Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

KOROSRAIKWAN ISUKUN

Los consejos de la ardilla macho

La ardilla macho siempre ha pensado bien, ha sabido trabajar para no pasar hambre en ningún momento.
En lo alto de un árbol, lejos del alcance de sus enemigos, se reúne con su esposa y con sus hijos y les habla. Dirigiéndose a la ardilla, le dice:
- Tenemos que trabajar juntos para sembrar algún alimento; hay que traer unas semillas y sembrarlas.
Pero ella no piensa igual, no está de acuerdo. Entonces él le argumenta:
- Yo le estoy hablando pero usted no me quiere oír. No entiendo como es usted que no piensa en trabajar; así, ¿cómo va a ser alguien útil para los demás?, ¿cómo va a poder vivir en adelante?, ¿acaso su cabeza no le sirve para nada?
Y agrega:
- Le estoy hablando y hablando y no quiere usar su cabeza para entender. ¿Será que es muy cabecidura? ¿No ve cómo yo si pienso bien y trabajo como se necesita? Cuando salgo a alguna parte, yo si traigo comida o semillas para la casa, rebusco alguna cosa para después no pasar hambre.
Como ella no contesta, sigue hablándole:
- Por eso yo puedo tener una vida buena, puedo mantener la unidad de la familia, ayudar a la comunidad y vivir como se debe para poder hablar de mi experiencia. Por eso nosotros y nuestros hijos nunca pasamos hambre.
Y continúa aconsejándole:
- Al momento de cultivar, hay que sembrar ulluco, papa, maíz y haba en las tierras frías y, en lo caliente, guabas, aguacate, curuba de monte y árbol velero. Esto es lo que se debe sembrar para no pasar hambre.
- Así es como hay que cultivar para que, cuando dé el fruto y venga la cosecha, podamos traer los productos para nuestra casa y comerlos con toda la familia.
- Pero no solamente hay que cultivar y cosechar. Si se va de visita a alguna casa y le ofrecen algún alimento, no hay que comérselo todo allí mismo, como hace usted que no piensa en nosotros y es tan diferente a mí. Hay que guardar una parte para traer a la casa y compartir por igual con todos los de la familia.
Como ella permanece indiferente ante a sus palabras, la regaña:
- Usted no sigue mi ejemplo de traer una parte de todo lo que me regalan. Si uno está en una casa y le dan algo de comida y se la come toda solo, sin guardar para traer a la casa, es porque es una persona extraña, rara, que no piensa en la igualdad. No hay que ser así. Por eso yo estoy medio aburrido y no me gusta su manejo.
- Pero no sólo hay que comer uno una parte de lo que le dan y traer otra para compartir con la familia, también hay que guardar para tener semilla y sembrarla bajos unos árboles grandes. De esta manera, al cabo de un tiempo, se tendrá un buen cultivo ya bien jecho, habrá ulluco y papa con las hojas amarilleando, listos para cosechar y tener buena comida.
Bien sentado, con su cola larga y esponjosa levantada contra las orejas, la ardilla macho habla a su familia mientras, de tanto en tanto, se estrega el hocico con las patas delanteras, como limpiándose. Así comparte su pensamiento, su experiencia, sus trabajos y su vida:
- Siempre hay que trabajar entre los dos esposos, acompañando con un pensamiento de unidad, de mantener la familia y de criar bien a sus hijos. Las palabras de los mayores son para su familia, pero son igualmente para todos. Por eso no deben olvidar este consejo que les estoy dando. Caminen toda su vida con estas palabras como guía para no tener que pasar vergüenzas, como le ocurre a quien hace las cosas mal.
Y termina su consejo, diciendo:
- Estos consejos son para la propia supervivencia. Ellos dan una vida en la unidad, una vida que sea ejemplo, que permita vivir a todos en igualdad; y continuar del mismo modo durante la vejez y hasta la muerte.

(Habló Dionisia Ussa, de Michampi)

 
 
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