Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

JUAN BAUTISTA USSA: MOROPIK Y GRAN PINTOR GUAMBIANO

El trabajo del taita

El moropik guambiano taita Juan Bautista Ussa Ulluné dedicó casi toda la última parte de su vida a la pintura, hasta que la artritis no se lo permitió más, como una actividad integral con su trabajo de hombre sabio al servicio de su sociedad. Hoy, sus pinturas pueden apreciarse en las paredes de la sede del Cabildo del Pueblo Guambiano y en las de la Casa del Fraylejón, lugar en donde se concentra la mayor parte de los trabajos con la medicina propia herbolaria, pues allí se cultivan las plantas que tienen el poder de curar, así como también se preparan con ellas las medicinas que han de llevar salud a los enfermos, algunos de los cuales reciben en este lugar sus tratamientos.

Aunque el taita Juan Bautista se despidió para ir a vivir al kansro, desde allí sigue hablando con sus pinturas a los guambianos y a personas de fuera de Guambía, como era su deseo. Para que pueda cumplir su tarea en una escala mayor, he querido mostrar aquí sus pinturas.

Los moropik guambianos son sabios que tienen el poder de trabajar con el agua, la esencia del ser guambiano, pues estos son hijos del agua, gente del agua, de la cual depende, además, el conjunto de la vida de esta sociedad (para una explicación más amplia al respecto, ver Abelino Dagua Hurtado, Misael Aranda y Luis Guillermo Vasco Uribe: ”Guambianos. Hijos del aroiris y del agua, http://www.luguiva.net/libros/detalle.aspx?id=4

La palabra moropik está formada por morop = trabajar, pi = agua e ik = que da sentido de actor. En esta forma, todo moropik es un trabajador con el agua, pero algunos, como el taita Juan Bautista, están especializados en el trabajo más específico con ella y con sus seres. Es decir, tienen el poder de atraerla, alejarla, transformarla, hermanarse con ella, etc. De este modo, pueden hacer que llueva (traer a aguacero) o deje de llover (alejarlo) o pueden sembrar el agua, creando ojos de agua o lagunas en donde no los hay inicialmente o manejar los vientos asociados a aguacero y páramo.

Así, la laguna Maweypisu o del Abejorro es sembrada, echada dicen algunos. En el verano que duró 7 años, Bautista Hurtado, del Chimán, vino con dos moropik de Tumburao y tuvieron un sueño de cómo hacer. Uno se fue a la laguna de Piendamó y trajo espuma del agua y unas plantas medicinales; otro se fue al mar y trajo un caracol y espuma del mar; con esos elementos trabajaron, trajeron a aguacero y sembraron la laguna del Abejorro. Otros narradores dicen que había un barrial (chillik) y los moropik echaron la piedra de rayo (de srokollimisak) y se fue formando el agua, se fue formando, se fue formando y quedó así. Algunos moropik son soñados de traer aguacero con fresco de pishinkalu en la laguna sembrada de lo alto, Tumpi, que recoge toda el agua de las lomas, por eso se dice tumpalasrenpi, que es el última agua de arriba.

Laguna Maweypisu o Abejorro

De ella se puede tomar la semilla para sembrar ojos de agua. Una vez, hubo un verano muy fuerte, se secaron todos los ríos, hasta el Piendamó. Un viejo muy conocedor fue a la laguna de Maweypisu, la única que no se secó. No sé sabe cómo haría, pero bajó de ella sembrando dos ojos de agua, uno de ellos es la Cuanda, que duró hasta que comenzó a llover otra vez.

Es laguna muy brava y en ella el viento de páramo voltea en todas direcciones. Pero el moropik puede lanzarlo en una dirección específica, hacerlo bravísimo y dirigirlo. En un tiempo, “los moropik Jesús Manquillo y Luis Felipe Paja, fueron a Maweypisu; ella se hizo bravísima, le echaron remedio y el páramo también se puso bravísimo; y ahí sí, los ejércitos que nos atacaban tuvieron que correr”. Este poder se empleó en las recuperaciones para defenderse de militares y policías; así lo cuenta el taita Francisco Yalanda: “Los guambianos llamamos a los sabios tradicionales para que trajeran al páramo en nuestra ayuda. Ellos fueron a la laguna de Maweypisu, Abejorro, y trabajaron. El páramo vino con su viento, se lanzó contra nuestros enemigos y los emparamó, haciéndolos huir”.

Para traer a aguacero, los moropik tienen que ser dos y haber recibido sueños de hacer llover: el mayor, que sabe de ese trabajo, y el menor (puropalpik), que recoge el sentido de cómo recoger el trabajo y el remedio. Este avisa y el mayor trabaja: pone el Tachi en medio de una corona hecha con un bejuco que se llama chiyasr, para envolver con la sombra del viento; se coloca en los cuatro sitios de la laguna y a la izquierda de esta se deja una jigrada de coca. A un lado se pone la piedra del rayo (palasruk) sobre paja de levantadera, que es la de techar casa. El moropik se pone a fumar tabaco, que es fuerte, y con él duerme a páramo, lo emborracha. Entonces llama a aguacero con el cigarrillo, que es para él y es suave, con la coca y el mambe, y con aguardiente y frescos (coríbano, yacuma blanca y negra). Y el viento se calma. A los tres días viene alumbrando aguacero. Páramo duerme treinta días y reina aguacero. A los treinta días, el moropik sube otra vez, coge la piedra y lo despierta.

La piedra del rayo es llamada por otros piedra del aire y algunos dicen que es de siete metales: oro, esmeralda, platino, hierro, cobre, plomo y bronce, o blanco, café, verde, amarillo, tierra, bolitas como de gargantilla.

Piedra del rayo

Son dos clases de piedra: la de lo alto, de páramo, Kosrokollimisak, que es más fría y, si se amarra con remedios a la laguna, se calma el viento; la de abajo es más brillosa y es de aguacero, Srekollimisak. Pero la de arriba es más fuerte porque es del viento de páramo y es la de los siete metales.

Piedra del rayo y plantas de lo propio

Con la piedra se puede ver si una casa está en buen sitio. Se puede sacar el agua o traer el verano. En el páramo, a media noche, se ofrecen 2 copas al oriente y relampaguea allá; y, luego, al lado de aguacero y relampaguea allá. Y entre las nubes se ve Kollimisak.

El taita Juan Bautista había oído hablar a su abuelo de esa piedra, que estaba en una ventana de la roca al pie de la laguna de Aroiris, abajo del Boquerón, en una planada. Preparó los remedios y el aguardiente y le dijo a un amigo que lo acompañara; el amigo fue donde un sentidor y este le dijo que no fuera, que le iba a pasar algo: "El que tenga ojo de ver, ve. El que tiene oído de oír, oye". El amigo no lo acompañó y se fue solo.

Llegó a la laguna en la noche e hizo el trabajo. Ofreció cuatro de refresco a la laguna y cuatro de aguardiente. Así a cada una. De cada una salía un rayo que le venía a la cabeza. Cuando ya trabajó las siete lagunas, pudo coger la piedra y llevarla en un saco de lienzo con remedios. Cuando empezó a salir, le pesaba cada vez más; por laguna de Piendamó ya pesaba como tres arrobas. Cuando salió a los potreros, ya pudo salir bien porque por allí pasa mucha gente.

El taita con el sueño y las señas de encontrar piedra del rayo

La laguna menos brava es Ñimbe (Ñimpi), porque allá va mucha gente. La del Aroiris no tiene patos, solo va dando señas reflejando. Cuando guardó la piedra, comenzó a lanzar rayos y alumbraba como si fuera de día, hasta que amaneció. Entonces se vino. Páramo grita muy duro: burum, y asusta al que va a verlo sin ser soñado.




















Laguna de Ñimpi
Años después, como el taita mismo lo explica, Pishimisak le dio indicaciones para que hiciera las pinturas, dándole señas por medio de la piedra del rayo.

Su casa era una de las más altas en la vereda Peña del Corazón, antes de irse al Huila por razones de salud. Cuando fue al alto encima de la Peña para sacar el agua para la casa, vino un gavilán con una cinta blanca y se paró encima de la piedra.

Casas más altas de vereda Peña del Corazón

Es posible que, en lugar de un gavilán, se haya tratado de un cóndor, pues estos anidaron hasta hace algún tiempo en las diversas peñas que se encuentran en el territorio guambiano; además, tienen una presencia importante en las pinturas del taita Juan Bautista, como puede observarse a continuación.

Peñas con cóndores en la vereda Peña del Corazón

Volando sobre un cóndor en la sabana

Peñas y lagunas en la Kunduria

Cóndores y osos en la chorrera de las peñas

Hay una versión de esta pintura realizada con la técnica al óleo, con mucho menos colorido y, sobre todo, con menos detalles, lo que muestra las grandes limitaciones del taita en la asimilación de dicha técnica para la elaboración de las nuevas pinturas.

Pintando un cóndor

La antropóloga Sandra León (El agua y los sueños: Fuentes de recreación estética del pensamiento mítico guambiano, Trabajo de Grado, Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, 1997) cuenta que el taita le relató que, en 1923, el taita encontró la piedra arriba, en el páramo, en el lugar en donde había caído el Srepaley (trueno). En un sueño, un médico nasa que mascaba coca le dijo que no se podía tocar porque su dueño se podía enojar, haciendo enfermar al que la tocara. Por eso, el taita, que era moropik, pidió permiso al rey de las aguas (Kollimisak), un anciano con pelos y barba muy largos formados por las propias nubes, dándole refresco para así poder cogerla con el fin de ayudar a otra gente, usándola con su ciencia.

La antropóloga León continúa diciendo que, cuando murió, la piedra quedó guardada y, en 1968, como lo dijo el sueño, tenía que pasar a manos del taita Juan Bautista. “Con ella he andado desde esos tiempos. La llevé a Bogotá y la examinó una astróloga argentina, que dijo que esa piedra era muy poderosa y valía mucha plata, como unos 100 mil; la astróloga me dijo que no andara con esa piedra por ahí porque me la podían robar. Por eso me fui rápido a Zipaquirá y allá fue conjurada”.

El Rey de las Aguas da su permiso

El taita Juan Bautista continúa diciendo, en el trabajo de la antropóloga: “Esa piedra es como la enseñanza, el consejo, ella ha sido mi maestra. Yo le consulto cualquier problema, el que sea, y ella me habla. Yo antes no sabía lo que iba a ser y fue ella la que me hizo pintor; por eso, cuando voy a pintar, siempre está ahí juntico, porque sin ella es como si no tuviera lápiz; pero, cuando está a un lado, ahí sí comienza a salir el dibujo que voy pensando”. A diferencia de otros moropik, no mira la seña en el cuerpo, en las piernas, sino que ve en la piedra que tiene, que le da como figuras.

Pishimisak, en figura de mujer, da indicaciones de pintar

Pishimisak le indicó para que plasmara distintos aspectos de la vida cotidiana de los guambianos, que constituyen el grupo más pequeño de las obras que aparecen aquí (de algunas hay varias versiones); y, también, para que mostrara sus relaciones con los diversos seres del agua, lo cual ubica otro grupo de obras (en este caso como en el anterior, de algunas existen distintas versiones) necesariamente en las tierra altas del páramo, residencia del propio Pishimisak y lugar de las lagunas.

Pisihimisak, en figura de hombre, enseña de pintar

Pero, las formas del agua son muy variadas y dan lugar a muchos seres, que conforman el complejo ciclo del agua. Entre ellos, el taita Juan Bautista se relacionó en especial con aguacero y páramo y los rayos y vientos de estos, con aroiris, con las lagunas.

Ciclo completo del agua y sus seres

Srekollimisak es aguacero y es de abajo; el trabajo con él se hace botando a la izquierda. Tiene tres rayos: el blanco, que es el más suave y apenas medio quema los árboles, el rojo, que es más fuerte y quema, raja y tumba los árboles y corre por los alambrados hasta el final, y el negro, que cae en la tierra limpia, donde no haya árboles, y corre por ella haciendo zanjas que quedan negras, por eso se le dice que es el arador.

Trabajo con Srekollimisak, aguacero, en la laguna

Páramo es Kosrekollimisak y es de arriba; para trabajar con él hay que botar a la derecha. También tiene tres rayos: el blanco, el negro, que es el más fuerte y cae durante todo el día, tronando despacito como entre una olla, y el rojo, que va acompañado con el viento y no cae para abajo sino tendidito de acuerdo con la nube. Cuando se refleja así tendido, el de aguacero de abajo le contesta con el mismo rojo, pero este no es tendido sino que cae clavándose, clavándose hacia abajo. En junio, al comenzar el verano, Kosrekollimisak despierta y sale a recorrer, los árboles se agobian doblando sus copas hacia abajo y páramo chispea por todas partes, azotando a aguacero. (Para visión más extensa y profunda sobre este tema, ver Srekollimisak. Historia del señor aguacero, http://www.luguiva.net/cartillas/subIndice.aspx?id=1

Kosrokollimisak, páramo, no es mi amigo, a veces me rechaza

De esta pintura hay otra visión, muy simplificada, en la que aparece solamente páramo, Kosrokollimisak, y ya no están presentes sus rayos.

Discutiendo con páramo

Kosrokollimisak y Srekollimisak son dos hermanos ya muy mayores. Este último es un anciano con las manos llenas de llagas y que usa un bordón de oro; su trueno suena muy duro y el camino de su pi isik, viento de aguacero, es por los ríos; por eso tiene que venir subiendo por Piendamó y Silvia. El primero es menos viejo y viene de arriba; su trueno suena como despacio, como metido en una olla, y su viento, el viento mayor, el viento Tumpe, tiene su camino por los altos.

Con páramo, aguacero y sierpi en las lagunas

El mayor Julián Cantero habla: “El páramo es un anciano que vive en las partes altas de las montañas y en las lagunas; allí es su casa. Él lucha contra el aguacero para no dejarlo arrimar a sus territorios. Ambos tienen varas largas y bien puntudas. El páramo sube a una peña bien alta y espera al aguacero y lo golpea con su vara en la mano y en el codo; este responde y lo golpea con la suya en las piernas o en las rodillas. El páramo al fin se cansa y se duerme y el aguacero lo vence y se sube en la peña”.

“Los rayos del páramo son azul brilloso y más fuertes que los del aguacero, su viento es más fuerte pero su trueno es más débil. Con su viento lo saca y por eso a veces se despeja en las montañas más altas, mientras sigue lloviznando abajo. Los rayos del aguacero son blancos y brillosos”.

Trabajo con los rayos de aguacero

Páramo y aguacero hicieron un acuerdo entre sí y fijaron épocas distintas para venir cada uno. Son dos seres que trabajan la lluvia. El de arriba es para que haga páramo, el de abajo para que caiga aguacero.

Kosrompoto es el aroiris, es la misma agua, pero tiene unos colores: amarillo, rojo, verde y morado. Va desde una ciénaga hasta una laguna; a través de él, el agua pasa de la laguna a la ciénaga y de allí va regando un mal. También puede estar entre dos lagunas o dos ciénagas. Une entre sí los pikap (ojos de agua) o los barriales. No se queda quieto en un solo lugar; es vivo y camina y, al caminar, va redondeando. Por eso se dice que es poto, una rueda cerrada. Cuando va a venir aguacero, Kosrompoto está hacia abajo y se redondea como lo hacen los caminos del sol y de la luna.

Laguna de Kosrompoto, aroiris

Recogiendo plantas en laguna de aroiris

Son dos aros, hembra y macho. Uno es más claro y más bajo, el otro es más alto y brillante. El macho tiene la cara, el color rojo, para abajo, la hembra la tiene para arriba; se miran las caras. A veces salen con su hijo, más pequeño, que se ve pegado a la hembra.

Los aroiris

Mientras Kosrompoto anda, va regando kosrek pusrik, kal, que se ve caer como páramo y enferma, pero no es agua lo que está regando, es kal. Los kosrek pusrik son también pelos de sierpi, que vive en las ciénagas alrededor de las lagunas. Los hay de tres colores: negros, blancos y rojos Para sacar estos kal se necesita hacer un remedio: el kosrek, que quiere decir que en él hay todos los colores, que salen todos los colores.

Sierpi en laguna de Piendamu

Hay hierbas especiales para sacarlos del cuerpo. Se hace un envuelto de varias plantas y se amarra y envuelve con un trapo durante una o dos horas. Se desamarra y se ven allí todos los kosrek pusrik moviéndose. Los sabios dicen que se emborracharon con el remedio y salieron. Hay que amarrar seis clases de plantas. Para eso, es necesario aprender sobre las plantas, uno de los trabajos que los moropik deben realizar en las tierras altas del páramo.

Aprendiendo de plantas en la sabana del páramo

El trabajo “para que llueva o no llueva se hace a medianoche en el páramo. Se lleva un fresco que se le brinda a Kollimisak, ofreciéndole dos copas hacia el oriente, entonces relampaguea en ese momento al lado del páramo, después se le brindan otras dos copas hacia el occidente y relampaguea hacia el lado del aguacero. En ese momento aparece la visión del señor de las aguas en una nube; él es un anciano, bien anciano, que tiene los cabellos y las barbas harto de largas, como en forma de nube” (Sandra León, op.cit.). Este trabajo se hace en el páramo, a medianoche; cuando aparece Kollimisak entre las nubes, se le ofrecen siete yerbas.

Con Kollimisak en la noche

De esta pintura hay una hermosa versión al óleo, que resalta mucho los colores, en especial los del cielo estrellado y de las plantas de lo frío.

Con Kollimisak en la noche estrellada

Cuando va a llover, el arco se marca de abajo hacia arriba, con los pies hacia arriba; si va a caer páramo, se marca hacia abajo. Así, con el ciclo del año, el arco se redondea, se convierte en aroiris porque es el mismo sol.

La estudiante (hoy antropóloga) Sandra León conoció al taita Juan Bautista durante la práctica de campo de uno de sus cursos en la universidad y valoró la importancia de su trabajo. Como consecuencia, gestionó ante la Universidad Nacional la realización de una exposición de sus pinturas y una invitación para que el taita se hiciera presente durante ella. La misma tuvo lugar en el hall del Auditorio León de Greiff, con una gran afluencia de visitantes. Después de finalizada, la exposición se trasladó a las instalaciones de la Casita del Telar, un ambiente cultural que un grupo de estudiantes había creado mediante la rehabilitación de una vieja estructura de madera cerca al edificio de Biología. Allí el taita se encontró de nuevo con grupos de estudiantes, profesores y algunas personas de fuera de la universidad, para explicarles su trabajo y sus pinturas.

Exposición en la Casita del Telar

Una de esas explicaciones, a la cual tuve la extraordinaria fortuna de asistir, tuvo lugar a la orilla de una pequeña laguna existente en ese lugar. Allí, en una tarde con cielo despejado por completo, sin una nube, el taita se sentó, después de haberse ubicado preguntando en qué dirección quedaba la laguna de Guatavita, con el propósito de “llamar a aguacero”, ante la incredulidad de los asistentes. Allí realizó su trabajo, acompañado de la piedra del rayo, durante mucho tiempo, ya no recuerdo cuánto. Al cabo de una a veces exasperante espera, una diminuta nubecita comenzó a asomarse por encima de los cerros, precisamente en la dirección de la laguna. Y poco a poco fue haciéndose más grande y oscura, acercándose a donde estábamos nosotros, hasta ubicarse precisamente sobre nuestras cabezas. Y, de pronto, la lluvia comenzó a caer hasta mojarnos. Un instante después, la lluvia se calmó y al poco desapareció la nube, retomando el sol su lugar en un cielo completamente azul, como al comienzo.

Un tiempo después, las pinturas del taita se expusieron en la Universidad del Tolima durante una temporada.

El taita Juan Bautista había trabajado en sus pinturas con medios económicos muy escasos y teniendo como “estudio”, bien el suelo de la cocina de su casa, bien una mesa de madera ubicada en un corredor abierto en el frente de la misma. Allí pintó durante meses y años en los tiempos libres que le dejaba su trabajo, en medio del humo, el polvo, el viento, la lluvia, etc., haciendo sus trazos sobre cartulinas de un pliego o medio pliego de distintos colores, usando para ello pinturas de vinilo adquiridas en el pueblo y, en muchas ocasiones, algunos esferos, en especial de tinta azul, con los cuales, además, aparece registrada su firma en sus pinturas.

Para mantener renovada su “capacidad” para pintar, es decir, para que la indicación de pintar dada por Pishimisak se mantenga y su inspiración dure, es necesario hacer trabajos periódicos de ofrecer refresco en la laguna.

Trabajo de refresco en la laguna

De esta obra existe otra versión hecha con la nueva técnica.

Haciendo refresco en la laguna

Por eso, y ante el éxito de las anteriores actividades, Sandra León gestionó con el Jardín Botánico de Bogotá para que este financiara una nueva exposición de las obras del taita, pero esta vez realizadas con óleos sobre lienzo y en condiciones más adecuadas. Esto implicó que ella se trasladara durante varios meses a Guambía y, en un sitio suministrado por la Cooperativa Indígena de Las Delicias en la vieja casa de la hacienda recuperada, trabajara durante ese tiempo con el taita, hasta que este logró manejar la nueva técnica y los nuevos materiales para plasmar otra vez sus pinturas de antes, a las cuales se agregaron varias nuevas, una de las cuales es la que aparece a continuación, y muestra el origen del tejido, una de las actividades esenciales de las mujeres guambianas, el cual fue enseñado por la araña con la elaboración de su tela.

Aprendiendo el tejido de la araña

Terminada la obra, los cuadros se montaron en las instalaciones del Jardín Botánico, otra vez con la presencia del taita, para que se relacionara ampliamente con los asistentes, y para que les explicara su trabajo, no solamente como pintor sino, también y sobre todo, como moropik, despertando un gran interés; entre los visitantes estuvieron algunos dirigentes guambianos que se encontraban por entonces en Bogotá.

Aunque no necesariamente, la nueva técnica para pintar, óleo sobre lienzo garantizó mejor calidad de las obras del taita, pues él ya tenía bastante depurada la anterior manera de pintar con el vinilo. En las siguientes dos versiones de la venida del piuno, el niño venido con el agua, es posible comprobar el empobrecimiento derivado de la nueva manera de expresarse. (Para una mejor comprensión de lo que significan y el papel que desempeñan los piuno o pishau en la vida de la sociedad guambiana, véase Abelino Dagua, Misael Aranda y Luis Guillermo Vasco: “Somos raíz y retoño”, http://www.http://luguiva.net/cartillas/subIndice.aspx?id=3

Venida del piuno con la palizada por el río

El niño del agua baja por el río

Las repercusiones de la presencia del taita Juan Bautista y de sus pinturas en Bogotá, llevaron a que el Cabildo Indígena Guambiano, una vez que la exposición de los óleos regresó a territorio del Resguardo, los comprara con el doble fin de conservarlos y de mantenerlos a la vista de los miembros de la comunidad, en las sedes de las instituciones ya mencionadas.

Sus pinturas muestran también diversos trabajos que tienen lugar en el páramo, en especial en las peña y lagunas. Allí van los cabildos para refrescar las varas de autoridad, los sabios para buscar las plantas curativas, los hombres a pescar, hombres y mujeres para poder realizar bien actividades como el tejido y la música.

Con el Cabildo en la peña

De pesca en la laguna

Con la música y el tejido en la laguna

En las obras del taita Juan Bautista tiene una especial relevancia la presencia de los animales, no solamente de los cóndores, como ya hemos visto, sino de aquéllos otros de los distintos lugares de las tierras altas, sobre todo peñas y chorreras de agua, y de los domésticos de las tierras más bajas, allí donde se mueven las diversas actividades de los guambianos en su trabajo y en su descanso, en su casa y por los caminos, en su vida cotidiana y en sus festividades, en su economía y en su autoridad, etc.

Los animales del páramo están vinculados con aquellos que existían con anterioridad a la llegada de los guambianos a las tierras altas y filos de las montañas: leones, osos, cóndores, y los patos de las lagunas.

Los animales de la sabana alta

Animales en la chorrera con Pishimisak macho y hembra

Además de los animales, las plantas tienen una presencia importante en las pinturas del taita, no solamente aquellas que rodean a los guambianos en su vida diaria, sino también las de las tierras altas, muchas de las cuales pertenecen a Pishimisak o son curativas. Entre todas, el yash o borrachero destaca por su importancia, porque es una planta que acompaña a los cultivos y los cuida y porque da sueños a las personas, a través de los cuales es posible tener indicaciones sobre lo que se debe o no se debe hacer. El espíritu o sombra del yash en el esmeralda o colibrí, que es el trae los sueños. Hay tres variedades: rojo, blanco y amarillo, cada uno de los cuales tiene un efecto diferente.

El colibrí, la sombra del yash. De este aparecen sus tres variedades

El yash (blanco) le da sueño de pintar; al fondo, yash rojo

Pishimisak, yash (blanco) y laguna dan señas al pintor

Pishimisak es dueño de todo y ha dado sus comidas a los guambianos para que puedan vivir. Pero él conserva sus propios alimentos vegetales, en la siguiente pintura se encuentra con ellos en la sabana del páramo. Pishimisak aparece aquí en su doble carácter, macho y hembra, pues constituye un par.

Pishimisak y sus alimentos

 
 
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