdotes católicos seglares. La finca tiene aproximadamente 500 hectáreas, casi en su totalidad en pastos, y es una de las mayores propiedades de la región. Por iniciativa de los misioneros, los indígenas de Purembará hicieron titular sus parcelas.

Las explotaciones principales de la misión son la ganadería y la caña de azúcar. Tienen un trapiche que elabora unas 15 cargas de panela quincenales. La misión ha introducido recientemente la cría de ovinos.

La misión presta a los indígenas los siguientes servicios: educación escolar primaria completa, internado y restaurante para los escolares, orfanato, servicios médicos (primeros auxilios), tienda de compra y venta, servicios religiosos. En el internado reciben instrucción escolar 82 niños y 50 niñas indígenas.

Rincón Santo y La Montaña: son veredas ubicadas en el área de influencia de Purembará.

Embordó y Currumay: (La Montaña). Son 15 familias indígenas.

Estas veredas comprenden ambas vertientes de las quebradas del mismo nombre, desde su nacimiento hasta su desembocadura en el río Ágüita. Es una región totalmente indígena. El asentamiento allí ha sido el resultado del permanente desalojo y desplazamiento de los indígenas y de la necesidad de una agricultura de varias parcelas, según las prácticas agrícolas de la población.

A diferencia de las demás, la región se caracteriza por la conservación de los bosques y de los suelos, pues allí los indígenas dedican parcialmente los suelos a la agricultura con el empleo de técnicas tradicionales de conservación. El asentamiento es disperso según las Unidades Parcelarias que las familias han conformado.

Estas veredas, ubicadas al norte de Purembará, son de acceso por un camino que de El Colegio conduce al Currumay o por el camino del Ágüita que lleva a Puerto de Oro, tomando el curso de las quebradas hacia su nacimiento.

Inamur e Inamurcito: 82 familias indígenas viven en ellas.

Estas veredas están ubicadas en ambas márgenes del San Juan. Inamur está en la margen derecha, entre las quebradas Similito, Lanas y el lugar llamado La Loma; Inamurcito está en la margen izquierda, entre la quebrada del mismo nombre y la cordillera que sirve de cuenca en la margen izquierda del río Tatamá, antes de su confluencia con el río San Juan.

Al igual que las veredas aledañas al río San Juan, se encuentran allí parceleros, colonos e indígenas.

El Ágüita: Familias indígenas: 20.

Comprende la población inmediata aledaña al río Ágüita en ambas márgenes, desde la confluencia del río Docabú en el Ágüita, y por este hasta el río San Juan. Predomina el asentamiento de colonos de origen chocoano. Antes de la unión de los dos ríos, sobre el Ágüita, en la margen derecha, se encuentran los caseríos de población negra Ágüita y Santa Rita. La población indígena está distribuida de manera dispersa en ambas márgenes, pero con preferencia sobre la margen izquierda.

La margen derecha del río, arriba del Docabú, comprende una franja de terreno que tiene como límite occidental la línea divisoria departamental entre Risaralda y Chocó. Es una región de bosques primarios habitada exclusivamente por indígenas. La margen derecha del Ágüita está habitada casi en su totalidad por indígenas, pero en la actualidad se observa una gran presión por parte de los colonos de origen chocoano que buscan asentarse allí, con el ánimo de practicar, mediante el sistema de mazamorreo, la extracción del oro que el río acarrea.

A la región se penetra desde la Unión por carretera, siguiendo la margen derecha del Ágüita hasta el río Docabú, en donde la carretera se suspende. Este carreteable cubre una distancia aproximada de 7 kilómetros. El camino continúa Ágüita arriba por la margen izquierda hasta el poblado de Puerto de Oro.

Puerto de Oro: Comprende una importante región minera en las estribaciones del cerro de Parandó. El poblado que sirve de centro a la región fue fundado alrededor de 1933 con la penetración de una empresa norteamericana que explotó las vetas auríferas de las minas Las Camelias, Las Bocas, El Crucero y otras, hasta 1936, año en que abandonó la región. El poblado, cuya importancia anterior señalan los mineros indicando que llegó a tener 14 fondas, es hoy en día un caserío de unas 12 viviendas, una escuela, iglesia, inspección de policía y una fonda. Tiene servicio de acueducto y luz eléctrica durante la noche.

El caserío está ubicado entre los ríos Batató y Totumo, antes de su desembocadura, y a una altura de 820 metros sobre el nivel del mar. Su ubicación exacta corresponde a la latitud de 5º 23’N y a la longitud de 76º 4’W. Sus habitantes se dedican a la minería, ya sea como subarrendatarios de las minas mencionadas, ya sea como jornaleros o como mineros independientes (barequeros).

Existen allí algunas fincas ganaderas de propiedad de funcionarios públicos, dedicadas a la cría y levante de ganado cebú. En el poblado sólo encontramos una familia indígena en calidad de “agregados” de una finca de propiedad del inspector de policía; el jefe de la familia estaba, además, detenido en la cárcel del corregimiento.

Los indígenas que viven cerca al caserío se dedican principalmente al barequeo del oro en los ríos, que se ubican así en orden de importancia según la calidad del mineral: Currumay, Totumo, Batató y Ágüita.

GRUPOS ÉTNICOS

La zona chamí, prolongación del Chocó en el departamento de Risaralda, presenta como aquél una composición triétnica: indios, blancos y negros, en ese orden de acuerdo con el volumen de su población. Pero, a diferencia de otras regiones del país, esta situación no es factor de mestizaje, y las barreras para el contacto mestizante entre los tres grupos están casi por completo cerradas.

La población negra está en lo fundamental nucleada en las poblaciones de Santa Cecilia, sobre el río San Juan, Ágüita, sobre el río del mismo nombre, y un pequeño caserío cercano al último de estos pueblos, unos 6 kilómetros aguas arriba. Esta población ha venido del Chocó ascendiendo por el curso del San Juan y en pos del oro que contienen los dos ríos mencionados. Su actividad básica es el mazamorreo del oro con la clásica batea de madera y la agricultura es sólo una actividad suplementaria, que produce plátano y maíz.

Los libres, como son denominados por los indígenas, tienen una escasa influencia sobre ellos, al menos en lo que respecta a la vida económica de ambos grupos. Pero a nivel de las relaciones sociales y de intercambio cultural existen lazos poco estudiados entre ambos grupos étnicos. En la población de Santa Cecilia el fenómeno más notorio es el compadrazgo, mediante el cual los indígenas escogen los padrinos de sus hijos dentro de la población negra, estableciendo de este modo una relación duradera, que les asegura un lugar donde llegar cuando tienen que bajar al pueblo, y a los negros los regalos de los indígenas a cada venida de estos, que constituyen un complemento alimenticio y de objetos de cultura material, canastos sobre todo.

El estudio de esta relación presenta una importancia real para esclarecer fenómenos de la dinámica de la organización social de ambas sociedades y bien podría estar fundamentado en el hecho de la reciprocidad, que según algunos investigadores caracteriza las relaciones de intercambio entre los grupos negros de esta parte del país y del Chocó.

Entre los negros encontramos el tipo de canasto grande de los indígenas, con la misma función y manera de utilizarlo. Igualmente hallamos la escalera de guadua, que en algunas casas incluso da acceso al piso superior.

Este grupo ha permanecido casi estático en cuanto a su número, limitado por las posibilidades mineras de la región, especialmente del oro aluvial explotado por ellos.

El siguiente grupo en importancia numérica, pero que por otros factores es el predominante, es el grupo blanco, dentro del cual es posible diferenciar a un número pequeño relativamente más puro: el de los misioneros españoles, y a otro mestizado, el de los colonos, campesinos de origen de Antioquia Grande, principalmente.

A diferencia del grupo étnico negro, los blancos crecen aceleradamente. Es así como en zonas en donde no había ningún blanco hace 7 u 8 años, ahora son un núcleo importante.

Los blancos ejercen el dominio político y económico sobre la región, pero no solamente los que viven en la zona, sino también aquellos otros con quienes los indios tienen contacto, bien en poblaciones vecinas, bien las autoridades del gobierno.

El predominio blanco se ha impuesto apelando a distintos factores: económicos, desposeyendo a los indígenas de las mejores y mayores tierras, a través del mercado, etc.; políticos, con la imposición, respaldada por la fuerza armada, las cárceles, los tribunales, las autoridades locales y nacionales; ideológicos, fundamentalmente por medio de la religión católica llevada por los misioneros, la imposición de los valores de los blancos en el contacto con los colonos y otros.

Pero este grupo no es homogéneo. Además del sector de los misioneros, encontramos la gran masa de los colonos, campesinos pobres y medios, que han arrebatado la tierra a los indígenas o han, ocasionalmente desmontado sus propias parcelas. Y el pequeño grupo de los campesinos ricos y de los terratenientes que han despojado a los colonos de sus parcelas para la conformación de grandes fincas, explotadas comercialmente por medio del trabajo asalariado; café, cacao, caña de azúcar, panela y ganadería son sus fuentes de riqueza. Es decir, que la población blanca ha reproducido en el Chamí, esquemáticamente por ahora, la estructura rural de clases existente en el resto del país. Obvia decir que esta situación comienza ha extenderse a los indígenas, incorporándolos a dicha estructura, pero en los niveles inferiores de ella, bien como campesinos pobres, bien como participantes en el proceso de proletarización.

El tercer grupo, conformado por unos 4.000 indígenas, es el poblador original de la zona Chamí, sin que esto quiera decir que su poblamiento se remonte a la época prehispánica, al menos en una forma continuada.

Además, debemos distinguir distintos troncos indígenas, diferencia que está relacionada con la historia del poblamiento de la región. Parece que es posible distinguir por lo menos tres grupos. Los verdaderos chamíes, que a la llegada de los españoles ocupaban el, territorio inmediatamente al oriente de la zona actual y que fueron objeto del proceso de conquista y colonización por medio de reducciones, encomiendas y resguardos, que fue común en otros lugares del país. La presión colonizadora, desde entonces, los llevó hasta localizarse en la actual zona Chamí, especialmente en los sitios cercanos a Pueblo Rico y Mistrató.

El segundo grupo, de origen embera chocoano, de aquellos que resistieron el poblamiento del Chocó hasta fines del siglo XVII, llegó a la región no más allá de unos 100 años, siguiendo la ruta del río San Juan, remontándolo hacia su nacimiento. Son los que habitan del río Mistrató hacia el suroccidente, en especial en Purembará, La Montaña, Inamur y zonas aledañas.

El tercero, de procedencia catía, venido del norte (Jardín, Andes) y algunos sectores del interior de Caldas, se ubicó en las cercanías de Mistrató y San Antonio. Casi ha desaparecido ya, empujado a migrar por la violencia, en el pasado, y por la penetración latifundista, en el presente. Se halla reducido a unas 200 personas, si no menos.
 
 
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