Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

EL CARACOL GUAMBIANO Y EL BIG BANG:
DOS CONCEPCIONES SOBRE EL ORIGEN DEL TIEMPO Y DE LA HISTORIA

LA MEDIDA DELTIEMPO

También nosotros empleamos en la vida cotidiana un manejo del tiempo que transcurre con base en una espiral; se trata del mecanismo de un reloj analógico, la base de cuyo movimiento, lo que hace que este sea acompasado y preciso, es un resorte espiralado. Así, la hora “mecánica” que necesitamos leer se liga a la hora “objetiva” dada por el sol. En la figura 44, la espiral se ve solamente por encima pero se puede notar no solamente su forma sino que es tridimensional y que está unida al volante; este gira en una dirección y se devuelve, gira en una dirección y se devuelve, gira en una dirección y se devuelve, movimiento que mantiene andando el reloj y que desenrolla y enrolla la espiral. Este movimiento está alimentado por otro: el de la cuerda, que es un resorte enrollado apretado; cuando se da cuerda al reloj, lo que se hace es templar ese resorte; cuando el reloj camina, el resorte se abre y se devuelve una y otra vez hasta acabar la cuerda; si se le da cuerda de nuevo, comienza otra vez el mismo proceso de abrir y cerrar de este resorte. Así sucede en el big-bang, este sigue exactamente el mismo principio: el movimiento del tiempo se da a través de una espiral que enrolla y desenrolla, enrolla y desenrolla.

Fig. 44. Resorte en espiral y volante de un reloj analógico.
Este es el mecanismo principal que permite “caminar” al reloj
y medir el tiempo en una forma precisa y regular


Así mismo se mueve la luz en el espacio, según lo ha descubierto la física cuántica (Fig. 45). Recordemos que esta es igual a la figura bicónica que presentan las bases para canastos de los desana (Fig. 27).

Fig. 45. De acuerdo con los nuevos descubrimientos de la física cuántica, en el espacio-tiempo,
en el universo, la luz se mueve formando dos conos unidos por la base.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:World_line-es.svg)


Además, a diferencia de lo que ocurre con nuestra física no quántica, el pasado y el presente del movimiento de la luz se dan al mismo tiempo, no se trata de que haya habido un cono de luz del pasado y luego aparece uno del futuro, sino que ambos están presentes en forma simultánea. Se trata de algo que difiere radicalmente de nuestra concepción lineal acerca de la historia, en la cual el pasado ya pasó y lo que hay por delante es el futuro. En la física quántica, el pasado en cuanto al movimiento de la luz en el espacio tiempo, no ha pasado, sigue pasando.

En la concepción guambiana, las generaciones que van adelante son los que ya murieron, aunque no se dice que murieron sino que se despidieron y se fueron al otro mundo, al kansro, el lugar en que habitan las sombras de los muertos, que es este mismo mundo. Es decir, que la sociedad guambiana está formada por todas las generaciones que han existido desde el comienzo, más aquellas que van a venir, que todavía no son. Esta idea parecería absurda, pero la física cuántica nos dice que no lo es, que sólo lo parece si se mira desde la física no cuántica.

La casa guambiana antigua tenía un techo cónico con un agujero en el centro, llamado la coronilla de la cabeza, por el cual entraban los rayos del sol, lo que permitía la lectura del tiempo. La casa se concebía como un ser humano, vivo y femenino, con ojos, nariz y dos ventanas, los ojos de la casa, que se orientaban con el sol, una hacia el naciente y otra hacia el poniente (Fig. 46). En su centro estaba el fogón y allí una piedra sobre la cual se leían las épocas del año y las horas del día, dependiendo de en qué sitio de ella daba la luz que entraba por el ápice del cono (Abelino Dagua et al. “Guambianos. Hijos del aroiris y del agua”, Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular/CEREC/Los Cuatro Elementos/Fundación Alejandro Ángel Escobar, Bogotá, pp. 117-119).

Fig. 46. Esquema de una casa guambiana antigua, semejada a un ser vivo
con su cabeza, sus ojos, su collar de chaquiras, etc. (Idem, p. 118)


Los guambianos llaman aroiris al arco iris y lo asocian también con la serpiente. Entre los embera-chamí, el arcoiris está relacionado con la serpiente Jepá, que tiene sus colores. Esta serpiente dio origen al poblamiento territorial, a los nombres de los lugares y a la distribución de los grupos embera-chamí en los distintos sitios. Visión semejante a la que ubica a la canoa culebra de los grupos amazónicos en el origen de las culturas de esas sociedades; los antepasados de tales grupos iban dentro de una canoa culebra que navegaba de la bocana hacia la cabecera y que fue desembarcando a la gente en distintos lugares y creando los distintos segmentos: guerreros, agricultores, etcétera.

Hoy, los guambianos continúan utilizando el caracol para dar vida. En una gran concentración de autoridades indígenas, en julio de 2011, en la gran explanada de la cancha en Santiago, hombres y mujeres desfilaron en “fila india”, una gran serpiente humana, que, al llegar a la bandera de su pueblo, comenzó a enrollarse en un caracol (Fig. 47).

Fig. 47.



(Para la presentación de este material en la Escuela Nacional de Antropología e Historia -ENAH-, en la ciudad de México, en septiembre de 2011, agregué a la versión original los siguientes párrafos e ilustraciones referidas a los mayas y los zapatistas)

Algo semejante ocurre entre los maya, quienes consideran que la Vía Láctea, Wakah Chan, como la serpiente ascendente, una gran serpiente herida, apoyada entre dos grandes montañas y que carga la luz del sol en el día, para que luego se escape en la noche, por los agujeros de su piel, puntos de luz que constituyen las estrellas. Pero también es la gran espiral del origen, el caracol.

También, el portador del tiempo, Puwajtun, en los glifos mayas se muestra como saliendo de un caracol (Fig. 48), bien sea de tierra, arriba, o de mar, abajo.

Fig. 48: Puwajtun, el portador del tiempo.


De ahí que los indígenas zapatistas hayan comenzado a organizarse en caracoles, a partir de la construcción del lugar en donde se hizo la gran Convención Nacional Democrática Aguascalientes, en Guadalupe Tepeyac, un gran caracol, a decir del comandante Tacho, tojolabal. El subcomendante Marcos agrega que: “ahí estaba el caracol maya. La espiral sin inicio ni final. ¿Dónde empieza y dónde termina un caracol? ¿En su extremo interno o en el externo? ¿Un caracol entra o sale?”. Y termina planteando: “Así los "Caracoles" serán como puertas para entrarse a las comunidades y para que las comunidades salgan; como ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera; como bocinas para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está” (Figs. 49 y 50).

Fig. 49: Caracol zapatista


Fig. 50: Caracol zapatista: Aquí estamos y aquí estaremos


Entonces, no solamente es la NASA la que asocia con la serpiente las espirales de energía que conforman el universo y los movimientos y las fuerzas que le dieron origen, como dieron origen igualmente a nuestro tiempo; pero también, en el caso de los guambianos, a la vida cotidiana.

La relación entre estrellas y vida de la gente y de la sociedad ha dado pie a los horóscopos; no quiero decir que los horóscopos sean un conocimiento del mismo tipo, sino que son una supervivencia, ya completamente modificada, de la influencia que sobre su vida cotidiana veían en los astros sociedades anteriores.

Lo que fundamentalmente quiero mostrar es que estos conocimientos, que han sido tratados como folclóricos o como exóticos o, en algunos casos, inclusive en la época reciente, como religiones, y que antes eran calificados por los mismos religiosos como supersticiones, coinciden en su resultados con los conocimientos más recientes de los científicos de nuestra época acerca del origen del tiempo. Sin embargo, este conocimiento es relativamente reciente en nuestra sociedad, no se remonta más allá de 30 años; pero en las sociedades indígenas existe por lo menos desde antes de que llegaran los españoles, o sea desde hace varios siglos. La pregunta es: ¿cómo tales sociedades, que se consideran analfabetas, atrasadas, y cuyos conocimientos son descalificados como folclor, cultura, exotismo, superstición o religión, pudieron llegar a adquirir tales conocimientos siglos antes que nosotros?

Mi hipótesis plantea que, puesto que el conocimiento científico como nosotros lo conocemos, y en general todo conocimiento, están basados en dos elementos esenciales: el contacto del ser humano con la realidad que quiere conocer, la información o las informaciones o el cúmulo de informaciones que los órganos de los sentidos dan a los seres humanos sobre ese mundo que los rodea, y que en nuestra sociedad está altamente desarrollado puesto que con la tecnología hemos ampliado al máximo la capacidad de los órganos de los sentidos: con un telescopio electrónico se puede mirar a distancias de millones de millones de kilómetros, a donde el ojo desnudo no alcanza a ver; los microscopios electrónicos permiten lo mismo, ya no en términos de distancia sino en términos de tamaño, con ellos se pueden ver elementos tan pequeños que no son visibles al ojo desnudo; y cosa semejante ocurre con las capacidades de todos nuestros sentidos.

El segundo elemento es la capacidad de pensamiento del cerebro humano, su capacidad de abstracción, que le permite reflexionar sobre esa información que los órganos de los sentidos, solos o con todo el aparataje tecnológico de la ciencia moderna, suministran al cerebro. Esta capacidad es la que permite a personas como Hawking expresar de una manera tan simple y sencilla el origen y el final de toda la historia de nuestro universo, cuando dice simplemente que esta se mueve entre el big bang y el big crash.

La combinación de esos dos elementos esenciales ha permitido el desarrollo del conocimiento humano. Planteo que los guambianos compensaron la ausencia de un amplio desarrollo tecnológico que ampliara la capacidad de sus sentidos con una capacidad de abstracción mucho, muchísimo mayor que la nuestra, dada precisamente por su peculiar forma de pensar, de abstraer, distinta de la nuestra; ellos piensan con conceptos que son cosas de la vida o de la naturaleza que los rodea; así, pueden pensar la historia en términos de un caracol y explicarla a partir de su kuarimpoto tradicional.

Esta peculiaridad de las sociedades antiguas fue descubierta por la antropología hace muchísimo tiempo, por Lévi-Strauss, sobre todo. Pero el intelectualismo de este no le permitió aceptar la existencia de esa clase de conceptos y concluyó que se trataba de comparaciones, de analogías, de metonimias, de metáforas, etc.; cuando los guambianos dicen que la historia es un caracol que camina, Lévi-Strauss entendería que se trata de que la historia es como un caracol que camina. Y así perdió la oportunidad de reconocer, en las sociedades que estudió, formas de pensamiento muy distintas de las nuestras, cuyos conceptos básicos son cosas.

Un guambiano puede contar la historia con su kuarimpoto propio, mientras un historiador necesita un discurso abstracto para hacerlo. Donde los guambianos ven un caracol nosotros vemos una espiral, y esta es un concepto abstracto de la geometría, obtenido a partir de numerosos aspectos de la vida cotidiana y de la historia de la humanidad, un concepto que logra hacer abstracción de su forma concreta material: el concepto de espiral puede implicar la espiral del kuarimpoto, la de una amonita, la de otro caracol, la del fríjol o de una enredadera alrededor de un eje, la de una galaxia. De todas esas formas concretas, nuestro pensamiento logra abstraer, yendo más allá de las formas concretas, para sacar lo que tienen esencialmente en común: la espiral.

La clase de pensamiento de los guambianos, y muy probablemente de todas las sociedades como la suya, de aquellas que en una época la antropología llamó sociedades primitivas, es una forma de pensar con cosas; es decir, que no separan, no hacen abstracción de la forma material visible para irse únicamente a la esencia, sino que las piensan y las usan todo el tiempo ligadas a su forma material visible, realmente existente. Esto, seguramente, posibilita una capacidad de abstracción muy grande y eficaz.

Es decir, que la forma de pensar con cosas-conceptos permitió a tales sociedades, a partir de las observaciones que podían hacer con los órganos de los sentidos, cuyas capacidades también amplían con el uso de elementos como la coca o el yagé, llegar a conclusiones similares a las del big bang, conclusiones que aún desde el punto de vista científico de hoy son válidas, pero que ellas lograron siglos antes que nuestra propia sociedad.

Que estas formas de conocimiento y los resultados de tales procesos hayan sido negados por las sociedades del occidente, por las sociedades colonialistas, primero, e imperialistas, después, es un problema político, pese a que se suele presentar meramente como un problema de conocimiento. Primero, porque reconocer esos conocimientos permitiría cuestionar una de las justificaciones que se dio para la conquista y colonización de otras sociedades por parte de las metrópolis capitalistas: llevar el concimiento y el progreso a tales sociedades; segundo, porque deja sin piso la afirmación de que una sociedad no puede existir ni avanzar sin un enorme equipamiento tecnológico, de que los países de Asia, África y Latinoamérica tienen que importar de Europa y los Estados Unidos toda la tecnología necesaria para subsistir y no desaparecer en el mundo de hoy.

Quiero afirmar que las formas de conocimiento que aquí existían hace tiempos, y que probablemente subsisten todavía en muchos sectores de nuestras sociedades, permitirían también que estas avanzaran, pero bajo un camino propio. No podemos permanecer, como hemos hecho hasta ahora, permitiendo que los elementos fundamentales del conocimiento se desarrollen afuera porque, supuestamente, no tenemos la capacidad para hacerlo nosotros mismos.
 
 
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